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Paz y Ciencia

viernes, 2 de diciembre de 2016

Amor en la familia



Si suponemos que repartiendo el amor de una madre en partes iguales entre los hijos y haciéndoles conscientes de que hemos superado el problema, lo que realmente hemos hecho es demostrar que no conocemos cuál es el origen de los celos.

Los niños no desean cantidades iguales de amor a las de sus hermanos. Lo que realmente quieren es todo el amor de sus padres. Necesitan ser amados únicamente.

Por ello, los que quieren ser excesivamente justos con cada niño terminan a menudo enfadados con todos los hijos. 

La espontaneidad de los padres no puede estar controlada siempre por el temor de contrariar a otro hermano. En este caso, la vida se vuelve dura para toda la familia.
No se quiere a todos los hijos del mismo modo. Los padres aman a cada hijo de una manera única y no es necesario ocultarlo.

Cada uno de los hijos representa un momento distinto, configura una realidad concreta y representa una circunstancia única e irrepetible como cada uno de los hijos y como el amor que ellos provocan.
Una vez nacido el nuevo niño la situación se hace más compleja y esta complejidad está en relación con las diferencias de edad y sexo de los niños. 

Es fundamental para la positiva superación de esta etapa de enfrentamiento entre los dos niños evitar, en lo posible, esta experiencia.

Cuando comienzan a darse los primeros síntomas, es urgente la búsqueda de soluciones que permita al niño vivir junto a su hermano pequeño el mayor número de horas posibles. Así, con la adecuada relación con sus padres, el hijo mayor no se sentirá relegado, ni desplazado, facilitándose de esta forma la aceptación total de su hermano en el lugar que, dentro de la familia, le corresponde.
Muy frecuentemente es el caso de los padres que, una vez nacido el segundo hijo, envían por primera vez al niño mayor al colegio o a la guardería.

De esta forma, el niño se siente totalmente sustituido en su papel de hijo y cree comprender que se le relega, se le separa y en definitiva, para su "lógica" y sensibilidad, se le echa de casa. Mientras, el hermano pequeño, el recién nacido, queda en casa con su madre, recibiendo todo el amor y protección de ésta. Amor y protección que antes era exclusivamente suyo.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Psicoterapeuta.

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