sábado, 15 de febrero de 2020
Ansiedad. Definir lo intangible 3
En su célebre libro "Inteligencia Emocional", Daniel Goleman llama a la amígdala "la sede de todas las pasiones" y reconoce el papel del neurocientífico LeDoux en descubrir su rol fundamental en el cerebro emocional. Nacido en 1949, LeDoux empezó a interesarse por "el viscoso y arrugado cerebro" en la carnicería de su padre, en su Luisiana natal. Tras una brillante trayectoria académica, se especializó en el funcionamiento de las emociones, y puso énfasis en el miedo y la ansiedad. Fue él quien, dentro del sistema límbico, identificó la función de la amígdala y la bautizó como "nuestra computadora emocional". Demostró que esta pequeña estructura es la que gobierna nuestras emociones y tiene un papel determinante en nuestras reacciones de huida y anticipación. Y no sólo de los humanos: la amígdala es también la responsable de las reacciones de miedo y ansiedad en todas las especies que la tienen, como otros mamíferos, los pájaros y los reptiles.
Según LeDoux, en la amígdala se almacenan, a modo de hemeroteca, gran cantidad de memorias inconscientes relacionadas con el miedo. Por todo ello, juega un papel fundamental en el procesamiento de nuestras respuestas emocionales, ya seamos niños, jóvenes, adultos o ancianos, y también en nuestra supervivencia. De hecho, cuando una persona percibe una señal de peligro, la amígdala se dispara para que actuemos: es la responsable de iniciar la reacción conocida como "de lucha o huida" (fight-or-flight, en inglés) que ha logrado que, como especie, todavía estemos aquí.
Gobernado por la amígdala, nuestro cerebro emocional tiene la habilidad de estimar una potencial situación de peligro -para nosotros u otras personas cercanas- con sorprendente celeridad. Y también de reaccionar con una rapidez inusitada. La amígdala actúa antes de pensar: toma las decisiones antes de que lo haga el neocórtex, que es nuestro "cerebro pensante".
"Cuando se dispara, la razón y la lógica desaparecen", escribe la psicóloga Stella O´Malley en su libro Fragile. "La amígdala tiene como prioridad esa emergencia que ha detectado y anula las partes más racionales del cerebro". Por eso hay mucha gente que se siente como "secuestrada por la amígdala", porque actúa sin pensar, instintivamente. A veces, con sobradas razones. Otras, no tanto.
Porque, en ocasiones, la amígdala nos es muy útil, sí. Gracias a ella huimos de los citados depredadores en el Paleolítico o, como padres, tenemos unos reflejos de superhéroes al impedir, por ejemplo, que un niño cruce la calle sin mirar o caiga a la piscina. Sin embargo, este órgano también tiene su lado oscuro: a menudo, nos pone en alerta de forma innecesaria, lo que nos provoca ansiedad.
Rodrigo Córdoba Sanz. Nº Col.: A-1324
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es
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