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Paz y Ciencia

miércoles, 24 de marzo de 2010

Algo de amor

El amor es una suerte de relación entre dos donde se desarrolla un sumatorio que conjuga la terapia. En toda relación hay una fantasmática, una relación soñada y deseada, donde los dos miembros de esa pareja se fusionan en una superestructura. Los sueños, los anhelos, los sentimientos y los deseos se ven entrelazados configurando una relación de pareja. Decía Lacan que no existe la relación sexual. En el sexo no cabe la oratoria de la fantasmática, no hay un objeto con el que se liga la persona, el sexo para Lacan es sólo eso: sexo.
Desde luego que los cimientos de una relación no se basan en el sexo sino en la reciprocidad, en la mutualidad y en un dar sin espera de recibir. Pero para que las cosas vayan bien debe haber un camino de ida y vuelta de afecto, en caso contrario se va deteriorando la relación. El amor es una experiencia plena, llena de vida, vivificadora, que produce una transformación interior. Se trata del regreso en la fantasía y el recuerdo a nuestro primer objeto amoroso, generalmente la madre. A veces se da que una persona dependiente necesita de otro para que le de el cobijo, el amparo, la guía y el sostén emocional de un padre. Esa persona es, tal vez, inmadura, y es difícil que se disponga en la relación para construirla entre dos. Probablemente canalice el amor en un sentido, hacia su propia persona, egoísmo que puede verse irrumpido por la llegada de los hijos que desplazan las catexias libidinales inexorablemente.
El amor es fruto de un encuentro en un territorio donde ambos muestran, una vez que se desarrolla el amor genuino y auténtico, tras tiempo de conocerse, de medirse, de probarse, un respeto sincero hacia la otra persona, una devoción común y corriente, es una experiencia maravillosa porque se suman dos psiques construyendo un universo distinto al de sus singularidades. Se conocen y descubren nuevos mundos y se mantiene siempre la confianza de que hay un otro que está allí, velando por esa persona, dispuesta a cuidarla, a abrazarla y besarla como señales de afecto que se van interiorizando y desmontando el cinismo que pudiera haber en torno a las relaciones de pareja.

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