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viernes, 22 de febrero de 2019
Adictos a la Evitación
Dentro de los términos psicológicos existen los llamados "adictos a la evitación" que son aquellas personas que temen a entregarse, a enamorarse y sólo establecen relaciones sin compromiso, hablan poco de sí mismos, evitan ser conocidos realmente, levantan "barreras" alrededor de sí para no sentirse vulnerables, les gusta crear juegos de poder y mantener el control siempre sobre sí mismos y la relación. Tienden a establecer relaciones simultáneas por el mismo miedo que tienden a ser abandonados. Sus relaciones tienden a ser un "sube y baja" de emociones (entre peleas, malos entendidos, distanciamientos, etc.).
Muchas personas buscan amor a través del sexo, pero no reciben lo que realmente están buscando, de esta forma piensan, si no se implican o entregan no saldrán dañados, esto, en muchos casos es un mecanismo de autodefensa de los individuos.
El verdadero significado de la promiscuidad es otra forma de poner una "barrera" entre el individuo y sus sentimientos, ya que le impide engancharse con una sola persona de manera definitiva. Y se refleja el miedo a la pérdida con el que vive la persona.
El tener múltiples parejas es otra forma de demostrar su miedo al amor, ya que si alguna pareja llega a irse, no sentirá tanto la ausencia porque tiene a las demás.
Para las personas que tienen miedo al amor, los celos son una forma de controlar la relación, lo que representa un foco rojo; un ejemplo es cuando su pareja disfruta de una faceta de su vida que no es con él o ella o le gusta estar con sus amigos, lo que despierta los celos porque desde su concepción es el principio del fin o puede representar la tan temida pérdida, ya que inevitablemente siente que pierde el control y por tanto el poder.
Lauri. Community Manager del portal Sin-Limite.org.
Para conseguir el libro ¿Tengo TLP? Y si lo tengo, ¿qué? buscar TLP en www.ideasylibros.es
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
Teléfono: 653 379 269
E-mail: rcordobasanz@gmail.com
Página Web: www.rcordobasanz.es
viernes, 2 de diciembre de 2016
Amor en la familia
Si suponemos que repartiendo el amor de una madre en partes iguales entre los hijos y haciéndoles conscientes de que hemos superado el problema, lo que realmente hemos hecho es demostrar que no conocemos cuál es el origen de los celos.
Los niños no desean cantidades iguales de amor a las de sus hermanos. Lo que realmente quieren es todo el amor de sus padres. Necesitan ser amados únicamente.
Por ello, los que quieren ser excesivamente justos con cada niño terminan a menudo enfadados con todos los hijos.
La espontaneidad de los padres no puede estar controlada siempre por el temor de contrariar a otro hermano. En este caso, la vida se vuelve dura para toda la familia.
No se quiere a todos los hijos del mismo modo. Los padres aman a cada hijo de una manera única y no es necesario ocultarlo.
Cada uno de los hijos representa un momento distinto, configura una realidad concreta y representa una circunstancia única e irrepetible como cada uno de los hijos y como el amor que ellos provocan.
Una vez nacido el nuevo niño la situación se hace más compleja y esta complejidad está en relación con las diferencias de edad y sexo de los niños.
Es fundamental para la positiva superación de esta etapa de enfrentamiento entre los dos niños evitar, en lo posible, esta experiencia.
Cuando comienzan a darse los primeros síntomas, es urgente la búsqueda de soluciones que permita al niño vivir junto a su hermano pequeño el mayor número de horas posibles. Así, con la adecuada relación con sus padres, el hijo mayor no se sentirá relegado, ni desplazado, facilitándose de esta forma la aceptación total de su hermano en el lugar que, dentro de la familia, le corresponde.
Muy frecuentemente es el caso de los padres que, una vez nacido el segundo hijo, envían por primera vez al niño mayor al colegio o a la guardería.
De esta forma, el niño se siente totalmente sustituido en su papel de hijo y cree comprender que se le relega, se le separa y en definitiva, para su "lógica" y sensibilidad, se le echa de casa. Mientras, el hermano pequeño, el recién nacido, queda en casa con su madre, recibiendo todo el amor y protección de ésta. Amor y protección que antes era exclusivamente suyo.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Psicoterapeuta.
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jueves, 1 de diciembre de 2016
Cómo afrontar los celos
Dado que la situación de crisis es previsible, ya que los niños no vienen sin pensar, rápida e inesperada, los celos pueden empezar a afrontarse antes del nacimiento del segundo hijo que podríamos llamar preventivas.
En este sentido, podría hacerse mención de la Sobreprotección. Los padres que han protegido en exceso a su primer hijo, al nacer el segundo le exigen una madurez que nunca le han sabido inculcar. En este caso, el período de embarazo puede ser un buen campo de entrenamiento para cambiar de actitudes.
Tal es el caso que no saben comer solos, que no piden pipí o que aún duermen en la habitación de los padres.
Si antes de nacer el nuevo niño, el mayor no ha superado estas situaciones, no podrá forzarle luego, porque el mayor asociará el cambio con el desplazamiento de la atención al nuevo ser.
Igualmente ocurre en el caso de que los niños sean separados de sus posesiones, coincidiendo de forma matemática con la llegada del nuevo hermano y siendo sustituido por éste en la posesión del objeto.
Este sería el caso de la cuna, por ejemplo. El niño duerme en ella, y un día le sacan a él y en ella es ocupado el nuevo hermano, apoyado por sus padres, de lo que hasta ahora era una parte importante de su reducido mundo.
O el caso de la sillita de pasear. De pronto el niño es obligado a ir andando, con el consiguiente cansancio físico, mientras los padres empujan en "su carrito" a la nueva criatura.
En ambos casos, es importante retirar los objetos, de la vida de la vida del niño, con bastante anterioridad a la utilización de ellos por el segundo hermano. De esta forma, el niño mayor separa de su mundo estos objetos de su mundo interno. Su utilización del hermano pequeño será vivido como una agresión personal.
Para proteger la salud del hermanito no hay que atacar la seguridad emocional del mayor.
Si detectamos ira reprimida hacia el hermanito debemos ayudar y acompañar con cariño para que se sienta protegido y amado, tal y como era antes.
Si el niño está enfadado podemos proporcionarle un objeto en el que descargar su ira y responder con simpatía y amor. Tal vez surja este fenómeno de forma espontánea. En cualquier caso, los ataques del niño son sinceros y, por otra parte, inofensivos. Su sinceridad y la posibilidad de expresarlos es lo realmente importante.
Es importante entender que lo que acontece en el entorno del niño le afecta y no tiene suficiente maduración emocional. Por otro lado, hay que observar, interpretar y saber ver qué mensajes nos manda con sus actitudes y conductas.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
viernes, 27 de febrero de 2015
Celotipia
Todos hemos sentido celos alguna vez en nuestras vidas, y hasta en ciertos casos pueden ser considerados como una respuesta saludable ante situaciones determinadas, pero, ¿cómo saber si los celos que sentimos son adecuados o si definitivamente son rasgo de un trastorno de fondo?
Los celos son una respuesta emocional que presentamos al percibir o reconocer a alguna situación o persona que amenaza con quitarnos algo que consideramos de nuestra propiedad. Desde el punto de vista de la psicología evolucionista clásica se considera que los celos tienen un origen biológico y que van a ser diferentes orígenes según nuestro género. Para las mujeres se presentan al sospechar una infidelidad emocional de su pareja, por miedo a que su pareja deje de ser el proveedor. En el caso de los hombres es por una infidelidad sexual de su pareja, y que está tenga descendencia que no tiene su carga genética. El Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales número IV (DSM-IV por sus siglas en inglés) describe a la celotipia como un subtipo de un trastorno delirante, presentando ideas que no tienen un fundamento sustentable y que afectan a la persona que las presenta en todos los ámbitos de su vida.
Los celotipia evita que la persona se desenvuelva correctamente en sus diferentes actividades cotidianas y puede ser tan grave como para poner en riesgo su vida o la de la persona celada.
Cómo reconocer la celotipia?
1- Incorporación de un tercero imaginario en la relación de pareja.
2- El sujeto no puede o no sabe como controlar los celos, porque no tiene conciencia de ello.
3- Está permanentemente vigilante de situaciones cotidianas revisando objetos personales de su pareja, llamadas telefónicas, mensajes de texto
4- Percibe e interpreta hechos cotidianos de manera errónea, pero siempre relacionado a los celos Es decir, esta percepción e interpretación errónea busca siempre justificar una situación de infidelidad o engaño.
5- Imposibilidad de controlar impulsos, pensamientos, percepciones falsas que se le autoimponen
6- En la situación de pareja los celos enfermizos o celotipia producen discusiones diarias ya que el otro se siente incómodo, no logra comprender del todo la situación generando impotencia y malestar.
2- El sujeto no puede o no sabe como controlar los celos, porque no tiene conciencia de ello.
3- Está permanentemente vigilante de situaciones cotidianas revisando objetos personales de su pareja, llamadas telefónicas, mensajes de texto
4- Percibe e interpreta hechos cotidianos de manera errónea, pero siempre relacionado a los celos Es decir, esta percepción e interpretación errónea busca siempre justificar una situación de infidelidad o engaño.
5- Imposibilidad de controlar impulsos, pensamientos, percepciones falsas que se le autoimponen
6- En la situación de pareja los celos enfermizos o celotipia producen discusiones diarias ya que el otro se siente incómodo, no logra comprender del todo la situación generando impotencia y malestar.
El tratamiento para la celotipia es con terapia psicológica aunque ésta es una patología que es muy difícil de erradicar ya que la persona tiene poca consciencia de su enfermedad o la considera normal aun y las múltiples complicaciones que se le presentan en la vida cotidiana. Incluso en algunos casos en los cuales el delirio es severo se pueden dar medicamentos. El tratamiento y terapia siempre deben de ser dados y supervisados por un profesional.
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Al borde de la celotipia
Son terribles los efectos que tiene la infidelidad en una pareja. Un elevado porcentaje no puede metabolizar lo sucedido y se decanta por la separación.
La infidelidad rompe el principio básico de confianza y cuestiona el rol de mujer, cuando lo lleva un hombre.
Es delicado, se está atacando la identidad del afectado.
Para entender la infidelidad no podemos centrarnos solo en la persona que realiza la infidelidad. El problema está en el vínculo. Bien pudiera ser que la persona que hace la infidelidad tenga una patología pero a menudo no es así. La infidelidad surge Entre las dos personas de la relación.
Los efectos en estas personas son diversos, por ejemplo la celotipia en la persona afectada y la culpa depresiva en la persona que realiza la infidelidad.
La persona afectada ve mellada y cuestionada su identidad, se plantea qué habrá hecho para que los acontecimientos hayan sido de este modo. Para la persona que hace la infidelidad se puede decir que puede ser una persona inmadura emocionalmente que busca el cobijo de una persona que le ampare.
Muy a menudo este tipo de infidelidades se suelen dar después de tener hijos. Como sabemos lo filial conlleva un cambio radical en el statu quo de la pareja. Se rigidifica la relación y se cristaliza la rutina con hábitos monótonos que no se pueden apenas cambiar sin perjudicar a la/s criatura/s.
Rodrigo Córdoba Sanz
rcordobasanz@gmail.com
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jueves, 26 de junio de 2014
Celos
La desconfianza en el amor puede llevar a celos neuróticos. En esas ocasiones adquieren una dimensión obsesiva y perturbadora, capaz de inducir estados emocionales que laceran el alma y perturban el cuerpo, asociados a una actitud posesiva, reflejo de la cultura machista de nuestro sistema social y educativo.
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viernes, 26 de julio de 2013
Celos, Envidia, fragmentación del Yo
Desdémona: ¡Celos! ¿Le he dado yo algún motivo?
Emilia: Los celos no se satisfacen con esa respuesta; no necesitan ningún motivo. Los hombres son celosos porque lo son. Los celos son monstruos que nacen y se alimentan de sí mismos.
Sentimiento muy humano el de los celos, pero posiblemente, uno de los más dolorosos. Los celos, así como la tristeza, el amor, forman parte del carácter de cualquier persona. Todo el mundo los tiene y los padece. Tiene que ver con otros sentimientos: el de la propiedad y el de la pérdida de una persona querida. Pueden aparecer dentro de la pareja, entre hermanos y amigos. Frente al sentimiento de haber perdido la atención o el cariño de la persona frente a la que se experimenta afecto, el sujeto siente tristeza, malestar, angustia, dolor difícil de cuantificar, desesperanza, frustración e incluso puede aparecer sentimiento de venganza, frente al rival y hacia la persona querida. Existe otra variante a parte de los celos normales, que son los llamados celos proyectados. Por normal general, lo padecen personas de moral elevada. Frente al sentimiento de querer o desear a otra persona, suelen entrar en conflicto consigo mismos y solucionan su sentimiento de culpabilidad culpando a la persona querida de sus celos. Es el típico hombre o mujer que desea a otra persona y como no acepta ser él o ella quien desea, acusa de su deseada infidelidad a la otra persona.
Los celos, tienen relación con el desarrollo del niño dentro de la estructura familiar. El origen de los celos aparece cuando el niño toma conciencia que no está solo en el mundo y que los primeros privilegios que disfruta en exclusividad, más tarde tendrá que compartirlos con la figura del padre y de otros hermanos. Es como hemos dicho, un sentimiento que puede rozar la paranoia, sobre todo en personas que tienen fuerte dependencia emocional hacia otras personas. A su vez, los sujetos celosos, sufren y mucho. Porque es tal el grado de propiedad que creen tener sobre la otra persona, que les puede convertir en persona peligrosas, siendo capaces de agredir a la parte amada frente a la posibilidad de perderla. Existe un tratamiento para los celos y es el psicoanálisis, porque pueden invadir muchas áreas de la vida y deteriorarla. Las personas celosas, son capaces de abandonar su trabajo, sus actividades y condicionar la vida de la otra persona para no sentir celos, lo cual lleva a un grado de claustrofobia que acaba deteriorando la pareja, la amistad o las relaciones familiares.
Miguel Martínez Fondon
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Rodrigo Córdoba Sanz
Castilla del Pino: "Celos, Locura, Muerte"
Charla con el psiquiatra Carlos Castilla del Pino sobre Celos, Locura, Muerte, mantenida en 1995 con motivo de la publicación del libro del mismo título en Editorial. Debate, y rescatada ahora de los archivos de nuestro colaborador Joaquín Santaella. . La entrevista ha permanecido inédita hasta hoy, pero conserva la actualidad que corresponde al asunto. El doctor Castillo del Pino acaba de sacar su último libro -va por la tercera edición diciembre 2000- Teoría de los Sentimientos en Tusquets Editores

Carlos Castilla del Pino
por
©Joaquín Santaella
Pregunta.- ¿Qué demonios son los celos?
Respuesta.- Los celos se han definido como la angustia ante la pérdida del objeto amado, pero en realidad yo difiero por completo de esta definición. Para mi los celos son la angustia ante la posibilidad de que el objeto del deseo -que no necesariamente es el objeto amado- te sea sustraído por otra persona. Si no hay rival, no hay celos.
Cuando digo que no necesariamente sea objeto amado no quiero decir que el celoso no ame al objeto, pero no es una condición necesaria. Incluso sostengo la tesis de que el celoso necesariamente odia al objeto, aunque en otros momentos lo puede amar. Lo odia en la medida en que es un objeto que puede cuestionar su identidad. Así, en el momento en que se sospecha de alguien, ese alguien es un objeto hostil, del cual se desconfía porque puede hacer daño.
También es muy frecuente el celoso que se casa o empareja con personas que son muy atractivas desde el punto de vista erótico, porque el celoso, que es un inseguro, está utilizando ese objeto como forma de apuntalar su inseguridad, o el resto de seguridad que aún posee. El celoso está bloqueado para amar, porque en el momento en que ama o desea a un objeto, ya está sospechando de él y entonces ya no puede amarlo.
P.- ¿Se puede llegar a superar los celos, o tienen algo de positivo que tal vez convenga mantener?
R.- No, los celos son insuperables porque responden a una profunda insuficiencia de la persona, y nunca es positivo sentir celos. Ya Cervantes habla en "La Gitanilla" de "la enorme pestilencia de los celos". Los celos son un veneno que se interfiere en una relación interpersonal.
P.- Celos, locura, muerte...¿se trata de una secuencia?
R.- No es una secuencia. Yo he trabajado mucho el tema de la locura y hecho bastante pesquisa acerca de qué es lo que caracteriza a toda conducta que llamamos loca o psicótica, pero como eso en psicopatología es una cuestión que no está hecha del todo, pues escribí una especie de síntesis para ponerla con claridad y cierto ánimo divulgador.
En cuanto a la muerte, entiendo que existen dos actitudes: una ante la muerte en sí y otra ante el morirse, como dos cosas distintas. Y después lo de los celos, un asunto sobre el que paradójicamente se ha trabajado poco en psicopatología. Lo han tratado mucho los literatos, la tragedia griega, Tirso de Molina, Shakespeare por supuesto, más tarde Flaubert, Tolstoi, sobre todo Marcel Proust, y Cervantes, que tiene una teoría muy curiosa, y es que el celoso, al desconfiar, está provocando el que se le engañe; entonces se le engaña por desconfiado y resulta que es una especie de venganza que se toma aquella persona de la cual se desconfía inmerecidamente.
P.- La muerte, por supuesto no 'el morirse', ¿se puede superar?
R.- La muerte de un ser querido es un trauma, pero del que te recuperas por medio de ese proceso llamado 'duelo', que consiste en ir eliminando la imagen del objeto, que se va borrando hasta el momento en que te incorporas a la vida sin ella.
P.- Hablemos del amor y el odio.
R.- El odio lo considero destructivo, y todo eso desequilibra mucho. Yo creo que los sentimientos tienden mucho al alboroto y por ello es necesario procurar estabilizarlos a través del ejercicio mismo de la racionalidad sobre la vida afectiva. Yo no creo que se perturbe la vida afectiva porque ejerzamos sobre ella una racionalidad, sino todo lo contrario. En fin, quieres a una persona y, además, encuentras motivos para quererla. Por eso desconfío de los quereres puramente irracionales o pasionales, pues eso se agota en seguida.
P.- ¿Cómo abordamos la locura?
R.- Lo importante es tener una conceptualización clara de lo que es la locura. La locura es un trastorno del juicio, y el juicio es la exacta percepción de lo que acontece en un momento determinado. Una cosa es cometer errores de interpretación, que se corrigen, y otra instalarse en el error y montar toda la vida en torno a él... En fin, lo de Don Quijote: una vez que me creo que soy caballero andante todo lo demás viene por añadidura. El loco es el que se instala en el error, pero nunca voluntariamente. La locura es una desgracia.
P.- ¿Es posible tener conciencia de la locura?
R.- Bueno, ese es un problema que acontece a veces cuando la locura está empezando. Cuando el sujeto está instalándose en ese error a veces tiene sus dudas sobre si está sano o cuerdo, y son momentos muy angustiosos. Es el caso de cuando aparece la psicosis, la esquizofrenia, y se pasan unos días que se conocen por 'trema'; una angustia o perplejidad, éstas voces que oigo, ¿son voces de mi cabeza, o son voces de fuera?, ¿de donde vienen?, ¿del techo o del rincón? Entonces piensa que se está volviendo loco.
P.- ¿Pueden ser los celos o el amor una vía de acceso a la locura como instalación en un error?
R.- Si, y entonces tenemos el llamado "delirio de celos", o "paranoia de celos", o "celotipia", pero que yo prefiero llamar "delirio de infidelidad", porque el celoso es un sospechoso, pero no considera que su pareja le es infiel, mientras que el delirante lo afirma.
En cuanto a la frustración amorosa, no sólo puede llevar a una depresión, y a veces a la locura, sino que, además, en determinadas épocas histórico-culturales se ha cultivado eso, como en el romanticismo. Toda pasión puede llevar a la locura, sea la amorosa, la celosa o la del odio.
P.- ¿Tiene cura la locura?
R.- Si, pero lo que ocurre es que esa 'desinstalación' del sujeto con respecto a su error ocurre por una vía indirecta, nunca por la discusión. No se puede curar a un loco por el argumento. La única vía es la médica, con medicación. Todo ocurre en el cerebro, como es natural. Si el cerebro se perturba, conduce al error, como cuando se perturba en las zonas motoras y conduce a una parálisis de pierna o brazo
P.- Aprecio en esta entrevista frecuentes referencias literarias, sobre todo cervantinas. ¿Cómo se plantea usted la escritura?
R.- Para mi, la escritura es un instrumento que está al servicio del pensamiento y de la reflexión y yo no me reconozco con dotes de escritor. Me interesa más transmitir la reflexión, más comunicar la reflexión que hacer literatura.
Como lector, necesito, por una parte, que la novela me distraiga, me agarre y me apasione, pero al mismo tiempo no me apasiona si realmente la novela no me parece literariamente verosímil.
P.- ¿Y la poesía?
R.- Bien, la disposición ante la poesía es completamente distinta por la licencia poética. El poeta exige un pacto con el lector que consiste en "póngase en mi lugar, pues yo no le voy a transmitir verosimilitudes, sino imágenes", en tanto que el pacto con el novelista es aceptar que "mientras esté usted leyendo la novela lo que le voy a contar no tiene porque responder a la verdad", pero sí ser verosímil. Por eso hay novelas fallidas, porque a tal personaje no le casa determinada actuación. Una vez que creas un personaje... Por ejemplo, el Quijote, otra vez: tanto sus locuras como sus corduras responden a su lógica.
©Joaquín Santaella es periodista
sábado, 13 de julio de 2013
Celos y Skinner
Era, a decir verdad, uno de esos padres que ven a sus hijos como una desgraciada consecuencia de sus placeres juveniles [...] veía a sus hijos como rivales. Henry Fielding, "Joseph Andrews"
Se compara a veces al hermano mayor con un "príncipe destronado", suponiendo que la causa de los celos es la pérdida de los privilegios del hijo único. Llevada a sus últimas consecuencias, esta manera de pensar podría conducir a no hacer mucho caso a los niños, para que así no noten la diferencia cuando nazca el hermanito. Parece una barbaridad, pero Skinner, el afamado psicólogo norteamericano, fundador de conductismo radical, escribió un libro que es toda una Distopía. Este hombre defendía que no hay "caja negra", esto es, que no existe nada entre estímulos y respuestas.
Parece una barbaridad pensar que si no hacemos mucho caso al niño no notará la diferencia cuando nazca otro. Sin embargo Skinner, en Walden Dos dice lo siguiente:
Nuestra meta es que cada miembro adulto de Walden Dos mire a todos nuestros niños como suyos, y que cada niñi m iré a todos los adultos como sus padres.
La gran ventaja de tener tan poco trato con los padres es que, si estos mueren, el huérfano no los echa de menos:
¡Piense en lo que esto significa para el niño que no tiene padre ni madre! No tiene ocasión de envidiar a sus compañeros que sí tienen, porque prácticamente, no existe diferencia entre ellos.
Ha existido una fuerza superior, tal vez haya sido el sentido común, que me ha llevado a poner en cuarentena este libro. Me lo regaló un fiel amigo de la adolescencia, el estudió en una Universidad del Opus Dei. Y, echando un vistazo a lo que leo, lo entiendo. La uniformidad, el pensamiento único y la dificultad para entender al sujeto singular y tratarlo como tal es una dificultad que comparten Skinner y algunos miembros del Opus Dei. Quiero dar las gracias a Daniel de Castro. Periodista de Aragón Televisión. Le pido, que si nos volvemos a ver, me preste un libro diferente.
Saludos a todos.
Rodrigo Córdoba Sanz
Psicólogo y Psicoterapeuta
miércoles, 22 de mayo de 2013
Celos y Violencia
Celos pasionales
ECHEBURUA, de la UPV
Los celos pasionales constituyen asimismo un factor de riesgo para las conductas violentas.
Hay muchos testimonios de ello en la literatura, por ejemplo en la ópera
"Carmen", de
Bizet. Don José, abrumado por los celos debido a la atracción de Carmen hacia el torero
Escamillo, implora insistentemente por su amor, sin éxito. Cuando Carmen le rechaza
finalmente, él la apuñala.
Los celos pasionales son responsables de una buena parte de la violencia familiar. En la
mayoría de los casos la víctima es la pareja y no el rival, aunque a veces las víctimas
pueden ser ambos e incluso el propio sujeto (en forma de suicidio) para evitar la separación
en la vida o asegurar la unión en la muerte.
Los celos pasionales -no los celos delirantes del paranoidismo o del alcoholismo- surgen de
la inseguridad de perder a la pareja y de la envidia de que la pareja pueda ser disfrutada
por otro. Los celos pasionales se diferencian de los delirantes en que, en este último caso,
hay una certeza absoluta por la idea delirante de ser engañado, lo que a veces surge de
forma explosiva, inmediata a la percepción delirante (Echeburúa y Corral, 1998).
El nombre de
pasionales no es siempre el más adecuado porque la pasión es otra cosa y
porque estas personas no matan por ella, sino por afán de posesión. Los celos están
relacionados con la depresión (incluso hasta en un 66% de los casos).
El homicidio por celos es el delito más frecuente en la vejez, sobre todo cuando hay
componentes paranoides y alcohol de por medio.
Con frecuencia los crímenes se producen una vez consumada la separación de pareja, que
es el momento de mayor riesgo. El varón suele reaccionar con violencia ante las
infidelidades o crisis de convivencia.
El homicida, frecuentemente en paro o alcohólico y con historias previas de peleas y
maltrato, suele acabar por entregarse a la policía o por suicidarse, lo que le diferencia de
otros criminales que tratan de ocultar su implicación en el delito.
En estos homicidios el delincuente suele carecer de antecedentes penales, el delito está
relacionado con una vivencia anómala y el delincuente suele ser reinsertable.
Gracias a RB
martes, 10 de abril de 2012
Emociones: su importancia
Que mi camino se encuentre iluminado y la negrura no enturbie el corazón, discernimiento al escoger entre los frutos, decisión para subir otro escalón, vivir el presente hacia el futuro, guardar el pasado en el arcón, trabajar por el cambio de conciencia, dibujar en el aire una canción.
Chambao, "Dibujo en el aire", en Pokito a poko, Sony-BMG, 2005
http://youtu.be/k1OvFPotEVU
Las emociones son guías, en vez de una inconveniencia, nos puede ayudar a cambiar la percepción. En vez de orientar la búsqueda hacia fuera, atribuyendo la causa de una emoción a tal o cual fenómeno o al comportamiento de una u otra persona, siempre podemos explorar la vertiente interna. Cada emoción me dice algo de mí mismo: "Siempre nos dice algo/ sabroso y repentino/ sobre la realidad que examina"., dice Carlos Bousoño.
Las posibilidades de desarrollo personal que surgen de una conciencia plena enfocada en las emociones son muy interesantes. Leslie Greenberg distingue emociones primarias, las más profundas, de otras secundarias o superficiales, que son las que habitualmente percibimos. Por ejemplo, la rabia que nace de los celos es una emoción secundaria; la emoción básica sería el miedo al abandono. Para disolver los celos de forma definitiva, hay que enfrentarse al miedo a la pérdida y desarrollar la autoestima. De esta forma las emociones se convierten en una guía del más allá.
La emoción condiciona la acción pero no la obliga. La emoción orientada hacia la introspección transforma la amenaza de un comportamiento destructivo en una oportunidad de crecimiento personal.
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Rodrigo Córdoba Sanz
viernes, 29 de julio de 2011
Celos
Como en el consultorio, trato de hablar claro, excepto cuando escribo algo más técnico.
Hoy me dispongo a desprender alguna idea sobre los celos.
Esta cuestión, tratada brillantemente en el libro "Celos, locura, muerte" de Carlos Castilla del Pino ha sido trabajado por diferentes enfoques y modelos.
Cada persona celosa tiene una biografía, un bagaje que forma su identidad, su autoimagen, su autoconcepto y la manera de vincularse con el otro.
Es impresionante el nivel de sufrimiento de estas personas, a veces, muy conscientes de su dolor pero incapaces de hilvanar y asociar los motivos subyacentes del sufrimiento.
Se dice que cuando una persona siente celos es porque tiene envidia de una o varias de las características de la persona de la que tiene celos. Indudablemente aquí entra en juego la imagen personal que la persona tiende de sí mismo. Puede verse poco atractiva, poco interesante y tener experiencias emocionales correctivas como una amiga o amigas que le digan lo interesante y atractivo que resulta.
Estas personas viven ancladas en un mundo imaginario connotativo, alejado de lo denotativo, aunque puedan estar muy compensados y con un alto componente de principio de realidad.
El hecho es que esa persona no se valora en su justa medida y eso remite a la identidad, y esto a la trayectoria vital, a como ha sido troquelado su psiquismo en las experiencias vitales, el papel que ha desempeñado en su familia y el trato recibido es importante para entender a estas personas. Los matices de una persona celosa remiten angustia, inseguridad, inhibición, impostura y en ocasiones la forma de vincularse con las mujeres de una forma falaz para encubrir los defectos imaginarios, construyendo otra imagen reactiva a lo que la persona siente que son sus carencias o atributos negativos. Esto lacera la espontaneidad en la relación y dificulta el proceso espontáneo y el fluir en la relación. En síntesis, estas personas no tienen un narcisismo estructurado y sano. Se trata de ir reconstruyendo una imagen personal que le permita a la persona poder habitar el mundo y su psiquismo de una manera más holgada, sin pretextos que condicionen el contacto con el otro. Se trata de construir un recorrido de insight donde tenga primacía lo emocional sobre lo intelectual para poder profundizar en el recorrido sentimental que ha dejado a esta persona desprovista de una autoimagen y de un autoconcepto positivo.
Importante destacar que es un problema frecuente y que pocos se atreven a consultar por esta situación, los celos conectan con otras dimensiones de lo humano y facilitan conocer las vivencias de la persona, a partir de ese conocimiento y de un vínculo emocional fuerte, firme y profesional se podrá revertir la perspectiva y descubrir(se).
Hoy me dispongo a desprender alguna idea sobre los celos.
Esta cuestión, tratada brillantemente en el libro "Celos, locura, muerte" de Carlos Castilla del Pino ha sido trabajado por diferentes enfoques y modelos.
Cada persona celosa tiene una biografía, un bagaje que forma su identidad, su autoimagen, su autoconcepto y la manera de vincularse con el otro.
Es impresionante el nivel de sufrimiento de estas personas, a veces, muy conscientes de su dolor pero incapaces de hilvanar y asociar los motivos subyacentes del sufrimiento.
Se dice que cuando una persona siente celos es porque tiene envidia de una o varias de las características de la persona de la que tiene celos. Indudablemente aquí entra en juego la imagen personal que la persona tiende de sí mismo. Puede verse poco atractiva, poco interesante y tener experiencias emocionales correctivas como una amiga o amigas que le digan lo interesante y atractivo que resulta.
Estas personas viven ancladas en un mundo imaginario connotativo, alejado de lo denotativo, aunque puedan estar muy compensados y con un alto componente de principio de realidad.
El hecho es que esa persona no se valora en su justa medida y eso remite a la identidad, y esto a la trayectoria vital, a como ha sido troquelado su psiquismo en las experiencias vitales, el papel que ha desempeñado en su familia y el trato recibido es importante para entender a estas personas. Los matices de una persona celosa remiten angustia, inseguridad, inhibición, impostura y en ocasiones la forma de vincularse con las mujeres de una forma falaz para encubrir los defectos imaginarios, construyendo otra imagen reactiva a lo que la persona siente que son sus carencias o atributos negativos. Esto lacera la espontaneidad en la relación y dificulta el proceso espontáneo y el fluir en la relación. En síntesis, estas personas no tienen un narcisismo estructurado y sano. Se trata de ir reconstruyendo una imagen personal que le permita a la persona poder habitar el mundo y su psiquismo de una manera más holgada, sin pretextos que condicionen el contacto con el otro. Se trata de construir un recorrido de insight donde tenga primacía lo emocional sobre lo intelectual para poder profundizar en el recorrido sentimental que ha dejado a esta persona desprovista de una autoimagen y de un autoconcepto positivo.
Importante destacar que es un problema frecuente y que pocos se atreven a consultar por esta situación, los celos conectan con otras dimensiones de lo humano y facilitan conocer las vivencias de la persona, a partir de ese conocimiento y de un vínculo emocional fuerte, firme y profesional se podrá revertir la perspectiva y descubrir(se).
La Fenomenología de los Celos
Fenomenología de los Celos
Dr. Carlos De Los Angeles.
Psiquiatra.
angeles@claro.net.do
LA FENOMENOLOGIA DE LOS CELOS.
La celotipia no alcanzó categoría de reflexión psicopatológica hasta que Karl Jaspers publicó su brillante estudio “Delirio Celotípico, Contribución al problema: ¿Desarrollo de una Personalidad o Proceso?”
En dicho trabajo Jaspers encuentra cuatro formas de las ideas de celos:
1 – Celos Psicológicamente Normales.
2- Celos Morbosos.
3- Celos Deliroides (desarrollo).
4- Delirio Celotípico (proceso).
En la celotipia psicológica las ideas de celos son cambiantes, se aumentan por todas partes y se olvidan, luego vuelven a reestructurarse y se justifican encontrando fundamento de una u otra manera.
En los celos morbosos las ideas se desarrollan de modo lento o brusco, pero estable, las demostraciones se mantienen durante años y a duras penas pueden olvidarse, salen por doquier y aumentan. No son sistematizadas y la autocrítica es más o menos amplia.
Para Jaspers ambas formas deben ser diferenciadas de la celotipia Deliroide en la cual surgen ideas y observaciones que aparecen por doquier y se olvidan sin ninguna crítica; también debe diferenciarse del Delirio Celotípico Sistematizado, en el que existe plena certeza “con el surgir de la representación del hecho.
En los Celos Deliroides no hay la certeza, sino, la sospecha que sometida a crítica, finalmente aparece como verdadera. El delirio celotípico tiene, en su génesis, conexiones con todos los síntomas psicóticos dependiendo del cuadro morboso en que se presente. Si no se da en la plenitud de los demás síntomas su origen puede hallarse en una combinación de errores sensoriales y falsos recuerdos. Resulta muy llamativo cómo los hechos cotidianos pueden interpretarse con arreglo a las ideas de celos: encuentros fortuitos en la calle o en una fiesta, visitas inesperadas, ruidos sospechosos, tardanza en abrir la puerta, una mirada casual, llegar a casa y hallar desorden en la habitación, etc. Aparecen con frecuencia falseamientos ilusorios en el área perceptiva. Se ve y se oye más que sombras y ruidos sin importancia. Por supuesto, debemos delimitar con claridad, fenómenos como las auténticas voces, visiones y vivencias delirantes que corresponden a entidades morbosas como las esquizofrenias. Las alucinaciones de contenido sexual son fenómenos especiales en conexión con el delirio celotípico.
Karl Jaspers a pesar de sus valiosos aportes, no se preocupó por indagar qué cosa eran los celos. Tellenbach (1969) supone que el maestro partió del presupuesto de “una conciencia general de lo que se debe entender bajo la palabra celos”. Toca a Friedman (1911) y al propio Tellenbach (1969) preguntar expresamente qué son los celos.
Para Platón los celos se hallan “entre aquellos estados psíquicos en los que el hombre se encuentra bajo la determinación de la pasión”.
Como la nostalgia, la envidia, el Eros; es la pasión un Pathos. El ser que sufre reclama algo que le es imprescindible para colmarse, en la ausencia de ese algo, queda el vacío. El sí mismo (seIf) queda reducido.
Hace tres días en el barrio de Katanga y durante un apagón, una mujer de 26 años fue acechada por otra mujer celosa de su marido, ésta la golpeó en la cabeza y al caer inconsciente, le roció gasolina y le prendió fuego. Fundados o no, los celos provocaron un estado psicológico en la agresora que no cede ni siquiera con la rival inconsciente, indefensa en el suelo. Además, ésta pasión le dio fuerzas suficientes para huir a su ciudad natal, a mas de 200 Km. del lugar del hecho. Celotipia deriva del griego Zeo (hiervo, ardo, me enfurezco, me quemo, estoy en ebullición). Celotipo o celoso es ser-golpeado por algo ardiente. Con respecto al contenido o tema de los celos se da una variedad. El hombre puede estar celoso del prestigio, del éxito, de la gloria, del poder, de la cercanía de Dios, etc.; que un rival le amenaza. Puede, por supuesto, estar celoso de una mujer cuyo amor amenaza con desviarse hacia otro. Siempre que aparecen los celos, algo que me pertenece sin discusión o algo que considero, creo o anticipo como propio, amenaza con perderse en manos de otro. No ocurre así con la envidia. En la envidia deseo-poseer algo que legítimamente pertenece a otro.
Los motivos pueden ser los mismos: amor, rango, prestigio, poder, valoración, etc.; pero, la flecha intencional está dirigida a querer-tener lo que de modo primario se halla en manos de otro y cuya pertenencia le envidio. Esto es capital para comprender la esencia de los celos, estos no son un querer-tener lo que a otro corresponde, eso es envidia. Los celos son un querer-retener, un no-querer-perder aquello que considero en absoluto y sin discusión como mío.
Ahora bien, si el motivo de mis celos se pierde en manos del otro, el rival, ya no puedo hablar de celos, lo cierto es que el celar se agota con la certeza de la pérdida para ceder el paso a sentimientos de frustración, desprecio y venganza.
Tellenbach (1969) nos enseñó que lo que hace la intranquilidad del celoso es la indecisión, la agonía entre la posibilidad de la pérdida y nuestro deseo de evitarla. A quien se vigila celosamente no es al rival, sino, que vigilo celosamente aquello que me pertenece. Esto explica el hecho de que a pesar de todas las experiencias vivenciadas en el Delirio Celotípico, como la vergüenza, la indignación y la ira contenida ante la supuesta infidelidad; el paciente no inicie medidas para evitar los hechos o sorprender a la pareja infiel.
Otro hecho importante es que para que tome a alguien como rival, el celoso debe reconocerle igualdad de cualidades e incluso verle como superior, reconocerle como digno de disputarle algo que le pertenece.
Una de mis pacientes, 50 años de edad, 25 años de casada y 4 hijos, me refiere: “Estoy llegando tarde a las citas porque ahora mi esposo me trae él mismo… es que hace quince días que botó al chofer que ya tenía dos años conmigo… yo que estaba acostumbrada con él, me hacia todas las diligencias”. Al preguntarle los motivos por los que se despidió al chofer, responde: “mí marido dijo que no le gustaba la confianza que estaba cogiendo con las sirvientas y con mis hijos”. Le pregunto si no habría algo de celos respecto a ella misma y me responde con asombro: “¿con el chofer?… No, no creo que mi marido me cele con un chofer… Ahí sí me ofendo yo”.
Friedman (191 1) señala que “el celoso toma al rival solamente por su posibilidad de competir”. Por eso lo ilustró con el ejemplo del cochero: ¿”Se rebajará tanto el marido, que es un señor distinguido, a tener celos de aquel criado?. Lo que surge es odio y rechazo en forma en forma de despido.
Este es otro punto importante en la constelación celosa, el único que puede ser reemplazado es el rival, el tercero en discordia, que en ocasiones ni siquiera es necesario conocer, como en la “pasión contra desconocido” de Friedman.
El motivo de los celos impone límites a la pasión.
Aquel que cela por prestigio, honor o poder se rendirá ante un rival muy superior, pero, cuando el objeto de los celos es la persona arriada, nada conseguirá que los celos se disuelvan por sí mismos. Sólo la pérdida en las manos del rival hará desaparecer los celos amorosos
Otra paciente, profesional universitaria, 31 años de edad, soltera, viene a consulta con un cuadro depresivo-ansioso cuya queja principal es el agotamiento. Lleva 8 años de relación con un hombre casado y el cual solicita desde hace 1 año la ruptura definitiva a causa de los celos de la paciente (unas veces normales y la mas de las veces morbosos).
Ella relata: “ay doctor, ya no puedo mas, póngame a dormir aunque sea por una semana… lo que pasa es que cuando se me mete en la cabeza que él anda con otra, me entra un desasosiego que tengo que dejar lo que esté haciendo para ir buscarlo por toda la ciudad, no importa que sea de madrugada, salgo en el carro y paso por su casa, si el carro de él está en el parqueo me voy tranquila a mi casa… pero, ay si ese carro no está… comienzo como una loca a buscarlo donde los amigos, los restaurantes que él visita, por el malecón, a ver si veo el .0… si no. cojo para los moteles, buscando como una loca… sudo… se me sale el … no puedo respirar… piso el acelerador y no me doy cuenta… a veces llego agotada de tanto buscar, a veces, hasta las 4 o 5 de la madrugada. . .no porque quiera, sino, para estar a las 8 de la mañana en el trabajo… eso es los días de trabajo, porque si es fin de semana amanezco dando vueltas hasta que lo encuentro o él vuelve a su casa. Cuando lo encuentro en un sitio público yo no hago escándalos… me siento donde él me vea y ya él sabe… bueno, a veces él se despide y se va a la casa… otras veces se sienta conmigo a convencerme de que me vaya a dormir… entonces lo obligo a que se vaya conmigo a un motel”.
En esto se sufre mucho… he estado a punto de matarme… hace un tiempo como a la una de la madrugada, lo buscaba por el malecón y vi un carro parecido al suyo… lo perseguí y el del carro aceleró mucho y yo mas… me le pegaba, pero, se me iba… hasta que me salí del carril y me crucé a la vía contraria y por poco me vuelco… me asusté tanto que el carro se me apagó y me quedé un rato llorando y me fui a casa”.
A pesar de que la paciente mejoró mucho con psicoterapia, antidepresivos y ansiolíticos, la relación se perdió; obviamente, por la conducta celosa de la paciente y a que el hombre no pudo soportar el sobresalto de sentirse perseguido a toda hora”. El nunca aceptó ir a la consulta.
Esta paciente ha sido muy importante para mí porque me aclaró una cuestión que se me había convertido en un problema: ¿Por qué las amantes no celan con relación a las esposas?… La sencillez de la respuesta fue como un rayo de luz.
“Bueno, ella no me importa… él no la quiere. Está con ella por los hijos… además, se ve que ella no es mejor que yo… esa no puede conmigo”.
Entonces comprendí claramente: La amante no cela por motivo de la esposa. Esta es percibida por aquella como un ser Inferior, es un rival vencido. No puede venir a disputarle el objeto amoroso.
Esto se afianza con las supuestas confesiones íntimas del hombre sobre la “incapacidad” de la esposa de satisfacerle sexualmente o la falta en prodigarle atenciones hogareñas, etc.
Es el esposo quien invalida a la esposa frente a los ojos de la amante. Pero, el celar aparece ante la posibilidad de una nueva amante, a la que si pudiera reconocerle como una rival, esto es, alguien con capacidad de desplazarle.
Esta paciente entabló una nueva relación con un joven militar, soltero. Relata: “Al principio… los primeros tres meses estuve feliz, pero, poco a poco me empezaron las sospechas y la ansiedad… una mañana me salí del trabajo y empecé a buscarlo… lo encontré… iba con una mujer al lado. Yo no pude ver bien… él se dio cuenta y cruzó el puente “Duarte”… lo perseguí hasta la autopista de “San Isidro”… Ellos se metieron en un motel y yo me paré en la entrada… sentada en el carro esperando que salieran… me fumé una caja de cigarrillos… un empleado del motel salió varias veces… Parece que lo mandaban a ver si yo estaba ahí… en un descuido mío ellos salieron y les caí detrás, cruzamos de nuevo el puente y cerca de la “Duarte” el dobló y la dejó, yo lo vi y dejé que se fuera y me fui detrás de la mujer muy despacio para verla bien… era una vieja y hasta gorda… una mujer fea… me fui y lo busqué, lo encontré donde una hermana y le dije de todo… Hasta sucio y asqueroso que esa mujer a lo mejor le daba dinero… él me dijo que no sabía que yo era una loca… ahora me hace mucha… le pedí perdón, pero, él dice que no me quiere ver “ni en pinturas”… Estoy muy mal”.
La paciente sigue soltera con 42 años de edad y aunque logra conseguir compañeros, la relación se pierde tarde o temprano.
Aquí debo puntualizar la incompatibilidad entre el celar y el amor
Tal como apunta Tellenbach (1969) “el celar no deja lugar para la ocupación amorosa con el otro; al contrario, este espacio es mas bien vaciado, y el otro “materializado” en una “posesión”, sobre el que se cree tener un titulo de derecho”. De aquí la peculiaridad querulante del celoso.
Muchas veces al celoso no le interesa la comprobación de sus sospechas, estamos a la puerta del delirio de celos y cuando llegamos a los celos como pathos, tocamos el territorio de lo ético, de la libertad de elección.
Ahora bien, no podemos dejarnos confundir por algunos giros de la conducta del humano en situación de pareja. Se da el fenómeno del no-celo, la ausencia de celos, aun en presencia de una verdadera relación extra conyugal; en realidad es una situación de desinterés a causa del desamor que ha surgido en la pareja. Desinterés que por lo regular dura años antes de que efectivamente la pareja se disuelva.
En “Remedios Para El Desamor”(1990) el profesor Enrique Rojas apunta que “la fidelidad se alcanza con actitudes de respeto y consideración hacia la otra persona, gracias a pequeños ejercicios de lealtad, amistad y confianza reciprocas”. Precisamente, de lo que carece el celoso es de confianza.
Finalmente, las ideas de celos son frecuentes en las personalidades psicopáticas. Schneider (1962) siempre en relación con rasgos diversos, como: Histéricos, fenómenos obsesivos, en distimias periódicas (como las menstruales) y como rasgo de carácter que con la edad se constituye en delirio Celotípico. Por supuesto que se presentan celos en los alcohólicos debido a incremento de la libido con potencia disminuida o ausente (Kraft-Ebing). En la alucinosis alcohólica las vivencias de infidelidad se acompañan de trastornos perceptivos visuales y auditivos muy ricos en detalles y vivacidad.
También ustedes recordaran que aparece delirio celotípico en las psicosis orgánicas, como en la Parálisis General Progresiva y en la Demencia Senil.
Bibliografía
ALONSO-FERNANDEZ F. “FUNDAMENTOS DE LA
PSIQUIATRÍA ACTUAL”. ED. PAZ MONTALVO. MADRID. 3ra.
EDICION. 1976.
DESCARTES, R. “DISCURSO DEL METODO”. EDAF. MADRID. 1970.
DIAZ, C. “INTRODUCCION A LA FENOMENOLOGIA”.
ZERO S. ~ MADRID.1971.
DILTHEY, W. “INTRODUCCIÓN A LAS CIENCIAS DEL ESPÍRITU”. REVISTA DE OCCIDENTE. MADRID. 1956.
EY, H., BERNARD, P., BRISSET, CH. “TRATADO DE PSIQUIATRIA”. TORAY-MASSON. BARCELONA. 6TA. ED.1974.
EY, H. “LA CONCIENCIA”. GREDOS. MADRID. 1976.
HUSSERL, E. “INVESTIGACIONES LOGICAS”. REVISTA DE OCCIDENTE. MADRID.1976.
JASPERS, K. “PSICOPATOLOGIA GENERAL”. BETA. BUENOS AIRES. 4TA. ED.1975.
JASPERS, K. “ESCRITOS PSICOPATOLOGICOS”. GREDOS. MADRID. 1977.
ROJAS, E. “REMEDIOS PARA EL DESAMOR”. EDICIONES TH. MADRID. 5TA ED.1990.
ROJO SIERA, M. “FUNDAMENTOS DOCTRINALES PARA UNA PSICOLOGIA MEDICA”. TORAY-MAS SON. BARCELONA 1978.
STRAUS, E. “PSICOLOGIA FENOMENOLOG
Dr. Carlos De Los Angeles.
Psiquiatra.
angeles@claro.net.do
LA FENOMENOLOGIA DE LOS CELOS.
La celotipia no alcanzó categoría de reflexión psicopatológica hasta que Karl Jaspers publicó su brillante estudio “Delirio Celotípico, Contribución al problema: ¿Desarrollo de una Personalidad o Proceso?”
En dicho trabajo Jaspers encuentra cuatro formas de las ideas de celos:
1 – Celos Psicológicamente Normales.
2- Celos Morbosos.
3- Celos Deliroides (desarrollo).
4- Delirio Celotípico (proceso).
En la celotipia psicológica las ideas de celos son cambiantes, se aumentan por todas partes y se olvidan, luego vuelven a reestructurarse y se justifican encontrando fundamento de una u otra manera.
En los celos morbosos las ideas se desarrollan de modo lento o brusco, pero estable, las demostraciones se mantienen durante años y a duras penas pueden olvidarse, salen por doquier y aumentan. No son sistematizadas y la autocrítica es más o menos amplia.
Para Jaspers ambas formas deben ser diferenciadas de la celotipia Deliroide en la cual surgen ideas y observaciones que aparecen por doquier y se olvidan sin ninguna crítica; también debe diferenciarse del Delirio Celotípico Sistematizado, en el que existe plena certeza “con el surgir de la representación del hecho.
En los Celos Deliroides no hay la certeza, sino, la sospecha que sometida a crítica, finalmente aparece como verdadera. El delirio celotípico tiene, en su génesis, conexiones con todos los síntomas psicóticos dependiendo del cuadro morboso en que se presente. Si no se da en la plenitud de los demás síntomas su origen puede hallarse en una combinación de errores sensoriales y falsos recuerdos. Resulta muy llamativo cómo los hechos cotidianos pueden interpretarse con arreglo a las ideas de celos: encuentros fortuitos en la calle o en una fiesta, visitas inesperadas, ruidos sospechosos, tardanza en abrir la puerta, una mirada casual, llegar a casa y hallar desorden en la habitación, etc. Aparecen con frecuencia falseamientos ilusorios en el área perceptiva. Se ve y se oye más que sombras y ruidos sin importancia. Por supuesto, debemos delimitar con claridad, fenómenos como las auténticas voces, visiones y vivencias delirantes que corresponden a entidades morbosas como las esquizofrenias. Las alucinaciones de contenido sexual son fenómenos especiales en conexión con el delirio celotípico.
Karl Jaspers a pesar de sus valiosos aportes, no se preocupó por indagar qué cosa eran los celos. Tellenbach (1969) supone que el maestro partió del presupuesto de “una conciencia general de lo que se debe entender bajo la palabra celos”. Toca a Friedman (1911) y al propio Tellenbach (1969) preguntar expresamente qué son los celos.
Para Platón los celos se hallan “entre aquellos estados psíquicos en los que el hombre se encuentra bajo la determinación de la pasión”.
Como la nostalgia, la envidia, el Eros; es la pasión un Pathos. El ser que sufre reclama algo que le es imprescindible para colmarse, en la ausencia de ese algo, queda el vacío. El sí mismo (seIf) queda reducido.
Hace tres días en el barrio de Katanga y durante un apagón, una mujer de 26 años fue acechada por otra mujer celosa de su marido, ésta la golpeó en la cabeza y al caer inconsciente, le roció gasolina y le prendió fuego. Fundados o no, los celos provocaron un estado psicológico en la agresora que no cede ni siquiera con la rival inconsciente, indefensa en el suelo. Además, ésta pasión le dio fuerzas suficientes para huir a su ciudad natal, a mas de 200 Km. del lugar del hecho. Celotipia deriva del griego Zeo (hiervo, ardo, me enfurezco, me quemo, estoy en ebullición). Celotipo o celoso es ser-golpeado por algo ardiente. Con respecto al contenido o tema de los celos se da una variedad. El hombre puede estar celoso del prestigio, del éxito, de la gloria, del poder, de la cercanía de Dios, etc.; que un rival le amenaza. Puede, por supuesto, estar celoso de una mujer cuyo amor amenaza con desviarse hacia otro. Siempre que aparecen los celos, algo que me pertenece sin discusión o algo que considero, creo o anticipo como propio, amenaza con perderse en manos de otro. No ocurre así con la envidia. En la envidia deseo-poseer algo que legítimamente pertenece a otro.
Los motivos pueden ser los mismos: amor, rango, prestigio, poder, valoración, etc.; pero, la flecha intencional está dirigida a querer-tener lo que de modo primario se halla en manos de otro y cuya pertenencia le envidio. Esto es capital para comprender la esencia de los celos, estos no son un querer-tener lo que a otro corresponde, eso es envidia. Los celos son un querer-retener, un no-querer-perder aquello que considero en absoluto y sin discusión como mío.
Ahora bien, si el motivo de mis celos se pierde en manos del otro, el rival, ya no puedo hablar de celos, lo cierto es que el celar se agota con la certeza de la pérdida para ceder el paso a sentimientos de frustración, desprecio y venganza.
Tellenbach (1969) nos enseñó que lo que hace la intranquilidad del celoso es la indecisión, la agonía entre la posibilidad de la pérdida y nuestro deseo de evitarla. A quien se vigila celosamente no es al rival, sino, que vigilo celosamente aquello que me pertenece. Esto explica el hecho de que a pesar de todas las experiencias vivenciadas en el Delirio Celotípico, como la vergüenza, la indignación y la ira contenida ante la supuesta infidelidad; el paciente no inicie medidas para evitar los hechos o sorprender a la pareja infiel.
Otro hecho importante es que para que tome a alguien como rival, el celoso debe reconocerle igualdad de cualidades e incluso verle como superior, reconocerle como digno de disputarle algo que le pertenece.
Una de mis pacientes, 50 años de edad, 25 años de casada y 4 hijos, me refiere: “Estoy llegando tarde a las citas porque ahora mi esposo me trae él mismo… es que hace quince días que botó al chofer que ya tenía dos años conmigo… yo que estaba acostumbrada con él, me hacia todas las diligencias”. Al preguntarle los motivos por los que se despidió al chofer, responde: “mí marido dijo que no le gustaba la confianza que estaba cogiendo con las sirvientas y con mis hijos”. Le pregunto si no habría algo de celos respecto a ella misma y me responde con asombro: “¿con el chofer?… No, no creo que mi marido me cele con un chofer… Ahí sí me ofendo yo”.
Friedman (191 1) señala que “el celoso toma al rival solamente por su posibilidad de competir”. Por eso lo ilustró con el ejemplo del cochero: ¿”Se rebajará tanto el marido, que es un señor distinguido, a tener celos de aquel criado?. Lo que surge es odio y rechazo en forma en forma de despido.
Este es otro punto importante en la constelación celosa, el único que puede ser reemplazado es el rival, el tercero en discordia, que en ocasiones ni siquiera es necesario conocer, como en la “pasión contra desconocido” de Friedman.
El motivo de los celos impone límites a la pasión.
Aquel que cela por prestigio, honor o poder se rendirá ante un rival muy superior, pero, cuando el objeto de los celos es la persona arriada, nada conseguirá que los celos se disuelvan por sí mismos. Sólo la pérdida en las manos del rival hará desaparecer los celos amorosos
Otra paciente, profesional universitaria, 31 años de edad, soltera, viene a consulta con un cuadro depresivo-ansioso cuya queja principal es el agotamiento. Lleva 8 años de relación con un hombre casado y el cual solicita desde hace 1 año la ruptura definitiva a causa de los celos de la paciente (unas veces normales y la mas de las veces morbosos).
Ella relata: “ay doctor, ya no puedo mas, póngame a dormir aunque sea por una semana… lo que pasa es que cuando se me mete en la cabeza que él anda con otra, me entra un desasosiego que tengo que dejar lo que esté haciendo para ir buscarlo por toda la ciudad, no importa que sea de madrugada, salgo en el carro y paso por su casa, si el carro de él está en el parqueo me voy tranquila a mi casa… pero, ay si ese carro no está… comienzo como una loca a buscarlo donde los amigos, los restaurantes que él visita, por el malecón, a ver si veo el .0… si no. cojo para los moteles, buscando como una loca… sudo… se me sale el … no puedo respirar… piso el acelerador y no me doy cuenta… a veces llego agotada de tanto buscar, a veces, hasta las 4 o 5 de la madrugada. . .no porque quiera, sino, para estar a las 8 de la mañana en el trabajo… eso es los días de trabajo, porque si es fin de semana amanezco dando vueltas hasta que lo encuentro o él vuelve a su casa. Cuando lo encuentro en un sitio público yo no hago escándalos… me siento donde él me vea y ya él sabe… bueno, a veces él se despide y se va a la casa… otras veces se sienta conmigo a convencerme de que me vaya a dormir… entonces lo obligo a que se vaya conmigo a un motel”.
En esto se sufre mucho… he estado a punto de matarme… hace un tiempo como a la una de la madrugada, lo buscaba por el malecón y vi un carro parecido al suyo… lo perseguí y el del carro aceleró mucho y yo mas… me le pegaba, pero, se me iba… hasta que me salí del carril y me crucé a la vía contraria y por poco me vuelco… me asusté tanto que el carro se me apagó y me quedé un rato llorando y me fui a casa”.
A pesar de que la paciente mejoró mucho con psicoterapia, antidepresivos y ansiolíticos, la relación se perdió; obviamente, por la conducta celosa de la paciente y a que el hombre no pudo soportar el sobresalto de sentirse perseguido a toda hora”. El nunca aceptó ir a la consulta.
Esta paciente ha sido muy importante para mí porque me aclaró una cuestión que se me había convertido en un problema: ¿Por qué las amantes no celan con relación a las esposas?… La sencillez de la respuesta fue como un rayo de luz.
“Bueno, ella no me importa… él no la quiere. Está con ella por los hijos… además, se ve que ella no es mejor que yo… esa no puede conmigo”.
Entonces comprendí claramente: La amante no cela por motivo de la esposa. Esta es percibida por aquella como un ser Inferior, es un rival vencido. No puede venir a disputarle el objeto amoroso.
Esto se afianza con las supuestas confesiones íntimas del hombre sobre la “incapacidad” de la esposa de satisfacerle sexualmente o la falta en prodigarle atenciones hogareñas, etc.
Es el esposo quien invalida a la esposa frente a los ojos de la amante. Pero, el celar aparece ante la posibilidad de una nueva amante, a la que si pudiera reconocerle como una rival, esto es, alguien con capacidad de desplazarle.
Esta paciente entabló una nueva relación con un joven militar, soltero. Relata: “Al principio… los primeros tres meses estuve feliz, pero, poco a poco me empezaron las sospechas y la ansiedad… una mañana me salí del trabajo y empecé a buscarlo… lo encontré… iba con una mujer al lado. Yo no pude ver bien… él se dio cuenta y cruzó el puente “Duarte”… lo perseguí hasta la autopista de “San Isidro”… Ellos se metieron en un motel y yo me paré en la entrada… sentada en el carro esperando que salieran… me fumé una caja de cigarrillos… un empleado del motel salió varias veces… Parece que lo mandaban a ver si yo estaba ahí… en un descuido mío ellos salieron y les caí detrás, cruzamos de nuevo el puente y cerca de la “Duarte” el dobló y la dejó, yo lo vi y dejé que se fuera y me fui detrás de la mujer muy despacio para verla bien… era una vieja y hasta gorda… una mujer fea… me fui y lo busqué, lo encontré donde una hermana y le dije de todo… Hasta sucio y asqueroso que esa mujer a lo mejor le daba dinero… él me dijo que no sabía que yo era una loca… ahora me hace mucha… le pedí perdón, pero, él dice que no me quiere ver “ni en pinturas”… Estoy muy mal”.
La paciente sigue soltera con 42 años de edad y aunque logra conseguir compañeros, la relación se pierde tarde o temprano.
Aquí debo puntualizar la incompatibilidad entre el celar y el amor
Tal como apunta Tellenbach (1969) “el celar no deja lugar para la ocupación amorosa con el otro; al contrario, este espacio es mas bien vaciado, y el otro “materializado” en una “posesión”, sobre el que se cree tener un titulo de derecho”. De aquí la peculiaridad querulante del celoso.
Muchas veces al celoso no le interesa la comprobación de sus sospechas, estamos a la puerta del delirio de celos y cuando llegamos a los celos como pathos, tocamos el territorio de lo ético, de la libertad de elección.
Ahora bien, no podemos dejarnos confundir por algunos giros de la conducta del humano en situación de pareja. Se da el fenómeno del no-celo, la ausencia de celos, aun en presencia de una verdadera relación extra conyugal; en realidad es una situación de desinterés a causa del desamor que ha surgido en la pareja. Desinterés que por lo regular dura años antes de que efectivamente la pareja se disuelva.
En “Remedios Para El Desamor”(1990) el profesor Enrique Rojas apunta que “la fidelidad se alcanza con actitudes de respeto y consideración hacia la otra persona, gracias a pequeños ejercicios de lealtad, amistad y confianza reciprocas”. Precisamente, de lo que carece el celoso es de confianza.
Finalmente, las ideas de celos son frecuentes en las personalidades psicopáticas. Schneider (1962) siempre en relación con rasgos diversos, como: Histéricos, fenómenos obsesivos, en distimias periódicas (como las menstruales) y como rasgo de carácter que con la edad se constituye en delirio Celotípico. Por supuesto que se presentan celos en los alcohólicos debido a incremento de la libido con potencia disminuida o ausente (Kraft-Ebing). En la alucinosis alcohólica las vivencias de infidelidad se acompañan de trastornos perceptivos visuales y auditivos muy ricos en detalles y vivacidad.
También ustedes recordaran que aparece delirio celotípico en las psicosis orgánicas, como en la Parálisis General Progresiva y en la Demencia Senil.
Bibliografía
ALONSO-FERNANDEZ F. “FUNDAMENTOS DE LA
PSIQUIATRÍA ACTUAL”. ED. PAZ MONTALVO. MADRID. 3ra.
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STRAUS, E. “PSICOLOGIA FENOMENOLOG
sábado, 26 de septiembre de 2009
Celos, locura y muerte: Carlos Castilla del Pino
Hitos de la naturaleza humana Sábado, 15 de julio de 1995 EL MUNDO
CELOS, LOCURA Y MUERTE
Carlos Castilla del Pino
Temas de Hoy
ALBERTO HERNANDO
Celos, locura y muerte son momentos críticos de la vida humana. Todos ellos implican la existencia de un sujeto con conciencia y una específica relación con la realidad. Castilla del Pino aborda, desde el paradigma psicológico, estos relevantes temas de manera clara y amena. Incluso en el caso de los celos, apartado que ocupa la mayor parte del ensayo, se servirá de Cervantes para ejemplarizar una teoría de relación celosa.
La dinámica de la relación celosa es una estructura imaginaria que el celoso construye sobre sí mismo, sobre el objeto de celos y sobre el rival. En esta triada, el deseo actúa como catalizador. El celoso, en su narcisismo, ve a su objeto de celos como propiedad y al rival como una competencia. En los celos hay un temor a la pérdida del objeto amado. Conforme crecen los celos, aumenta la incertidumbre y la inseguridad del celoso. Ello provoca desconfianzas, sospechas y control; así como un importante deterioro en la autoestima e identidad del celoso.
Tras repasar las formas de celos se concluye que el celoso no puede considerarse en puridad un neurótico; aunque algunos culminen el proceso celoso en psicosis o delirios de infidelidad. Castilla del Pino califica al celoso como un prepsicótico, con dificultades para adaptarse a la realidad.
Hablar de locura es hacerlo sobre una posibilidad de la condición humana. Castilla del Pino caracteriza a la locura como una adscripción a una «realidad de determinadas significaciones erróneas»; reafirmando así que la alienación sólo es posible juzgarla por las «actuaciones» de los sujetos. El «deus ex machina» del error psicótico es el delirio y la alucinación. Toda psicosis es una enfermedad del sujeto. Después de definir las características y la lógica del error psicótico, se afirmará que la locura es una forma de existencia al igual que la cordura. Es decir, el loco se «realiza» en su enajenación.
Respecto a la muerte, Castilla del Pino se centra en elucidar la distinción entre morir y morirse. En ambos casos se trata de establecer los estados de conciencia del sujeto. El morir es genérico; el morirse implica una conciencia específica de cada sujeto. Si el morir es un hecho biológico, el morirse constituye una experiencia biográfica.
Ante la muerte hay una serie de expectativas y actitudes. El morir como imaginario suscita expectativas de miedo, angustia, negación y afirmación. El morirse, como acto empírico, determina actitudes sólo subjetivizadas por el propio agonizante. Corolario, pues, de esa diferencia entre morir y morirse: lo que muere es el cuerpo y quien muere un sujeto.
CELOS, LOCURA Y MUERTE
Carlos Castilla del Pino
Temas de Hoy
ALBERTO HERNANDO
Celos, locura y muerte son momentos críticos de la vida humana. Todos ellos implican la existencia de un sujeto con conciencia y una específica relación con la realidad. Castilla del Pino aborda, desde el paradigma psicológico, estos relevantes temas de manera clara y amena. Incluso en el caso de los celos, apartado que ocupa la mayor parte del ensayo, se servirá de Cervantes para ejemplarizar una teoría de relación celosa.
La dinámica de la relación celosa es una estructura imaginaria que el celoso construye sobre sí mismo, sobre el objeto de celos y sobre el rival. En esta triada, el deseo actúa como catalizador. El celoso, en su narcisismo, ve a su objeto de celos como propiedad y al rival como una competencia. En los celos hay un temor a la pérdida del objeto amado. Conforme crecen los celos, aumenta la incertidumbre y la inseguridad del celoso. Ello provoca desconfianzas, sospechas y control; así como un importante deterioro en la autoestima e identidad del celoso.
Tras repasar las formas de celos se concluye que el celoso no puede considerarse en puridad un neurótico; aunque algunos culminen el proceso celoso en psicosis o delirios de infidelidad. Castilla del Pino califica al celoso como un prepsicótico, con dificultades para adaptarse a la realidad.
Hablar de locura es hacerlo sobre una posibilidad de la condición humana. Castilla del Pino caracteriza a la locura como una adscripción a una «realidad de determinadas significaciones erróneas»; reafirmando así que la alienación sólo es posible juzgarla por las «actuaciones» de los sujetos. El «deus ex machina» del error psicótico es el delirio y la alucinación. Toda psicosis es una enfermedad del sujeto. Después de definir las características y la lógica del error psicótico, se afirmará que la locura es una forma de existencia al igual que la cordura. Es decir, el loco se «realiza» en su enajenación.
Respecto a la muerte, Castilla del Pino se centra en elucidar la distinción entre morir y morirse. En ambos casos se trata de establecer los estados de conciencia del sujeto. El morir es genérico; el morirse implica una conciencia específica de cada sujeto. Si el morir es un hecho biológico, el morirse constituye una experiencia biográfica.
Ante la muerte hay una serie de expectativas y actitudes. El morir como imaginario suscita expectativas de miedo, angustia, negación y afirmación. El morirse, como acto empírico, determina actitudes sólo subjetivizadas por el propio agonizante. Corolario, pues, de esa diferencia entre morir y morirse: lo que muere es el cuerpo y quien muere un sujeto.
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