"¿Para qué tanta cabeza?
- Quizá para no terminar de aceptar...
¿No aceptar qué?...
- La verdad, claro".
El hombre llegó a la tienda de Baldwin el sabio, y le dijo:
- He leído mucho y he estado con muchos hombres sabios e iluminados. Creo haber podido atesorar todo ese conocimiento que pasó por mis manos, y el que esos otros maestros dejaron en mí. Hoy creo que solo tú puedes enseñarme lo que sigue. Estoy seguro de que si me aceptas como discípulo puedo completar lo que sé con lo poco o lo mucho que me falta.
El maestro Baldwin le dijo:
- Siempre estoy dispuesto a compartir lo que sé. Tomemos un poco de té antes de empezar nuestra primera clase.
El maestro se puso de pie y trajo dos hermosas tazas de porcelana medio llenas de té y una jarrita de cobre, donde humeaba el aroma de una infusión deliciosa.
El discípulo asió una de las tazas y el maestro cogió la tetera y empezó a inclinarla para agregar té en su taza.
El líquido no tardó en llegar al borde de la porcelana, pero el maestro no pareció notarlo. Badwin siguió echando té en la taza, que después de desbordar y llenar el platillo que sostenía el alumno empezó a derramarse en la alfombra de la tienda.
Fue entonces cuando el discípulo se animó a llamar la atención del maestro:
- Badwin -le dijo-, no sigas echando té, la taza está llena, no cabe más té en ella...
- Me alegro de que lo notes -dijo el maestro-, la taza no tiene lugar para más té. ¿Tienes tú lugar para lo que pretendes aprender conmigo...? -y siguió-. Si estás dispuesto a incorporar profundamente lo que aprendas, deberás animarte a veces a vaciar tu taza, tendrás que abandonar lo que llenaba tu mente, será necesario estar dispuesto a dejar lo conocido sin siquiera saber qué ocupará su lugar.
Aprender, siguiendo a los sufíes, es como encontrarse con un melocotón. Al principio solo se ve lo áspero y rugoso. El fruto no parece demasiado atractivo ni tentador; pero después de pasar la primera etapa, se descubre la pulpa y el aprendizaje se vuelve jugoso, dulce y nutritivo. Más adelante nos encontearemos con la dura madera del hueso. Es el momento de cuestionamiento de todo lo anterior, el momento más difícil. Su nos animamos a traspasar la dura corteza del apego a lo jugoso y tierno de lo anterior, si conseguimos sumar lo nuevo a lo viejo para sacar partido de ambos llegaremos a la semilla. El centro de todo. La potencialidad absoluta. El germen de los nuevos frutos.
El comienzo de un nuevo ciclo de aprendizaje atravesando el fértil vacío.
Jorge Bucay: "Cuenta conmigo". RBA, 2005, Barcelona.
Podrán ver que hay paralelismos con "La Rosa de Paracelso" del maestro Jorge Luis Borges, "El Alquimista" de Pablo Coelho, haitu del Budismo Zen, cuentos populares, etcétera.
Lo arquetípico está en la realidad externa y en nuestro mundo interno, con sus productos oníricos dulces como una fruta.
"El Anhelo del Ser", es mi homenaje a una compañera del microcosmos Twitter, donde aprendo mucho cada día. A su vez, me sumo a la dedicatoria de Bucay a este libro: "A todos los lectores de D jame que te cuente, que hicieron posible la existencia de este libro
... y de este autor".
Rodrigo Córdoba Sanz.
Psicólogo, Psicoterapeuta y Escritor.
¡Un abrazo!
1 comentario:
Muy interesante..
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