La confianza es tenue, liviana y frágil. Por ello es importante construir un espacio de confianza. Esto es primero al exhibicionismo interpretador del analista. Si entramos en interpretaciones podemos encontrarnos con personas que niegan sistemáticamente las interpretaciones o tal vez que la confianza no se desarrolle y el carácter persecutorio, me refiero a la suspicacia propia de quien se ve perseguido, haga que no se desarrolle, penalizando la labor analítica, disminuyendo la eficacia del trabajo y la calidad de la relación. En un orden superior podemos hablar de una relación que se ve colapsada por la desconfianza, el escepticismo y fantasmas inconscientes que habría que exponer caso por caso. Es curioso aquellas personas que llevan varios años de análisis y que sin embargo esconden, ocultan y difuminan la realidad que muestran, de forma, y ahora hablo de un caso particular, un mundo idealizado después de un breakdown, un agujero en la realidad que abre una nueva vida. Sin embargo aun continúa ferozmente investida la idea que forja la patología. Un hilo de razón hace dudar pero la omnipotencia de pensamiento lleva a aferrarse a esa idea ligada a la pulsión de muerte. Se trata de una honda escisión, una cara aparente y un fuero interno herido.
Podemos trabajar la confianza en un espacio poco persecutorio pero cada consultante se convoca al espacio analítico con una fantasmática ligada a su historia pasada y actual, a sus referentes, a sus fantasías y a sus sentimientos.
Es importante el quiebre entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva, entre la puesta en escena, lo objetivado y lo que se vive en la contratransferencia.
Ahora bien, no hay que sobrevalorar el efecto de la contratransferencia pero a veces podemos encontrarnos con curiosas maniobras de marear el enfoque de la realidad en beneficio de una verdad. Verdad que dio origen al sufrimiento y que con la disolución del delirio se torna desnuda de la defensa que le ha protegido de una locura insalvable.
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