POLARIDADES
- Las polaridades son extremos de identificación. En
la medida en que uno se identifica con un polo, aliena el otro polo como
extraño a sí mismo. La integración requiere admitir a ambos como propios,
y el medio de conseguirlo, una vez más, es la identificación con lo
alienado. El resultado esperable es la instalación en ese punto cero de
indiferencia, que permite identificarse hacia uno u otro lado según las
exigencias de la situación. (P. de Casso)
En
cualquier aspecto de la naturaleza, y en cualquier forma de nuestro organismo
todo tiene su opuesto, noche-día, ying-yang, bueno-malo, claro-oscuro,
fuerte-débil.
Todas, formas polares, son parte de nuestra
naturaleza, y en si mismas no son incompatibles, somos nosotros quienes a
través del juicio previo limitamos nuestra conciencia considerando adecuada una
de las partes.
Para que un fenómeno sea
perceptible ha de estar en oposición con otro, diferenciarse, distinguirse de
otra cosa, ser diferente. El contraste, la diferencia constituye de manera
fundamental la configuración del mundo, la forma de los fenómenos. El principio
fundamental para su formación es la polaridad, el antagonismo primordial.
Nuestro
proceso de conciencia, tras percibir la sensación que origina cualquier
fenómeno, elabora un proceso mental de análisis, desmenuza la realidad en dos
partes y discrimina sobre la bondad de una de ellas, eligiendo (identificación),
y rechazando (alienación), el otro lado, el contrario. A través de esta primaria discriminación
rechazamos el todo, la unidad, y polarizamos nuestro existir.
En la
unidad, todo y nada se fusionan en uno, la nada no tiene manifestación o límite
con lo que no es polar, en la unidad no hay reconocimiento, no hay
discriminación posible, no hay empeño ni objetivo, solo hay Ser porque no hay
un algo externo que añorar, lo polar entonces no es el fenómeno, sino el
conocimiento que tenemos de él a través de nuestra conciencia.
La
polaridad de la conciencia queda reflejada en la anatomía de nuestro cerebro.
Unidos por el cuerpo calloso tenemos dos hemisferios cerebrales, distinguidos
por su naturaleza y por sus propias funciones, y que gobiernan el lado
contrario del cuerpo.
El
hemisferio izquierdo se encarga del pensamiento lógico y el lenguaje, lectura y
escritura, es analítico y racional, se encarga del tiempo, del cálculo y de los
números. Es la capacidad analítica del “hemisferio verbal”.
En el
hemisferio derecho tenemos las facultades opuestas, aquí concebimos un todo
partiendo de una pequeña parte, es la concepción de ideas y estructuras
complejas, pensamiento analógico, imaginación,
y capacidad creativa. Según la actividad predomina uno u otro.
Esta
especialización de los dos hemisferios nos explica la polaridad; el izquierdo
es masculino, yang, sol, es la actividad. El hemisferio derecho es yin, receptivo
y femenino, es lo lunar, el lado nocturno e inconsciente, y rige el lado
izquierdo del cuerpo.
Para
integrar el concepto de polaridades Perls utiliza la teoría de la indiferencia
creativa de Sigmund Friedlaender. Filosofía
basada en la afinidad de los contrarios, plantea que cada acontecimiento consta
de un punto cero a partir del cual surge la diferencia de estos contrarios,
los cuales demuestran en su contexto
específico una gran afinidad el uno por el otro. Encontramos ese punto cero
a partir de confrontar la diferencia de los contrarios y descubrir su simetría
invisible. Su punto de unión, el lugar en que ambos se neutralizan, el
punto medio.
- Si permanecemos atentos al
centro, podemos adquirir la capacidad creativa para observar ambas caras
de los sucesos y para completar la mitad incompleta. Si evitamos una
visión unilateral, alcanzamos una comprensión mucho más profunda de la
estructura y de la función del organismo. (Perls)
- Aquello cuya identidad, unidad y
totalidad no podemos distinguir, se manifiesta como fenómeno en
antagonismo polar. No es posible percibir la unidad, la identidad de lo
claro y de lo oscuro como fenómeno diferencial. La unidad de la
diferenciación polar es simultáneamente su centro, la indiferencia, en
ella se esconde el verdadero misterio, la voluntad creativa, aquello que
polariza, que objetivamente no es nada y sin la cual nada existe en el
mundo. (Frambach)
- El arte de la vida que nace del centro
indeferenciado, surge principalmente del balanceo entre opuestos polares,
de un movimiento que tiende hacia el equilibrio. Se trata de no dejarse
atraer de forma unilateral y sesgada por uno de los polos respectivos,
sino en centrarse libremente en su centro y moverse de la misma manera
hacia ambos, como si fueran alas (El ángel medio burlón de Friedlaender).
Equi-disposición imparcial y ecuanimidad. No se trata de aislar los
opuestos como excluyentes entre sí, sino de de centrarnos con flexibilidad
en su centro indiferente, son una unidad de contrarios, diferenciados
polarmente, siendo la indiferencia creativa la que proporciona el
magnetismo de los extremos. (Frambach)
En terapia
gestalt las polaridades están profundamente arraigadas en el funcionamiento del
organismo. Estos dualismos son disposiciones de conducta y pensamiento. Las polaridades
están relacionadas con la historia particular de cada uno de nosotros y con la
percepción de nuestra realidad interior. Esta realidad determina que se
desarrollen polaridades cuyas características pueden ser, ego sintónicas o
aceptables para la conciencia, y ego distónicas o inaceptables para el sí
mismo. A partir de polaridades en pugna se generan conflictos polares que
pueden ser tanto intrapersonales como interpersonales.
La terapia
gestáltica busca la integración armónica de las polaridades complementarias de
cualquier comportamiento humano (por ejemplo: agresividad y ternura) más que la
eliminación de una en provecho de la otra, intentando lograr una solución que
una ambos polos para formar una figura más importante que la simple combinación
de los opuestos: una creación nueva.
En este
contexto las cualidades no son contradicciones irreconciliables, sino distinciones
que serán integradas en el proceso de la formación y destrucción de la gestalt.
Un concepto importante retomado del psicoanálisis Freudiano y que sirve para
entender las polaridades es el de catexis.
- "La catexis se refiere a la actitud repelente
/ atrayente del individuo sobre las cosas de su deseo, por un lado, y
miedo, por otro. Que esta catexis sea positiva o negativa depende
solamente del concepto mental de la persona o de su percepción" (Castanedo,).
Desde el
punto de vista de la actitud del terapeuta, Freud recomendaba a los analistas
“atención flotante” y “escepticismo benevolente”. El gestaltista combina una
implicación activa y a la vez una permanencia en ese punto 0, lo cual no es
nada fácil. Fritz era un buen ejemplo de ello, como atestigua Claudio
Naranjo:
- “Perls mostraba un grado
asombroso de indeferencia creativa como psicoterapeuta por su capacidad de
quedarse en el punto cero sin verse atrapado en los juegos de sus
pacientes. Pienso en el punto cero como el refugio del terapeuta
gestáltico en medio de una participación intensa, no solo como una fuente
de fortaleza, sino como su último apoyo.”
Con la
polaridad, a través de la afirmación vamos creando un “yo idealizado”, y a la
vez, negamos aspectos propios del
organismo que al tomar conciencia de ellos, nos conectan con lo que evitamos, “yo
negado”. Mantener esta negación implica un gran esfuerzo organísmico, tensión
interna, ya que hay en nosotros capacidades, características propias que no nos
permitimos usar.
De esta
forma, ante necesidades que van apareciendo en el campo, y que necesitan de recursos
de los cuales disponemos, el organismo va a tratar de "negarlos" y
buscar una solución neurótica, que signifique manipular el entorno para dotarse
de recursos del mismo, en vez de usar recursos propios incorporados a su “yo
negado”.
Es de esta
manera que el organismo pierde la capacidad de autorregulación, ya que no solamente
somos un proceso mental de conceptos y teorías aprendidas, sino que somos
organismo y de él bloqueamos nuestras capacidades sensitivas, musculares, y la manifestación de emociones, evitando el darnos
cuenta de aspectos propios que no queremos reconocer en nuestro organismo.
- Perls dice que los opuestos existen por
diferenciación de “algo no diferenciado” y que el punto 0 es el punto
donde comienza la diferenciación. En la aplicación terapéutica esta
diferenciación es importantísima: la llamamos polarización, es decir, que
los opuestos se definan con claridad, que extremen sus posiciones para
poder reconocer estos contendientes, para poder establecer un diálogo
entre ambos, donde se reconozcan, se escuchen, se entiendan y puedan
llegar a algún tipo de acuerdo (Peñarrubia).
La
diferenciación en opuestos es “una propiedad esencial de nuestra mente y de la
vida misma. Polaridades básicas son:
- Integración / Desintegración.
- Deseo /aversión.
- Los principios polares del intercambio
energético del organismo.
- Apego
/ Desapego.
- Alegría / Tristeza.
- Contacto / Retirada.
- Top Dog / Under dog. (Opresor / Oprimido). (Dominancia / Sumisión)
- Presente / Futuro, siendo el presente el
centro del tiempo existencial y creativo.
- Necesidades sociales / necesidades
biológicas.
- Lado derecho / Lado izquierdo.
- Parte superior (contacto) / Parte
inferior (apoyo).
- Autoestima elevada (delirio de
grandeza)….vanidad, orgullo, gloria,
/ Baja autoestima (sentimiento de pequeñez).
- Sádico / Masoquista.
- Masculino / Femenino.
- Ir
/ Venir (aquí / allí).
- Culpa / Responsabilidad.
- Exceso de control / Impotencia.
- Apoyo / Confrontación (Frustración)
Figura
y fondo también son polos de una polaridad, como delante y detrás. La
diferenciación polar en figura-fondo encuentra su indiferencia en su propia
base. No hay que confundir la base con el fondo. El fondo es difuso mientras
que la base es indiferente. Es en filosofía Budista la séptima conciencia, el
manas, que tiene dos aspectos, uno inferior, referido al mundo de los sentidos,
el fondo de donde surge la experiencia, y uno superior, iluminado por la
intuición, que corresponde en Gestalt a la formación de la figura. El manas
actúa como transmisor de la experiencia sensorial al octavo nivel de conciencia.
No se
trata de un fenómeno diferenciado ni perceptible. Es aquello que se diferencia,
el punto medio creativo y origen de toda diferenciación.. Perls se refiere a la
base indiferente como “el vacío fértil” o “la nada”, es en filosofía Budista la
octava conciencia, la conciencia universal, alaya-vijñana.
El sí
mismo se encuentra, espontáneamente, en el modo de en medio, integra los polos
actividad y pasividad, hacer y padecer, en la medida en que ofrece una base
para el sentir, pensar y hacer, libres y espontáneos, como una imparcialidad
relativa a partir de su indiferencia y de su centro.
- Pero el sí mismo es en realidad el
integrador, es la unidad sintética, como lo llama Kant. Es el creador de
la vida. Este sí mismo, que podemos relacionar en el modo del medio (como
el no hacer de la filosofía oriental), es creativo, y lo podemos
considerar como semejante al yo de la indiferencia creativa de
Friedlaender. “No se trata de la Gestalt que forma, sino de la formación
de la Gestalt, es decir, el sí mismo es la relación dinámica entre el
fondo y la figura, que deben entenderse como polaridades. Estableciéndose el vacío fértil cuando
esta polaridad de la figura es la base, no el fondo, la base indiferente
que ni diferencia, ni se posiciona en la percepción. (Frambach)
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