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Paz y Ciencia

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Padres e Hijos. Jorge y Demián Bucay



"El deseo de ser padres responde a muchas cosas, pero especialmente y más que ninguna otra, responde a nuestro deseo de dar amor".

En cualquier vínculo sano pueden entonces reconocerse tres instancias
ancias: tú yo nosotros.

El padre se hace:

El arte de ser padre o madre tiene más que ver con cumplir adecuadamente una función, que con ninguna otra cosa. Ser padres es algo en lo que solo podemos convertirnos si actuamos, pensamos y sentimos como tales. Haber parido un hijo no es, pues, suficiente para considerarnos padres y por ello tampoco lo es para que esos hijos nos reconozcan como tales.
Ser padre o ser madre habla por lo menos de tres cosas: una definida por lo social, una definida por lo afectivo y una definida por la conducta. El estatus de padre, el amor de padre y la función de padre. Tres cosas que no son eternas (como solemos creer) y no solo eso, sino que además, en general, no empiezan ni terminan en ese momento. 

Tus padres son las personas que te han criado, pero eso no sería del todo exacto, o por lo menos seguiría siendo incompleto. Nos faltaría agregar la decisión consciente y voluntaria de hacerse cargo de los hijos. 

Sólo por dejarlo claro, tu padre y tu madre no son solo los que te han alimentado, abrigado, protegido, cobijado y educado, sino también, y sobre todo, los que han tomado la decisión de hacerlo: "Este es mi hijo, esta es mi hija y me haré cargo de ellos, con todo lo que eso implica".
Es imprescindible si uno quiere ser un padre auténtico o una verdadera madre, adoptar a los propios hijos.

Para la mayoría de las mujeres, esta "adopción" se da en el transcurso del embarazo y cuando, después de nacer, el niño llega a sus brazos, su madre ya ha tenido tiempo de hacer lo propio. Para el hombre, el proceso es un poco más difícil, quizás porque no tiene la intensidad y la calidad de contacto con el bebé que da la gestación. Así, el varón tiende a quedar (o a ser) un poco excluido de la relación con el niño, tanto por cuestiones biológicas como por los hábitos culturales. 

Si bien, hoy por hoy, el papá suele buscar activamente involucrarse, como si quisiera favorecer el proceso de "adopción", la mayor responsabilidad de que esto suceda recae primordialmente en la madre. Es ella quien debe hacer el espacio y saber cómo hacerlo. Retirarse un poco y ceder algo de protagonismo permite que el vínculo entre el padre y el hijo se fortalezca.

No son pocos los hombres que, en este primer momento, tras el parto, se reprochan con una pesada culpa el no sentir hacia sus hijos el amor arrasador que, supuestamente, deberían sentir, el que todos los demás les dicen que deberían estar sintiendo, el que sus propios padres les han contado que sintieron el día que ellos nacieron. 

"Se trata entonces de domesticar y de dejarnos domesticar por nuestros hijos, es decir, de crear allí un lazo entre nosotros, que nos deje saber que ellos son para nosotros únicos en el mundo y que nosotros lo somos para ellos. Es eso, más que ningún vínculo genético o sanguíneo".

Podemos concluir, a modo de síntesis, diciendo que la maternidad y la paternidad son condiciones que se fundan con una decisión, que se ejercen y que se confirman en ese ejercicio, no son rangos ni medallas que se porten pasivamente en las mangas o en el pecho de uniformes encontrados por accidente.

Jorge y Demián Bucay a cuatro manos. Padres e hijos. RBA

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