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Paz y Ciencia

viernes, 14 de junio de 2013

Hombres y Mujeres Aman por igual

 
 
HOMBRES Y MUJERES AMAN POR IGUAL

Son muchas las mujeres que se quejan de no ser suficientemente comprendidas por sus hombres y lo proclaman de una

forma sonora y propagandística, como si fuera un derecho natural. Al mismo tiempo, cientos de hombres se retraen

calladamente porque consideran que sus mujeres menosprecian algunos de sus intereses, deseos, costumbres y aficiones, y

en el fondo piensan que hay algo que no va, que la mujer no se molesta en comprender que el hombre es como es. En

resumen, existe demasiada incomprensión y frustración para todos.

Lo que parece claro es que, a pesar de las diferencias, hombres y mujeres aman por igual, son adultos por igual,

exponen su corazón por igual, desean el bienestar, la comprensión y la confianza por igual. Aunque son diferentes, desean

lo mismo. Eso sí, de distinta manera: las mujeres suelen estar más dotadas de recursos emocionales y afectivos; los hombres

de recursos racionales y de acción. Los brazos del amor y la entrega son múltiples y variados, y su conjunto crea una

totalidad necesaria y hace que cada quien aporte su especialidad.

Sería muy atrevido decir que los hombres aman más que las mujeres pero que lo publicitan menos. Y seguramente no

sería del todo cierto, pues ambos, hombres y mujeres, aman con igual profundidad, aunque lo manifiesten de forma distinta.

Pero al menos me gustaría romper una lanza a favor del profundo amor y vínculo que también sienten muchos hombres… a

su propia manera de hombres.

Lo que ayuda es que los hombres comprendan lo comprensible de las mujeres y que las mujeres comprendan lo

comprensible de los hombres. Y, en otro nivel, lo que también ayuda es que dejen de intentarlo y, en lugar de comprender,

ambos se rindan ante el misterio. Y aquí, rendirse significa básicamente respetar lo incomprensible del otro y amarlo tal

como es, sin comprenderlo, porque sí. Esto es regalo y bendición.

Además, los que reclaman y exigen comprensión no suelen dar justamente lo que piden ni se esfuerzan ni afanan en

ello. Son las paradojas de las relaciones humanas. Ojalá quien pide comprensión la pudiera dar sin paliativos.

Por lo demás, cualquier relación entre hombre y mujer está llena de historia. En el encuentro del amor «asciende una

savia inmemorial», como dijo Rilke: en el encuentro de la pareja van muchos. Y, como decía en el capítulo anterior, en cada

hombre de hoy viven cientos de hombres anteriores, padres, abuelos, bisabuelos y tantos otros. Y, en cada mujer, madres,

abuelas, bisabuelas y tantas otras. Sucede que algunas madres y abuelas sufrieron el yugo explotador, desconsiderado y

machista de sus maridos y no pudieron ejercer la libertad de vivir su enojo y reorientarse o separarse. Sucede que algunos

hombres anteriores dominaron y explotaron a sus mujeres. Son ecos del pasado que aún nos impregnan. Y sucede que hoy

en día, algunas mujeres están enfadadas en nombre de sus anteriores y algunos hombres se sienten culpables y asustados en

nombre de sus anteriores. Algunas mujeres vengan a sus abuelas enfadándose con sus parejas actuales, y algunos hombres

expían las culpas de sus anteriores debilitándose y empequeñeciéndose, escondiendo su hombría o incluso feminizándose,

hasta estallar con sus parejas actuales. Y la guerra entre sexos y sus luchas de poder se perpetúan. Con el resultado de

violencia, fatalidad y desdicha que todos conocemos, desgraciadamente.

En cierta ocasión trabajé en un taller con una mujer de treinta y cuatro años que presentaba dificultades para tener una

pareja estable. Hacía más de ocho años que no tenía ninguna, y en ese tiempo se había quedado embarazada cuatro veces de

hombres distintos, abortando en todas las ocasiones. Pero el asunto relevante, al trabajar en su constelación, se manifestó

cuando salió a la luz el caso de su abuela, que tuvo que lidiar con que el marido tuviera otra mujer y otra familia, y no pudo

vivir su enojo, su libertad y su anhelo de separarse, sino que se vio obligada a someterse por requerimientos económicos. La

rabia que no había podido vivir la abuela parecía que había ido a parar a la nieta o había sido tomada íntegramente por ella. Y

ésta, aun deseando el amor y la estabilidad en la pareja, despreciaba a los hombres y se vengaba de ellos de muchas

maneras, entre otras abortando sin que ellos supieran nada. El mensaje que esta mujer recibió de su abuela cuando era niña

fue: «El mejor hombre, ahorcado». Para ella, la solución a este conflicto consistió en generar respeto hacia el destino de su

abuela, pero también de su abuelo, y de lo que les tocó vivir a ambos, sin entrometerse, ni sacrificarse ni vengarse de los

hombres en nombre de su antepasada.

Aunque parezca extraño, en los sistemas familiares hay sentimientos que siguen flotando en su atmósfera porque no

pudieron ser encauzados y resueltos en su momento por las personas a las que correspondía hacerlo, y siguen operando

como asuntos pendientes enquistados. En ocasiones, algunas personas posteriores adoptan y activan sentimientos de

personas anteriores, sin conciencia clara de ello y de una forma ciega e imperativa. Como si fueran poseídos por estos

sentimientos, que son inconscientes, intensos y no suelen adecuarse a ninguna realidad actual que los justifique, con lo cual

sufren por ellos y necesitan liberarlos.


Lo que ayuda, por tanto, es que el pasado pueda quedar como pasado, dignificado con nuestra buena mirada y con

nuestro pleno respeto hacia aquello que fue vivido y hacia los que lo vivieron. Y mirar el presente con alegría y gratitud.

Nada hay más irresistible para un hombre que el genuino respeto y la sincera sonrisa de una mujer, y nada más irresistible

para una mujer que ser respetada como mujer y amada tal como es, incluyendo su misterio. De hecho, el regalo más bello

que alguien nos puede hacer consiste en amarnos como somos, y el mejor regalo que podemos dar a alguien consiste en

amarlo tal como es. Si somos capaces de hacerlo, estaremos más cerca de lograr un poco más de felicidad.
 
JOAN GARRIGA: "EL BUEN AMOR EN LA PAREJA". Ed.: DESTINO

1 comentario:

Psicomata dijo...

A este hombre, le presentaba yo a mi grupo de amigas y a sus amantes y novios y si después de eso es capaz de seguir pensando que hombres y mujeres aman por igual...

Buen blog pero este post no lo comparto. Aunque sí que creo que nuestra historia influye en las ideas de cada día