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Paz y Ciencia

viernes, 9 de diciembre de 2016

La lectura positiva del posfeminismo



El campo minado de la política

El posfeminismo ha comenzado a preguntarse qué podría aportarle la noción posmoderna del sujeto disperso e inestable. El término "posfeminismo" en sí mismo arrastra sus propios problemas de definición, tanto positivos como negativos. 

Los positivos se refieren a lo siguiente: 

El posfeminismo está en permanente proceso de autotransformación  y automodificación. No presupone que los discursos feministas y colonialistas previos, sean modernistas o patriarcales, hayan sido superados, sino que adopta una posición crítica frente a ellos. Esto incluye una objeción a la "segunda ola" del feminismo, ese espléndido, múltiple y contradictorio movimiento surgido en Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa, que finalmente corrió el riesgo de coagularse en razón de sus presupuestos de que el patriarcado y el imperialismo eran las raíces de todo mal. Esta segunda ola nació en Estados Unidos y en Gran Bretaña con los movimientos estudiantiles de los '60.
Así como la primera ola de las primeras décadas del siglo XX luchó por el voto, la segunda se concentro en cuestiones relacionadas con la igualdad de los derechos laborales, la liberación del control sexual y doméstico, y la crítica a la ideología del patriarcado. 

El énfasis era la acción colectiva, que pronto reveló tensiones internas debido a que negó la diferencia, primero de clase y color y, finalmente de identidad. En parte, como consecuencia, el posfeminismo comenzó a participar del posmodernismo, al desestabilizar, aunque de maneras inesperadas y contradictorias, la noción de un sujeto fijo y total.
Hélèn Cixous, quien rechaza toda teoría por considerarla irreductiblemente falocrática, y por lo tanto se alinea con Derrida y se opone a Lacan. 

Cixous, al destacar lo subversivo de la escritura de lo femenino, le hace tener contacto con Julia Kristeva
, quien conceptualiza un espacio preedípico en el que las pulsaciones corporales, aún no reunidas en un sistema de pulsiones, perturban intermitentemente el discurso simbólico. Kristeva denomina "semióticas" a estas pulsaciones, pero deja en claro que lo "semiótico" se hace sentir en flujos de movimiento constante, independientemente de si su lugar es un cuerpo masculino o femenino. De hecho, que sus investigaciones dentro de la literatura y la poesía se refieran principalmente a artistas de vanguardia masculinos es algo que inquieta a las feministas. Ninguno de estos feminismos franceses se alinea con el movimiento femenino tal como aparece en el mundo anglófono, aunque sus objetivos tienen su propia fuerza política.
Pese a su propia crítica al psicoanálisis, se acercaron mucho más a la noción de inconsciente que la corriente anglófona de aquel momento, y fue su investigación de las complejidades de la subjetividad la que allanó el camino para la transición del feminismo al posfeminismo.

Elizabeth Wright: Lacan y el Posfeminismo
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta Zaragoza

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