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Paz y Ciencia

viernes, 12 de marzo de 2010

Valiente compromiso



Audaz es la mirada de aquel que hilvana tu discurso aventurado con el tuyo, tejiendo una red que cubre y ampara la caída. El relieve del encuentro lleva a recorrer un camino juntos, de una forma cálida, abierta y hermosa. No existen palabras más que el vivenciar creativo conjunto de quienes acuerdan cambiar el cosmos a partir de la palabra. Es un encuentro de silencios y vocablos, de miradas y gestos. Allí se puede dirimir el exacto momento en el que uno de los dos, tal vez los dos, tuvieron una falta. Dice Ripesi que en cada encuentro hay que reestructurar la propia novela familiar. El fruto va cayendo en el silencio acompasado de palabras rítmicas que bosquejan una melodía vívida del Eros. El hechizo del amor, va conectando a uno de ambos con los objetos mientras otro mira y está, atento, acompañando, como dando palmas o siguiendo una melodía con su flauta travesera. En el horizonte el deseo de uno de ellos, cambiar, al mismo tiempo está formulado el abismo impenetrable de lo que se quiere modificar, y ante eso una atmósfera recogida donde los sueños atesoran la rica vida y la creatividad queda convocada. Mientras tanto, hasta llegar allí, surge el momento de la inquietante y penetrante duda, dónde estoy, qué voy a hacer.
Seguir los pasos del pasado para poder mirar al futuro es un gesto focalizado y tal vez desentonado de rumiar hacia la claridad de lo que se antoja conmovedor.
Esa aventura es magistral, porque hay uno que enseña sus mundos, el interno y el externo, tejidos no siempre por un espacio transicional que recorre las tibias aguas del placer y la realidad. Emergiendo del fondo brotan incansables centenares de palabras ligadas a vívidas emociones que van erizándose en el alto del camino para volver a tejerse. La experiencia despunta los pelos, la nuca revela una reacción fisiológica que invita a pensar en lo dulce de esa liberación y la vida cambia de rugosidades.

Rodrigo Córdoba Sanz.

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