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Paz y Ciencia

lunes, 22 de marzo de 2010

El caballo como objeto transicional en el autismo

El autismo es un trastorno que empieza en los primeros meses del infante. Causa problemas de socialización, estereotipias, manierismos, comportamientos obsesivos, trastornos en la comunicación y una aparente frialdad afectiva que congela los ánimos de los padres, quienes sufren mucho al ver la distancia emocional generada entre el niño y ellos mismos.
Existen diversos tipos de autismo, diversos grados, en un alto porcentaje existe algún índice de retraso mental. Son personas que popularmente son conocidas por tener a veces grandes capacidades frente a mermas en otras muchas áreas de su vida.
"Sueño de una noche de invierno" o "Rainman" son algunas de las películas que tratan de este trastorno que se diagnostica a veces más tarde de lo ideal. Con un buen tratamiento psicosocial, ayuda en las facetas sociales y una forma de explorar el mundo con un estímulo que atraiga la atención se puede tener una relativa funcionalidad.
Es de destacar el severo sufrimiento de estas personas a medida que crecen, que se ven raros, en otra frecuencia de onda, con unas vibraciones muy distintas a la media de la población y su comportamiento característico que puede diferir mucho de una a otra persona interfiere en el establecimiento de lazos fuertes. Un animal puede ser el objeto transicional que les conecte con la realidad y les haga despertar, recordemos que un objeto transicional se valora por su uso, es un objeto yo-no yo, que enlaza la fantasía del infante con la realidad. El espacio potencial para winnicott es: "Para designar la zona intermedia de experiencia entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la verdadera relación de objeto, entre la creatividad primaria y la proyección de lo que se ha introyectado, entre el desconocimiento primario de la deuda" (con el mundo exterior) "y el reconocimiento de ésta" (Winnicott, 1971). Dice Winnicott: "La tarea de aceptación de la realidad nunca queda terminada". "Ningún ser humano se encuentra libre de la tensión de vincular, la realidad interna con la externa. El alivio de dicha tensión lo proporciona una zona intermedia de experiencia que no es objeto de ataques (las artes, la religión, etc.)". Hay que entender la paradoja de que no es algo interno ni externo, está en un espacio intermedio.
De manera que esta experiencia, en la óptica de Winnicott, nunca termina. Para el autor "en un estado de buena salud el objeto transicional no entra (al aparato psíquico) ni es forzoso que el sentimiento relacionado con él sea reprimido. No se lo olvida ni se lo llora. Pierde significación, y ello porque los fenómenos transicionales se han vuelto difusos, se han extendido a todo el territorio intermedio entre la realidad psíquica interna y el mundo exterior tal como lo perciben dos personas en común, es decir, a todo el campo cultural (...) En este punto mi tema se amplia, y abarca el del juego, el de la creación y apreciación artísticas, el de los sentimientos religiosos, y el de los sueños..." (Winnicott, 1971).
El caballo es un puente entre la realidad interna del infante y la realidad empírica, gradualmente puede pasar de la omnipotencia del pensamiento y esa cáscara que le aisla del exterior a desarrollar una membrana más permeable.

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