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Paz y Ciencia

viernes, 10 de mayo de 2013

Incomunicación: Carlos Castilla del Pino



INCOMUNICACIÓN

La forma capitalista se ha desprendido, pues, de la alienación que lo sobrenatural deparaba, pero ha inmerso al hombre en una nueva forma de alienación, la alienación egotista. El resultado de todo ello, es la incomunicación. El hombre entre nosotros, al renunciar a la instancia elemental de su convivencia, de su altruidad, queda solo. Es un hecho que entre nosotros, me refiero a España, en donde hemos podido pasar (aunque no puede decirse que con carácter general, porque nuestra sociedad no es homogénea en sus formas de producción) de una forma clásica de producción a una forma de sociedad de consumo, es un hecho, repito, que hemos podido observar el retraimiento como un carácter definitorio de nuestra conducta. Más que en ningún otro momento, grandes sectores de nuestra sociedad parecen haber renunciado a la comunicación y a la confiabilidad, para quedar inmersos, todo lo más, al más estricto círculo de la familia. No es que de pronto se hayan descubierto los máximos valores que la dedicación a la vida familiar supone. Se trata de una dedicación reactiva, secundaria a la decepción que de los otros hemos, una y otra vez, experimentado. Lo que esta retracción supone es la crisis en la fiabilidad del prójimo, la conciencia de que, tarde o temprano, si los intereses están en juego, nos exponemos a ser sacrificados. Así, la amistad misma sabemos que hay que tomarla y vivirla epidérmicamente, a conciencia de la peligrosidad que una ingenua comunicación puede llevar consigo en el futuro, cuando este amigo de hoy se nos torne nuestro rival; a conciencia de que la amistad misma no es criterio suficiente para verificar la entrega que sería requerible y a la que nos sentimos instados.

Carlos Castilla del Pino: <>

Tenemos que recordar que este texto tiene 30 años aproximadamente. Sin embargo, existen cuestiones vigentes, la incomunicación y la alienación del hombre es algo inscrito en nuestra sociedad, en nuestra cultura. Impera el individualismo. Esto convierte a las personas en guerreros que compiten consigo mismo y con los demás. Ese individualismo-alienación-egotismo-competición es el eje vertebrador del narcisismo de nuestra sociedad. Ganar es algo normal, tener es algo normal, SER parece patrimonio de iluminados. Rodrigo Córdoba Sanz. PSicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. 10/5/2013

1 comentario:

ΣAnx_ dijo...

Me gustaría saber cual es la alternativa. El ocio perenne, mirarnos todos unos a otros como bobos, adulándonos. No cuestionarse a los elegidos para dirigirnos el cotarro, a las "autoridades". Vivir la claustrofobia en estado puro, y no poder ser libres, diversos. La familia es un descanso, pero es una institución no generalizable para una muchedumbre, el todos en todo y todos en nada. Mientras unas omnímodas castas dirigentes vigías velan por nosotros totalitariamente. Vaya una sociedad de la simpleza. Con sus tiranos diciéndonos en todo qué es Ser. Caray con Castilla, un genio pero tan despiadado él, por ejemplo, con los insulsos, a sus ojos (me he leído al menos sus memorias).