Es quizás el único trastorno de ansiedad definido por unas causas muy claras: haber sufrido o haber sido testigo de un acontecimiento traumático. Como tales, García Vera y Sanz Hernández señalan "acontecimientos o situaciones (...) que tienen una naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, que causarían por sí mismos malestar generalizado en todo el mundo".
Serían ejemplos de este tipo haber vivido o visionado un accidente de tráfico grave, experimentado desastres naturales, crímenes violentos, atentados terroristas, el suicidio de alguien cercano o haber sufrido abusos físicos o sexuales.
Los jóvenes con estrés postraumático presentan síntomas que van de recuerdos intrusivos y repetitivos (el ruido del atropello, por ejemplo), pesadillas muy vívidas y gran malestar cuando son expuestos a rememorar lo que sucedió. Tristeza, vergüenza, sentimiento de culpa, confusión, falta de concentración, irritabilidad, insomnio y falta de interés son algunos de los síntomas de las personas expuestas a un trauma así.
Se calcula que aproximadamente un cuatro por ciento de los jóvenes de entre trece y dieciocho años desarrollarán este trastorno en la adolescencia (y las chicas son más proclives a ello). Una intervención a tiempo es fundamental para evitar una afectación de por vida.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
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