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Paz y Ciencia

miércoles, 22 de julio de 2009

Comentarios:Las perspectivas de Winnicott y de Kohut en el psicoanálisis


Las patologías que nos interrogan en nuestros días (especialmente los esquizoides y los borderlines) se gestan en los desencuentros y en las separaciones -se nutren de ausencias- quitándole a la histeria el privilegio que había adquirido en el siglo pasado. Muchos sufrimientos psicológicos del hombre a partir de la postguerra, son como consecuencia de no poder hallar con facilidad la presencia o la disponibilidad de un semejante, la comprensión, el encuentro, la cooperación intergeneracional, el respeto a la intimidad, que en plena sociedad posindustrial rehuyen tanto más que en la época de la modernidad freudiana.

"Sería agradable poder aceptar en análisis solamente a aquellos pacientes cuyas madres, al comienzo y durante los primeros meses de vida, hubiesen sido capaces de aportar condiciones suficientemente buenas. Pero esta era del psicoanálisis se está acercando irremisiblemente a su fin".

Winnicott (1955)

Si nos preguntáramos qué representa Freud para los analistas de hoy en día -y dejando de lado los que por su vínculo narcisista con el maestro hicieron por la vía de la idealización de su teoría un dogma- podemos consensuar un modelo de incansable investigador, no conformista y entusiasta, que teorizó y se refutó a si mismo, por lo que su obra científica siempre abierta, no resulta uniforme ni lineal. Saludablemente podremos identificarnos con su curiosidad, su rigor científico y su actitud frente a aquello que resultara novedoso. Después de todo, él decía que el único texto sagrado era el del paciente, y éste nunca es el mismo: se agregan patologías, varían las prevalencias, “construimos” otros pacientes desde diferentes culturas5. Seguramente hoy podremos refutar, complementar o descentrar el resultado de muchas de las investigaciones freudianas, pero probablemente su método -su modo de investigar- continúe con pocas variantes.

“El orden que imagina nuestra mente -nuestras teorías- es como una escalera, que se utiliza para llegar hasta algo. Pero después hay que arrojar la escalera, porque se descubre que, aunque haya servido, carecía de sentido.”

U. Eco, “El nombre de la rosa”


Freud define en 1922 los “pilares básicos de la teoría psicoanalítica”, señalando que ellos son:

“El supuesto de que existen procesos anímicos inconscientes; la admisión de la doctrina de la resistencia y de la represión; la apreciación de la sexualidad y del complejo de Edipo: he aquí los principales contenidos del psicoanálisis y las bases de su teoría, y quien no pueda admitirlos todos no debería contarse entre los psicoanalistas”.

Los observadores sociales como Lipovetsky, lúcido ensayista, dice en 1986: "Don Juan ha muerto; una nueva figura, mucho más inquietante, se yergue: Narciso, subyugado por sí mismo en su cápsula de cristal". Y luego: "Los pacientes ya no sufren síntomas fijos sino de trastornos vagos y difusos; la patología mental obedece a la ley de la época que tiende a la reducción de rigideces así como a la licuefacción de las relevancias estables: la crispación neurótica ha sido sustituida por la flotación narcisista. Imposibilidad de sentir, vacío emotivo, aquí la desubstancialización ha llegado a su término, explicitando la verdad del proceso narcisista, como estrategia del vacío".
Teniendo en cuenta estas dificultades, podemos inferir que uno de los factores que hacen de la nuestra una profesión imposible es que cuando llegamos a un aceptable nivel de conocimiento respecto de la patología con la que tenemos que lidiar, se producen cambios tanto en nuestro objeto de estudio, como en nuestro trabajo clínico y por ende en nuestras teorías.
Ambos autores adscribirían a la postura de Fairbairn (1941) en cuanto a la necesidad primaria del encuentro con el medio ambiente. Este autor proponía que la libido era buscadora de objetos y no de placer; a las zonas erógenas como canales mediadores, y a las fases libidinales como "técnicas del yo" para regular las relaciones con los objetos, en la concepción que podemos denominar del "impulso primario" (búsqueda de objetos como motor central del psiquismo), divergente de aquella de "impulsos secundarios" sostenida por Freud, la sexualidad cabalgando sobre los instintos de autoconservación, o anaclisis.

Winnicott resulta fundamentalmente un vitalista, un buberiano; mientras que Kohut enfatiza la cooperación intergeneracional en oposición a la lucha edípica, siendo estas posturas coherentes con los planteos de cada uno de los autores respecto al origen y desarrollo del self.

Estos dos autores, y luego algunos de sus seguidores, han comenzado a desarrollar, desde el campo psicoanalítico, conceptos hasta ahora no abordados por nuestra disciplina. Algunos ejemplos son: la esperanza, el sentirse real, la creatividad, la armonía, el vacío, la plenitud, la expresividad, la personalización, la vitalidad. Si bien parten de diversos esquemas referenciales y de bases empíricas disímiles, convergen en conclusiones semejantes respecto a la comprensión de los fenómenos psíquicos.

Hemos planteado algunos enfoques comunes y también las diferencias entre dos autores que comparten una misma perspectiva. Profundizar en distintos esquemas referenciales teóricos nos permitirá, sin duda, intentar ir más lejos en los planteos de búsqueda de nuevos modelos más abarcativos, sin deformar las propuestas originales de cada autor. No sólo será de utilidad para evitar el reduccionismo dentro de nuestro campo, sino para establecer (como parece hacerlo necesario la clínica de los pacientes que hoy vemos, cada vez más complejos) lazos respetuosos y productivos con la psiquiatría, las neurociencias, con otras psicologías, la lingüística, la antropología y la sociología con las que tendremos que dialogar y enriquecernos. Quizá sea necesario que trabajemos en dos líneas paralelamente, por un lado, planteando claramente las convergencias y divergencias de las perspectivas psicoanalíticas, y por otro, con el auxilio de otras disciplinas, en la búsqueda de un enfoque superador, más abarcativo, que nos posibilite no sólo comprender mejor nuestro objeto de estudio (finalmente, nuestros pacientes, nuestras metapsicologías) sino también ubicar al psicoanálisis en un nivel de diálogo simétrico con otras ciencias.

"...en contraste con la estructura de personalidad de los pacientes de fin de siglo, cuyo examen llevó a Freud a concebir una psique dicotomizada y más tarde a hablar del conflicto estructural, la organización de la personalidad prevaleciente en nuestro tiempo no está tipificada por la simple escisión horizontal que provoca la represión. La psique del hombre moderno, aquella que describieron Kafka, Proust y Joyce, está debilitada, fragmentada en múltiples partes (escindida verticalmente) y carente de armonía. De ello se desprende que no podremos comprender en forma adecuada a nuestros pacientes y explicarnos lo que a ellos les ocurre, si pretendemos hacerlo con la ayuda de un modelo de conflictos inconscientes no apto para ello"

Kohut (1984)

Hemos planteado algunos enfoques comunes y también las diferencias entre dos autores que comparten una misma perspectiva. Profundizar en distintos esquemas referenciales teóricos nos permitirá, sin duda, intentar ir más lejos en los planteos de búsqueda de nuevos modelos más abarcativos, sin deformar las propuestas originales de cada autor. No sólo será de utilidad para evitar el reduccionismo dentro de nuestro campo, sino para establecer (como parece hacerlo necesario la clínica de los pacientes que hoy vemos, cada vez más complejos) lazos respetuosos y productivos con la psiquiatría, las neurociencias, con otras psicologías, la lingüística, la antropología y la sociología con las que tendremos que dialogar y enriquecernos. Quizá sea necesario que trabajemos en dos líneas paralelamente, por un lado, planteando claramente las convergencias y divergencias de las perspectivas psicoanalíticas, y por otro, con el auxilio de otras disciplinas, en la búsqueda de un enfoque superador, más abarcativo, que nos posibilite no sólo comprender mejor nuestro objeto de estudio (finalmente, nuestros pacientes, nuestras metapsicologías) sino también ubicar al psicoanálisis en un nivel de diálogo simétrico con otras ciencias.

Hasta aquí las palabras de Nemirovsky, docente y analista de la UBA, profundo conocedor de la obra de estos dos autores ---------------------------------------

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