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Paz y Ciencia

lunes, 25 de junio de 2012

Princesa Inca: poeta, soñadora psiquiatrizada




“Un centro psiquiátrico es una casa de torturas”

"Tengo 31 años. Nací y vivo en Barcelona. Soy poeta y jardinera. Estoy enamorada. No tengo hijos. ¿Política? Filantrópica. ¿Dios? Soy agnóstica. Me diagnosticaron una mezcla de bipolaridad y esquizofrenia. Gente que está como una cabra dirige empresas, teles, diarios y países." 

Princesa Inca… ¿por qué?
Hace siete años ingresé en el hospital psiquiátrico sintiendo que era una princesa inca.
¿Qué recuerda?
Que estaba muy regalada en Machu Picchu, con vistas a unas cumbres preciosas. Era un mundo bello e ideal…
¿Qué le dijeron los médicos?
Que era un falso recuerdo, que era parte de mi enfermedad.
¿Qué enfermedad?
Trastorno esquizoafectivo, mezcla de bipolaridad y esquizofrenia: me etiquetaron así.
¿Y qué piensa usted?
Yo sentía conocer ese lugar: ¿alguien realmente está en condiciones de negarme que se trate de un recuerdo de otra vida?

¡Nadie puede! Y discrepo de mi etiqueta médica: ¿por qué meterme a mí junto a otro montón de personas bajo una determinada etiqueta? Carece de rigor: ¡debería haber una etiqueta para cada persona!
¿Por qué la ingresaron a usted?
Tenía brotes sinestésicos: un sonido olía, un color sonaba, las percepciones interactuaban y sentía ser Buda, ser Jesús… Pasaba por arrebatos místicos, extáticos…
¿Quién la condujo al hospital?
Un grupo de amigos, al verme dialogando con Janis Joplin, con Camarón…
¿Cómo se sentía?
Yo bien: a mí no me parecía que estuviese pasándome nada extraño…
Pero la ciencia médica tiene sus criterios y sus protocolos.
Discutibles: ¿quién traza la línea entre cordura y locura? ¿Y por dónde la traza? ¿Y por qué? ¿Y por qué ahí y no allá?
Respóndase.
Yo no estoy loca: ¡estoy psiquiatrizada!
Diagnosticada.
Hay mucha gente que está como una puta cabra… pero sin diagnosticar. Y dirigen diarios, teles, bancos, clubs de fútbol, países…
“La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco”, que decía Dalí.
Un loco es un hipersensible al que le duele la realidad hasta lo insoportable.
¿Hasta el suicidio?
Es una opción. Estuve al filo, pero sopesé el dolor que cargaría sobre gente que amo.
¿El arte ayuda?
Sí. Muchos pintores, escritores, poetas, músicos, cantantes, filósofos – ¡Nietzsche!-,artistas… podrían ser encerrados (y a veces lo fueron), pero con prestigio, poder, carisma o dinero, te llaman excéntrico, te perdonan y te respetan. Si no… ¡te encierran!
¿Se sufre en un psiquiátrico?
Un psiquiátrico es una casa de torturas. Te tratan como a un escombro. Cuando ingreso, siempre hay un momento en que necesito pasearme desnuda por los pasillos… ¿Y sabe cuál es la reacción de los médicos?

Reducirme, atarme, inmovilizarme, sedarme y aislarme. ¡Nos quieren tranquilos y babeantes! Para ellos, todo es mero mecanicismo bioquímico, desdeñan las emociones…
Falta de humanidad, de sensibilidad.
Me han etiquetado, y eso conlleva fármacos, yel Estado paga a la industria farmacéutica por mis fármacos…: ¡qué gran negocio! Psiquiatrizan yaa niños, que seguirán estándolo hasta la vejez… ¡Jugada redonda!
¿Y cuál es la alternativa, Princesa?
Tratamientos psicológicos para dilucidar el origen de mi conducta, para comprenderla. Pero eso… implica demasiados esfuerzos.
¿Ha intentado alguna psicoterapia?
Ya me gustaría, pero las terapias alternativas cuestan demasiado dinero: no puedo.
¿La locura se cura?
En muchas culturas, al loco se le escucha: se acepta que accede a otra comprensión de la realidad, a una lucidez. Yes el chamán, es el oráculo. Pero aquí no: ¡aquí da miedo!
¿Por qué será?
Porque se prioriza cierto orden preestablecido, y si alguien grita, canta, danza, si “no toca”… ¡ah, eso altera y espanta mucho!
¿A qué cree que tenemos más miedo?
A la locura. Al dolor. A la muerte. Yo no.
¿No?
No. La muerte es una puerta de la vida a otra dimensión de paz. Y el dolor es parte de la vida, así que anestesiarlo equivale a anestesiar parte de la vida misma.
Buf, cuesta aceptar esto…
Ya. Yo he aprendido a estar triste sin sentirme culpable, a decir a los amigos “hoy estoy triste, prefiero estar sola”, sin disimulos, sin avergonzarme por ello. ¡Y no pasa nada!
¿Cómo le ayuda la poesía?
¡Es mi mejor refugio! El poeta puede decir “la luna me mira” o “la noche me habla” sin que por ello le encierren… La poesía es vecina de la locura, pero como es sólo poesía… no te encierran, ja, ja. ¡Es mi mejor terapia!
¿La poesía puede sanarnos?
Alivia mucho ver fuera de ti lo que antes estuvo dentro. Ahí puedo hablar con todo detalle y sin pudores del sexo, el dolor, la muerte, el insomnio, la locura, la risa…
¿La risa?
Yo me río de las cosas terribles que me han pasado, y eso me ayuda. El humor redime.
¿Qué es la locura?
No existe. ¡Llamamos locura a lo que le pasa a gente que sueña despierta!
¿Cómo querría vivir?
En una casita en el campo, con un huerto y con mis personas queridas, gozando de lo importante de la vida.
¿Y qué es lo importante de la vida?
Sentir que amas y sentirte amada.

“La mujer-precipicio”
Cristina Martín es más conocida como Princesa Inca, y colabora desde hace seis años en la “tertulia de locos” de La ventana de Gemma Nierga (cadena Ser, de cinco a seis de la tarde de cada miércoles). Desde niña ha escrito poemas, su bálsamo íntimo ante las heridas hondas que el hecho de estar viva le inflige. Ahora publica el poemario La mujer-precipicio (Libros del Silencio), que así es como se siente ella, con el deseo de que sea un “homenaje a todas las mujeres que viven al filo del precipicio sin precipitarse”. Su poesía es potente, cruda, contundente y convincente, sin filtros. La Princesa Inca (laprincesainca.blogspot.com) reivindica la sabiduría del loco. Es la que contienen sus bellos poemas.

Si la poesía no debe preocuparse por ser hermosa, ni agradable, ni por perseguir la certeza; si la poesía tiene que doler y acompañarnos en el insomnio; si tiene que nacer de cuadernos emborronados mientras uno camina ciudad arriba, ciudad abajo; si tiene que llevarnos hasta el borde mismo del precipicio, «paralizados ante la duda inexacta y rara de seguir existiendo», si tiene, en fin, que poseer «la fuerza rabiosa de la vida», entonces este libro está lleno de auténtica poesía.

Os dejo unos versos sobre la poesía… Es un extracto del poema titulado «No son palabras sino gritos».

Que la poesía haga daño. Que meta la mano hasta arrancarte el estómago.
(…)
Que la poesía provoque el vómito, la fiebre, que no nos deje dormir en mitad de la noche.
Que no venga después de ella el amor, la calma o una cena,
que venga el hueco, la vigilia, el laberinto, el vagabundeo sin origen ni final.
Que no haya final después de ella, que agarre los ojos y los vacíe
para poder ver más allá de ellos.
Que ensucie el agua, la boca, la sangre, que bese la derrota,
que rasque la costra de la herida para que sangre.
Que duela, que duela hasta quebrar la hipocresía, la apariencia,
que queme, que no sea ni un canto, ni un suspiro,
que tenga la fuerza rabiosa de la vida. No cantos sino gritos.
No son palabras sino gritos lo que pongo ahora en tu mano.
(…)


3 comentarios:

Toni dijo...

Gracias por poner la entrevista, es un tema interesante y que ilustra como ejemplo parte de lo que decía Thomas Szasz, por ejemplo en "El mito de la enfermedad mental" y en "Ideología de la enfermedad mental" (cito los dos únicos libros suyos que he tenido ocasión de leer hasta ahora). Me recuerda al tema de esos libros, sobre todo por lo del etiquetamiento/encasillamiento de la persona que "funciona" de manera diferente, como también por la circunstancia de que la llegada a la consulta del psiquiatra se produzca a requerimientos de terceros y no porque la propia persona sienta que algo vaya mal.

Tengo que agradecer también especialmente a Cristina, la "Princesa Inca", ya que su manera de expresarse es muy inspiradora, va directa al tema y me recuerda la facilidad con que a veces la sociedad etiqueta a alguien como "loco" o "genio" o lo que sea, eligiendo una u otra etiqueta en función de prejuicios como el dinero o fama de esa persona, ya que como dice Cristina, si alguien tiene dinero se le "perdona" y se le llama más fácilmente "extravagante" o cosas así, y en cambio a otros se les mira mal por sentir diferente a lo socialmente esperable.

Me recuerda casos como el del médico Georg Groddeck, de quien estoy leyendo actualmente su libro (publicado en 1923, tiene sus años el libro pero es instructivo jeje) "El libro del ello", y algunas cosas que dice (o incluso las que decía Freud) serían etiquetadas como "locuras" (y como "loco" quien las dice) si son dichas en determinados contextos/ambientes, por ser tan diferente al pensamiento habitual de la sociedad de su tiempo (y del nuestro jejeje).

De esto algo podemos aprender. A no rechazar tan fácilmente, por ejemplo. O a no etiquetar como "loco" o tonto a quien piensa de manera demasiado diferente a lo que estamos acostumbrados a pensar. A fin de cuentas, ¿qué significa tener razón? Y si hay más personas de acuerdo con un pensamiento, ¿significa eso que al ser muchos tienen razón? Habría que sopesarlo, y también sopesar qué es más importante, tener razón o ser feliz jejeje.

Saludos.

Silvia Parque dijo...

Eso es lo que hace la poesía. Si uno poema no lo hace, es porque no todos son poesía. Si lo hacen otras "cosas", que no son poemas, es porque también en otras "cosas" hay poesía.

Anónimo dijo...

Ser agnostica no es una ventaja, pues limita mucho la capacidad de sanar que la fe transmite. Luego cada uno según su espíritu.
Felicitaciones por la poesía