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Paz y Ciencia

martes, 16 de marzo de 2010

Sistema Líquido

Los adolescentes presentan cada vez más una "estructura" líquida social, esto es, no existen límites, ni estructura continente. Ahora se pretende patologizar toda conducta del adolescente indomable. Consumo de drogas, faltas de asistencia a clase, problemas con los padres, dificultades de comunicación... Son varios de los problemas que fluyen por esa ausencia de límites. Los padres delegan en el maestro o tutor y los maestros no están investidos por los padres como para dedicarse a educar, si es que quieren y se lo ponen accesible.
Dice Aurelio Gracia (Psicoanalista) en el Periódico de Extremadura: "El sociólogo Zygmunt Bauman ha calificado a la sociedad contemporánea con el epíteto de líquida en contraposición a la fortaleza que nos ofrecían los puntos sólidos de referencia social. Estos puntos hoy se presentan confusos."
Por tanto tenemos adolescentes con tendencia antisocial sin capacidad simbólica, con falta de ganas de emprender cualquier actividad que no sea lúdica, aunque a veces, también, sin demasiada pasión.
Los padres suelen querer atajar este problema una vez que aparecen los problemas escolares, que es el síntoma de que algo no funciona bien dentro del sistema familiar.
Pero que los padres interioricen que sus sentimientos, su relación y su forma de tratar a su hijo, así como el afecto expresado, tiene relación con los problemas de su hijo, es harto difícil.
Depositan al paciente identificado en la consulta con el ánimo y la esperanza mágica que sin un trabajo conjunto se pueden hacer cambios dramáticos.
Los padres no son los terapeutas, aunque a veces puedan suplir ciertas carencias que se vive en el entorno familiar.
La genética y la educación en una primera generación no es suficiente para entender este grave problema que algunos expertos defienden que no es una enfermedad y que se corrige "dando dos hostias". Se trata también de entender las "malas compañías", tal y como se decía antes. Ahora los padres se ven subyugados por el poder dado por la sociedad al hijo, quien hace lo que quiere con sus profesores y con sus padres, buscando a veces la connivencia del terapeuta.
Por ello es pertinente en estos casos realizar una mediación y un tratamiento individual con el adolescente. En muchos casos vemos que la capacidad de simbolizar un espacio de reflexión en la familia es nulo, a veces ni los padres ni los hijos quieren o pueden hablar. La frustración ahonda en los padres y el poder queda reforzado en el hijo quien se aúpa en el trono del emperador para seguir haciendo lo que quiere pero sin saber más ética que la explicada en educación para la ciudadanía, si es que acude a esa clase, ya que no suele tener buena acogida, ora por padres ora por alumnos. En fin, los sociólogos están alojando en la prensa documentación importante sobre este fenómeno, psicólogos y otros nos sumamos a esta propuesta desde la defensa del menor pero denunciando que para que ese menor pueda devenir en adulto necesita saber comportarse en un sistema de reglas, desde el principio de su vida.
También hay que señalar que cada sujeto es distinto y que las características propias de cada caso no pueden ser desprendidas de un "caso-tipo". El estudio individualizado de estas personas sirve y ha servido para abstraer leyes, pautas educativas y mediacionales a los terapeutas.

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