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Paz y Ciencia

miércoles, 22 de mayo de 2013

El Darse Cuenta

 
 
Tal vez lo más importante y revolucionario que ha surgido

en los últimos años en psicoterapia y en desarrollo personal ha sido

el énfasis que se está dando al proceso del darse cuenta, del tomar

conciencia, del estar alerta. Estuve tentado de escribir el "descubrimiento

del proceso del darse cuenta", pero esto no seria verídico.

Desde que surgió la vida en la tierra ésta es una capacidad propia

de todo lo animado, desde la ameba más modesta y humilde hasta

el más evolucionado de los hombres. Es que últimamente, en lugar

de continuar embutiéndonos ideas, interpretaciones y patrones de

conducta, la sicoterapia y en particular la terapia Guestáltica han

comenzado a proclamar la capacidad de darse cuenta o "awareness",

en inglés, como el agente curativo más importante. De hecho es

una propiedad que todos tenemos, y que unes más y unos menos,

hemos ido perdiendo en el transcurso de nuestro crecimiento. El

darse cuenta de un recién nacido se limita a algunas necesidades

de orden fisiológico y de afectos generales, como agrado y desagrado.

A medida que se va creciendo y el mundo va creciendo para

el individuo, también aumenta su capacidad de darse cuenta. Tengo

tal o cual apetito. Siento tal o cual emoción. Hasta aquí el fenómeno

se presenta como algo sencillo. Luego vienen las relaciones

interpersonales, el grupo, la sociedad, los parientes. Ellos me imprimen

sus deseos y expectativas y yo les imprimo las mías. Final

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mente, la vida social


—es decir la vida en una sociedadtermina

por moldearme, por conformarme de acuerdo a su modelo, me compenetro

de sus ideales, de sus reglas, de sus exigencias, y acabo

identificándome enteramente con ella y muy posiblemente divorciado

de mí mismo (excepto tal vez por esos molestos dolores de cabeza,

esos resfríos frecuentes, esas depresiones o esos problemas a la

columna, etc., que me permiten faltar a mis deberes habituales),

además de manejado por las necesidades ficticias que me crea la

publicidad y por lo tanto amargado con mi existencia ya que no

puedo ni tener, ni hacer todo lo que quiero, o no me puedo librar

de las cosas que quiero, o no me puedo relacionar con las demás

personas del modo que quiero, o no puedo sentir las cosas que quiero,

o quisiera, sencillamente, ser otra, persona de la que soy. En

este punto la cosa ya no es tan sencilla. De todo lo mucho que me

doy cuenta, no sé qué es mío ni qué proviene del mundo. No sé qué

es real, ni sé qué es fantasía. No sé si vale o vo la pena, no sé si

voy a poder salir adelante o no.

Este libro es para esto. Para desenredar la madeja. Para

comenzar a colocar las cosas en su sitio dentro de mí y en los

demás. Esto es recuerdo, esto es aquí y ahora. Esto es proyección,

esto es mío. Esto es emoción, esto es intelectualización. Esta es mi

mano, ésta es la tuya.

También sirve para explorar la, infinidad de modos de expresarme

con el cuerpo que tengo. Sirve para explorar la increíble

capacidad creativa, que está en cada uno de nosotros al asumir que

somos un rosal, somos un pez en el agua, y también somos un demonio.

Con esto nos acercamos cada vez más a la sabiduría oriental

donde el Samurai depende enteramente de su alerta, de su darse

cuenta centrado en el presente y en sí mismo, y donde el artista

Zen representa solamente aquello en lo cual se ha transformado

compenetrándose hasta la identificación con el objeto.

A mi modo de entender, el hombre como especie tiene tres

capacidades peculiares que lo distinguen. Su fantasía o imaginación,

su capacidad de moldearse a distintas situaciones o plasticidad,

y su capacidad de comunicarse. Es un hecho que las civilizaciones

se han construido en base a la capacidad inventiva, generalizadora,

proyectista de los hombres


siempre pensando en el mañana—,

empujados tal vez por su angustia ante el hoy. Queriendo

hacer un mundo mejor para sus hijos, como si con esto hicieran a

sus. hijos más felices. ¿De dónde proviene este temor ante el tiempo,

este no poder dejarse estar, este tener que empujarse hasta

límites que hace unas décadas parecían absolutamente inalcanzables?

¿Es que nos proyectamos en nuestros hijos y no podemos dejar

prólogo 11

de vernos a nosotros mismos en ellos? ¿Es que no aceptamos que

ellos sean otras personas que nosotros? ¿Es que renunciamos a ser

nosotros mismos y ya sólo esperamos que ellos sean lo que nosotros

no fuimos? ¿Es que nos angustia el pensar-imaginar-fantasear

que ahora es ahora y que este momento se fue y no volverá jamás?

¿Es que nos angustia la idea de la nada? Pienso que si bien la fantasía

sirve para la vida diaria, también es nuestra trampa, y muchas

veces mortal. Afortunadamente, el hombre se está volviendo

una vez más a sí mismo. Ya no se trata tanto de poseer y manipular

objetos, sino que está empeñado en descubrir dentro de sí posibilidades

nuevas, modos de estar nuevos y que hasta ahora eran

inalcanzables para el común de los mortales de occidente. Mientras

las demás ciencias nos han dado las armas para controlar y aniquilar

el balance de la naturaleza, las ciencias o artes del espíritu

con su renacimiento nos están recordando que el mundo tal cual es,

es hermoso y suficiente, y que tal vez lo más hermoso son los espacios

interiores de cada persona, sus fantasías tomadas por lo que

son, y su capacidad de comunicarse y vibrar juntos.

A diferencia de otras especies, donde la especialización es

siempre la regla: viven un tipo de vida, hacen un tipo de cosa, tienen

un modo determinado de moverse; en nosotros pareciera que

la regla es precisamente que podemos hacer muchísimas cosas diferentes,

vivir de modos diferentes, creer en cosas diferentes, comer

cosas diferentes; ser vegetarianos, macrobióticas, carnívoros, alcohólicos,

etc. Tal vez por esto es que se dice que el hombre moderno

vive actualizando sólo un 15 a 20% de su potencial. Nuestra marca

de fábrica podría ser la variabilidad o plasticidad. Es por esto

tal vez que estas dos últimas décadas van a ser conocidas como las

décadas del potencial humano. Ha habido una explosión de técnicas

e ideas que basadas en su plasticidad (en lugar de su rigidez)

favorecen el desarrollo humano, mejorando el estado físico y síquico

de las personas. El hombre una vez más se vuelve a sí mismo.

Si solamente pudiéramos comunicarnos verdaderamente. Si

solamente yo me detuviera a escuchar las señales que percibo desde

dentro de mí. Si solamente escuchara y atendiera a todo lo que

me está expresando el otro cuando me dirige la palabra. Tal vez si

cada uno se hiciera responsable de lo suyo


de lo verdaderamente

suyo


no estaríamos metidos en esta loca carrera de poderío y

destrucción. ¿Será que amamos más la muerte que la vida y por

esto no podemos centrarnos en el presente? Curiosa paradoja, para

poder vivir tenemos que aprovisionarnos de herramientas para matar.

¿Qué país puede decir que gasta más en salud y beneficencia

que en armas?


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No sé por qué llegué tan lejos al ir escribiendo este prólogo,

será que estoy expresando mi sensación de alarma ante lo

que ocupa mi mente en este instante. Todo el mundo de habla hispana

está convulsionado. Unos porque dicen que la verdad es A,

otros porque dicen que la verdad es B. ¿ Y quién dice qué es la verdad

y cómo se llega a ella? Yo tampoco tengo la respuesta. Tal vez

estoy llegando a mi verdad, al igual que usted. Y, curiosamente,

pareciera que siempre estuvo ahí


dentro de mí—, tapada y enterrada

bajo rumas de ideas, expectativas, necesidades inventadas,

ideologías, temores, etc.

Ayer andaba por la montaña y ensayaba en mi cabeza lo que

escribiría. De algún modo la belleza del paraje y la sencillez de la

naturaleza me hicieron asociar esto a la belleza y la sencillez innata

en el hombre. ¡Si sólo nos diéramos cuenta de ello! Creo honestamente

que este libro puede servir para esto. Cuando mi amigo John

Stevens me encomendó la edición española de los títulos de su Real

People Press, yo no sabía que iba a ser una labor tan gratificante

como lo ha sido hasta ahora. Siendo editor me doy cuenta de mi

enorme y hermosa responsabilidad. Yo he decidido el darle a usted

la posibilidad de leer tal o cual cosa. En cierto sentido me siento

un educador, estoy mostrando qué y cómo hay que mirar para hacer

descubrimientos. Siendo lector usted también comparte esta responsabilidad.

Usted tomó este libro libremente, y podrá hacer de él

lo que le plazca.

En la introducción a "El Secreto de la Flor de Oro" (Paidos,

Buenos Aires, 1972) Jung y Wilhelm escriben:

"Un antiguo adepto dijo: Pero si el hombre erróneo usa el

medio correcto, el medio correcto actúa erróneamente. Ese

proverbio de la sabiduría china, por desgracia tan sólo

demasiado cierto, está en abrupto contraste con nuestra

creencia en el método "correcto", independiente-mente del

hombre que lo emplea. En verdad todo depende, en esas

cosas, del hombre, y poco y nada del método. El método

es ciertamente sólo el camino y la dirección que uno

toma, mediante lo cual el cómo de su obrar es la fiel

expresión de su ser. Si esto no es así, el método no es más

que una afectación, algo artificial aprendido como un

agregado, sin raíces ni savia, sirviendo al objetivo ilegal del

autoencúbrimiento, un medio de ilusionarse sobre sí mismo y

escapar a la ley quizás implacable del propio ser."

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