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Paz y Ciencia

domingo, 10 de junio de 2012

La personalidad psicopática




Si nos desplazamos a lo largo del espectro del narcisismo, al acercarnos a la personalidad psicopática se podría esperar encontrar un grado todavía mayor de fantasías de grandeza en estas personas, ya sea manifiesta o latente. Todas las personalidades psicopáticas se consideran a sí mismo individuos superiores a los demás y muestran un grado de arrogancia que raya en el desprecio por los seres humanos corrientes. Al igual que otros narcisistas, niegan sus sentimientos. Una característica específica de la personalidad psicopática es la tendencia a actuar siguiendo sus impulsos, a menudo de manera antisocial. Mienten, engañan, roban, incluso matan, sin que se vea en ellos signo alguno de culpabilidad o remordimiento. Esta falta extrema de empatía hace muy difícil el tratamiento de las personalidades psicopáticas.
Utilizo aquí el término "exteriorizar los impulsos" para describir un tipo de conducta que ignora los sentimientos de las demás personas, y que es generalmente destructiva para el bien del yo. El impulso que subyace bajo esta conducta procede de las experiencias de la infancia, que fueron tan traumáticas y tan aplastantes que el niño no pudo integrarlas en el ego que se estaba desarrollando. Como resultado, los sentimientos asociados con aquellos impulsos están más allá de la percepción del ego. Se actúa entonces sin sentimientos conscientes. El asesinato a sangre fría es un ejemplo extremo de la actuación psicopática. Pero actuar impulsivamente de por sí no es algo limitado a la conducta antisocial. El alcoholismo, la drogadicción y la conducta sexual promiscua se pueden también considerar formas de conducta impulsiva.
Actuar impulsivamente no es exclusivo de la personalidad psicopática. Masterson reconoce que el carácter narcisista y la personalidad límite también lo hacen. Pero hay una diferencia. Dicho con sus palabras: "La actuación impulsiva del psicópata, comparada con la del (carácter) narcisista o con la de una personalidad límite es más a menudo antisocial y habitualmente de larga duración".
Una vez más, vemos que las diferencias son una cuestión de grado más que de tipo.
Debido a que la personalidad psicopática representa un extremo, proporciona mucha información respecto a la naturaleza del narcisismo. No solo es un nítido retrato de la tendencia a la conducta impulsiva de los narcisistas (que, en otros casos, es menos antisocial), sino que además arroja luz sobre la idea de grandiosidad que subyace bajo el narcisismo. Es significativo que, por ejemplo, el carácter narcisista y la personalidad psicopática muestren una necesidad de gratificación inmediata, una incapacidad para contener el deseo o para tolerar la frustración. Se podría considerar esta debilidad como una expresión del infantilismo de la personalidad, pero creo que tiene un significado y un origen distintos, que reflejan un sentido del yo deficiente. Hay que recordar que en otros aspectos -a saber, en su capacidad para manipular a las personas, urdir planes y atraer seguidores- el carácter narcisista y la personalidad psicopática son cualquier cosa menos infantiles.
Al decir esto debo añadir que los individuos con una personalidad psicopática no son necesariamente lo que la sociedad llaman "perdedores". Según Alan Harrington, que ha llevado a cabo un estudio sobre este tipo de personalidad, hay psicópatas con mucho éxito: "Son brillantes, no tienen remordimientos, su inteligencia es fría como el hielo, son incapaces de sentir amor o culpabilidad, y tienen malas intenciones con respecto al resto del mundo". Un individuo así puede ser un abogado competente, un ejecutivo o un político. "En lugar de asesinar personas", comenta Harrington, este tipo de individuo "puede llegar a ser presidente de una empresa que despide a la gente en lugar de matarla y corta a trozos sus funciones en lugar de su cuerpo". Irónicamente, la clave de este tipo de "éxito" es la falta de sentimientos de la persona -que es a su vez la clave de todos los trastornos narcisistas-. Como hemos visto, cuanto más niega sus sentimientos, más narcisista es el individuo que sufre el trastorno.

Alexander Lowen: "El Narcisismo. La enfermedad de nuestro tiempo". Paídós, 2010, Barcelona. Pp.: 39-41

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