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Paz y Ciencia

miércoles, 1 de julio de 2009

Pedazos del pretérito imperfecto

"Muy señora mía: Después de saludarle y desearle buen estado de salud, quiero felicitarla porque su hijo Carlos ha superado todos sus exámenes y además con una nota excelente. Pero como la vida es una mezcla de pensar y alegría, lamento comunicarle que no será posible admitirle para el nuevo curso. Su pecado es la soberbia con reincidencias".

Llegué a casa. Caí sobre mi laboratorio como un ave rapaz. Tenía muchos proyectos. Me hice un horario (que nunca cumplí): ocho horas para dormir; cuatro para laboratorio; dos para lecturas; dos para estudio del próximo curso; las restantes ocho para los amigos, excursiones, comer, etcétera. Siempre me ha pasado lo que a la mayoría de la gente: de cuanto más tiempo dispones, menos haces.

Don Francisco Bermejo me fue dejando las obras completas de Freud. El primer volumen, Psicopatología de la vida cotidiana, fue más bien devorado. De pronto se me iluminaron las motivaciones de determinados comportamientos y, como era de esperar, nada sucedía en mi presencia -olvidos, lapsus, etcétera- que no fuese freudianamente interpretado. Cuando proseguí la lectura de los volúmenes siguientes, haciendo resúmenes detallados de los mismos, di un salto gigantesco.

Afectado de pleuresía escribe:
Comencé a escribir y rellené quizás unas cincuenta cuartillas. Tuve la gloriosa sensación de que estaba ecribiendo un libro. En una cuartilla en blanco preparé la portada:
Carlos Castilla del Pino
EL YOÍSMO Y EL ENTE YOÍSTA
San roque, septiembre de 1938
La tesis del libro derivaba, como no podía ser de otro modo, de la experiencia de mi enfermedad. Me sentía solo. Me habría de sentir solo. Elevaba mi sentimiento a categoría universal. En la vida, la soledad era el destino forzoso de todo ser humano, aunque lo ignore. Los sentimientos de conmiseración, de piedad, de simpatía, duran un instante; luego se desvanecen. El sujeto no puede mantener esa tensión emocional sobre el objeto y lo abandona...

...Nada de esto salía en el libro, pero latía en su fondo. Tampoco seguía un plan preciso, sino que adopté el cómodo carácter aforístico de los textos de Nieztsche. Pretendía argumentar algo que no logré formular, pero que inmediatamente después vi de manera clara, a saber: antes que la soledad llegue porque los demás te abandonen, búscala tú y entrégate a tu yo. vve sólo para tu yo. Pero frente al egoísmo interesado que rige en las actuaciones de los humanos, el ente yoísta erqa alguien vuelto hacia sí mismo, entregado a la soledad para el cultivo de su propio huerto, es decir, para la tarea a la que uno se sentía llamado (en mí, la investigación científica, el leer y escribir). El triunfo del ente yoísta se alcanzaría a través de un gesto soberbio: aquel sujeto, hosco y excéntrico, entregaba al fin a los demás el resultado de su trabajo en soledad (el gran descubrimiento, la obra admirable, el libro imprescindible).

Carlos Castilla del Pino: Pretérito Imperfecto. Autobiografía. IX Premio Comillas

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