Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza (Gran Vía 32). rcordobasanz@gmail.com Twitter:@psicoletra IG: @psicoletrazaragoza
La delincuencia: su relación con la culpa y el castigo según Freud
Freud explica qué es lo que lleva a las personas a cometer delitos, a convertirse en delincuentes.
Breve introducción
Según Sigmund Freud, hay personas en quienes la autocrítica y la conciencia moral (la consciencia de cada sujeto que califica lo que está bien o mal) son inconscientes y generan diferentes efectos como un sentimiento inconsciente de culpa. Dice Freud: «un sentimiento inconsciente de culpa de esa clase desempeña un papel económico decisivo en gran número de neurosis y levanta los más poderosos obstáculos en el camino de la curación» (El Yo y el Ello, 1923).
Con esta breve introducción hoy le traemos la postura de Freud en relación a la delincuencia, la culpa y la necesidad de castigo.
La delincuencia y la culpa
Este sentimiento de culpa inconsciente puede tener graves consecuencias en los sujetos y también en terceras personas. Freud sostiene que «Un incremento de este sentimiento de culpa inconsciente puede convertir al ser humano en delincuente. (…) En muchos delincuentes, en particular los juveniles, puede pesquisarse un fuerte sentimiento de culpa que existía antes del hecho (y por lo tanto no es su consecuencia, sino su motivo), como si se hubiera sentido un alivio al poder enlazar ese sentimiento inconsciente de culpa con algo real y actual».
De esta manera, el joven delincuente tiene un sentimiento inconsciente de culpa que lo lleva a cometer un acto criminal con el fin de sentir cierto alivio, al poder establecer una relación entre ese sentimiento que es interior con un hecho exterior, objetivo.
Entonces, según Freud, las conductas criminales que cometían los delincuentes eran cometidas porque estaban prohibidas y su ejecución les provocaba un alivio psíquico. Antes del acto criminal, el sujeto sufría de un sentimiento de culpa inconsciente, una necesidad de castigo, y luego de cometer el acto criminal sentía un alivio de esa culpa y la satisfacción inconsciente de el ser castigado a causa del delito.
Una de las causas que Freud propone para este sentimiento de culpa son las prohibiciones ejercidas por el Complejo de Edipo (no matarás a tu padre y no te acostarás con tu madre).
Por otro lado, Freud estudia a personalidades psicópatas en donde no estaría presente un sentimiento de culpa sino que lo que existiría es un desarrollo fallido de las inhibiciones morales.
Yo – Ello – Superyo
Freud estableció tres instancias para entender el funcionamiento psíquico. A continuación las explicamos brevemente, para luego establecer una relación entre el yo y el superyo que explique los actos delincuentes.
El Ello consiste fundamentalmente en la expresión psíquica de las pulsiones (energía sexual interior) y deseos.
El superyó es la instancia moral, la que prohíbe, la que juzga al yo. Constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales así como las ejercidas por la sociedad a través de la educación y las leyes. Representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Es la domesticación del humano.
El yo es la instancia mediadora entre el ello y el superyó. Intenta conciliar las exigencias del superyó y las demandas del mundo exterior con los intereses del ello que puja por satisfacer deseos inconscientes sin importar las consecuencias. El yo busca la mayor satisfacción posible dentro de los límites que él mismo se impone para defenderse de lo que angustia.
La delincuencia y la necesidad de castigo
Muchas personas que cometen delitos graves tienen como característica una fallida función del yo como mediador. En estos casos de delincuencia, no habría una correcta intervención del yo para poder mediar entre el deseo inconsciente y el superyó, instancia conformada por la cultura y la influencia de los padres. De esta manera, Freud explica que en dichos sujetos el superyó se exterioriza esencialmente como crítica y genera el sentimiento de culpa en el yo, desplegando contra él una dureza y severidad extraordinaria que Freud caracteriza como necesidad de castigo (lo que lo puede llevar al acto delincuente).
Freud aclara que prefiere usar el concepto «necesidad de castigo» en lugar de «sentimiento inconsciente de culpa», ya que el sujeto encuentra una satisfacción inconsciente en ello.
Por un lado, Freud sostiene en «El malestar en la cultura» que el sentimiento de culpa es inherente a todo ser humano, pero que cuando se encuentra en relación a un ideal del yo, sirve como forma de lazo social, mientras que cuando el sentimiento de culpa es expresado desde el superyo, es empujado a cometer el delito.
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