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Paz y Ciencia

lunes, 2 de junio de 2014

La Crisis del Mito de Edipo: Topia


El psicoanálisis como potencia de ser
Este texto corresponde a un capítulo del libro El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser. Allí tratamos de responder al reto que tiene el psicoanálisis para dar cuenta conceptual de nuestra época. Esto nos lleva a rescatar nociones que definen la particularidad de su práctica; pero también, modificar otras a partir de los nuevos paradigmas de nuestra época. Esta propone nuevos procesos de subjetivación que ponen en cuestionamiento la sexualidad heteronormativa y patriarcal. En este sentido vivimos en un momento de transición donde el patriarcado sigue siendo la estructura familiar dominante pese a que han surgido nuevas formas de familia que ha provocado su crisis: monoparentales, monoparentales extendidas, homoparentales, unipersonales, familias ensambladas, etc. Por otro lado, las teorías e investigaciones ligadas al género y la sexualidad, la importancia de la imagen en la construcción de subjetividad plantean nuevos desarrollos en la teoría.
El problema del psicoanálisis proviene de un uso excesivo de términos y conceptos que se han transformado en emblemas culturales y, algunos de ellos, en fórmulas que se generalizan para terminar no diciendo nada. Esto ha ocasionado una banalización de la significación radical que tuvieron en sus orígenes; muchas cuestionadas desde ciertos pensamientos y prácticas que se presentan como novedosas, pero que constituyen verdaderas involuciones. Por ello nos proponemos dialogar con Freud. Dialogar con Freud supone entender que la metapsicología da cuenta de la organización de un aparato psíquico, pero no del modo de funcionamiento que es histórico, social y político: Freud -como no podía ser de otra manera- era un hombre de su época. De allí que en la clínica se nos presenta la necesidad de modificar algunas conceptualizaciones teóricas que son insostenibles en la actualidad. Dialogar con Freud también implica reflexionar sobre aquello que lo lleva a instalar un antes y después en la concepción de la subjetividad: la sombra del sujeto que no es sólo la inclinación a la maldad, sino la razón de la misma en el no reconocimiento del otro.
Creemos que el problema de la alteridad es uno de los grandes temas de la actualidad. Pero esto no remite simplemente al narcisismo donde el sujeto queda atrapado en el juego del yo-yo; sino -deberíamos decir fundamentalmente- el que lo lleva al narcisismo primario en la búsqueda de una totalidad perdida en la que se encuentra con lo siniestro del desvalimiento originario. Allí al no existir el otro humano desaparece como sujeto de sus necesidades y deseos. Por ello sostenemos que no hay erotismo sin sombra; aún más, la sombra es lo que determina las múltiples formas en que se expresa el erotismo como una afirmación de la vida. Lo contrario es la oscuridad de la perversión, por lo cual afirmamos que la perversión es el negativo del erotismo [...]

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