Hemos visto la relación tan íntima que hay entre el acoso y la violencia contra la mujer. La razón es doble. En primer lugar, las mujeres viven la persecución como una gran violencia, una intromisión en sus vidas intolerables. Aunque no vaya acompañado de una agresión psicológica y emocional. ¿Qué otra cosa puede ser si no? Cuando somos acosados sentimos miedo, ansiedad, nos mantenemos en un estado de gran alerta, agudizando los sentidos. ¿Me lo encontraré en el aparcamiento? ¿Seguirá a mi hija?
Sólo los que han sido acosados y han temido por sus vidas o las de su familia pueden apreciar el poder destructivo de la persecución maligna.
Pero es que, además, el acoso es un comportamiento que se vincula con una probabilidad de ser agredida, y en determinados casos, con el asesinato.
Sólo los que han sido acosados y han temido por sus vidas o las de su familia pueden apreciar el poder destructivo de la persecución maligna.
Pero es que, además, el acoso es un comportamiento que se vincula con una probabilidad de ser agredida, y en determinados casos, con el asesinato.
Vicente Garrido: Amores que matan. Ed. : Cientocuarenta. 2001
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