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Paz y Ciencia

viernes, 2 de diciembre de 2016

La preocupación maternal primaria




Para la madre ese estadío es también vivido como una forma de dependencia. Si ella es capaz de adaptarse de manera estricta a las necesidades de su hijo, es en virtud de un estado psicológico completamente específico de devoción: la preocupación maternal primaria, verdadero "estado psiquiátrico". Una forma de repliegue esquizoide normal. Propio de un período que va del fin del embarazo a los primeros meses de vida extra-uterina del niño.

Realmente se trata de una profunda modificación de la orientación hacia sí misma y hacia el mundo, la que se traduce en una viva adaptación a las necesidades del niño, que se transforman -durante este estadío-en lo más importante para ella. Pero ese estado no dura para siempre: desaparece progresivamente y luego se olvida. Winnicott lo compara a una fase de repliegue o disociación, "similar a un episodio esquizoide en el curso del cual uno de los aspectos de la personalidad toma ventaja temporalmente", que se arraiga en las modificaciones psicológicas del trabajo.

Nos explica Winnicott: 

"Poco después de su concepción (...) la mujer comienza a modificar su orientación y a preocuparse de los cambios que se producen en ella. De
 diversas maneras, es llevada por su propio cuerpo a ese interés. La madre transfiere al hijo que empieza a desarrollarse en ella, una parte de su propio sentimiento del self.


Se puede hablar de una identificación proyectiva que permite a la madre saber de manera empática qué necesita el bebé en el momento preciso.
"Pienso en cosas vitales como: ser alzado, ser acostado, ser girado para eructar, ser cuidado y obviamente alimentado, intervención que hay que asegurarse mostrándose sensible a lo que el niño siente, lo cual implica más que la satisfacción de un instinto".
De esta manera, la madre cumple la función que designa como madre suficientemente buena. Esto es, un entorno "suficientemente bueno". Vuelve con la insistencia de la confiabilidad, de adaptación, de continuidad de ese entorno primario, como si temiera que el lector fuera a subestimar su importancia o a considerarlas como algo evidente que no necesita de aclaración alguna. Es cierto que, desde que el mundo es mundo, las madres son y han sido ordinary devoted mother sin necesidad de la psicología para saber lo que deben hacer. Al menos en este aspecto, frente al paciente en situación de regresión, el proceder del analista debe ser diferente al comportamiento natural de la madre con respecto al hijo: tiene que ser consciente de los cambios de sensibilidad que provocan en él la dependencia de la madre y la inmadurez del paciente.

Aquí Winnicott, más que dirigirse a las madres se dirige a los analistas. El paciente desarrolla un falso self muy logrado, pero artificial. El analista que sabe demasiado e impone su saber "por fuera del área donde analista y paciente juegan juntos".

Si se cercena el gesto espontáneo, esto es, la creatividad, el juego, "las cosas buenas" que son el gri

to, la protesta, el gesto creador. Todo ello expresa sus necesidades para salir del estado de fusión.
"De esa manera, la madre (...) hace algo peor que castrar al niño, lo pone ante una alternativa: o bien quedar en estado de regresión permanente y de fusión (...) o bien poner en práctica un rechazo total a la madre".
En el momento en que se evoluciona de una dependencia absoluta a una relativa, el niño es capaz de soportar el regreso de su madre cuando ésta se ausenta. Es porque ha desarrollado una imagen mental para afrontar la pérdida. Esto se da entre los seis meses a los dos años.

Todo esto implica el reconocimiento progresivo de la madre como persona separada, que marca la emergencia del niño de la fase del narcisismo primario. Ahora él está en condiciones de aceptar que necesidad creciente del niño de encontrar la realidad, de arribar a la separación y establecer una identidad personal".
Existen ciertas cosas escapan a su control, puede identificarse con la madre y sentirse unido a lo que ella vive. La evolución del niño pasa entonces por una serie gradual de fallas de adaptación que son necesarias, ya que, señala Winnicott, "ellas constituyen una suerte de adaptación, porque están ligadas a las fallas que le ayudan al proceso de individuación y cese de la fusión"
Claude Geets: Winnicott 
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza

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