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Paz y Ciencia

miércoles, 27 de junio de 2012

Dudas



"Yo soy yo, Tú eres Tú. Tú haces lo Tuyo, Yo hago lo Mío. Yo no vine a este mundo para vivir de acuerdo a tus expectativas. Tú no viniste a este mundo para vivir de acuerdo con mis expectativas. Yo hago mi vida, Tú haces la tuya. Si coincidimos, será maravilloso, Si no, no hay nada que hacer" Fritz Perls.

A continuación voy a compartir el epígrafe titulado "Dudas" del Manual de Psicoterapia de Emilio Mira y López, un trabajo muy antiguo, clásico. Fue profesor de la Universidad de Barcelona y Miembro del Comité de Psicólogos. Hay que entender que es un texto antiguo, es muy claro y descriptivo, fácil de entender y quizá con una jerga que me resulta incómoda; la jerga de la psicopatología, de lo normal-anormal y esta dialéctica que perdura y perdurará, por desgracia, en el ámbito de la psicoterapia, psicología y psiquiatría. En España es un clásico. Pongo a Perls como cita porque creo que Perls contrarresta lo "seco" del texto de Emilio Mira y López. Un texto académico, bien fundamentado. Es solo una parte del epígrafe de dudas, luego ya comienza a hablar del conflicto con el superyó y este tipo de cuestiones. Un abrazo. Rodrigo Córdoba Sanz.



El estado de duda, es decir, de oscilación entre dos creencias opuestas y equipotentes, es conocido y hasta, si se quiere, frecuente en la vida mental de los normales. No obstante, estos llegan, por sí mismos o con la ayuda de la opinión ajena, a resolverlo y a decidirse por una u otra de las actitudes en pugna. En cambio el neurótico dubitativo es incapaz de resolver sus dudas, incluso cuando estas son nimias o absurdas. Unas veces llega hasta a admitir que racionalmente habría de superar su indecisión en tal o en cual sentido, pero una fuerza superior a su voluntad le obliga a volver a considerar la proposición abandonada y le impide olvidarla; esta sigue entonces en la penumbra de su campo consciente, dificultándole toda nueva acción e impidiendo su tranquilidad hasta que la vuelve a considerar, repitiéndose así en el campo del pensamiento la misma tendencia o impulso a la repetición o iteración que es típica de los actos compulsivos.
Una tal duplicidad o multiplicidad del curso del pensamiento es explicada por Janet admitiendo una falta de capacidad de síntesis o jerarquización, es decir un déficit de criterio axiológico de los datos elementales del conocimiento.
Sin embargo, el defecto principal del paciente dubitativo radica en querer imprimir a sus creencias y actos una seguridad y una infalibilidad superiores a las que pueden tener. El obsesivo dubitativo no quiere arriesgar nada, desea poder creer o actuar con una exactitud matemática, imposible de obtener en la vida, pues esta es por esencia irracional e impredictible.
Ahora bien, si de tal modo quiere protegerse contra el error es porque carece de confianza en sí, es decir, porque no se fía de sí mismo, y ello se debe a que no ha podido unificar un haz coherente las tendencias primarias que constituyen el núcleo energético de su individualidad psíquica. El estado de duda es, pues, en definitiva, la traducción consciente del fenómeno de ambivalencia que constituye, a su vez, uno de los síntomas primarios de la esquizofrenia. Y, en efecto, si las fobias se observan especialmente en la variedad histeroide, hiperemotiva y lábil de la personalidad anancástica, las dudas son patrimonio especial de su forma esquizoide, coartada y rígida.
La base del argumento psicoterápico en estos casos ha de ser el principio de Kant: "procura que todos y cada uno de tus actos pueda ser erigido en modelo de conducta universal". Y como el dudar ya es un acto, el sujeto ha de dudar ni más ni menos que los demás: ha de llegar a la conducta del "como sí", o sea, ha de comportarse cual si no tuviese dudas excesivas y para ello ha de elegir la pauta de conducta que ante su situación realizaría una persona que no fuese él, es decir, el ciudadano desconocido o standard. Ha de aceptar que el malestar derivado de lanzarse a la acción sin hallarse convencido de su justeza es un malestar que vale la pena de ser sufrido porque le sirve para dominar su perturbación y le acerca a la normalidad, en tanto que el alivio inmediato que obtiene rehusando decidirse y sometiéndose a su tendencia dubitativa es prólogo de nuevos y peores malestares, pues cultiva la fuerza del sector desintegrado de su individualidad y contribuye a hacer de él un núcleo de actividad prepotente, capaz de absorber y absorber las energías que normalmente robustecían el vigor de la unidad yoica.

1 comentario:

Silvia Parque dijo...

Esa cita de Fritz Perls siempre viene bien. Nada más claro y más simple.