"Un in-dividuo es ahora para nosotros un ello psíquico, no conocido e inconsciente, sobre el cual, como una superficie, se asienta el yo". Sigmund Freud
El yo y el ello es el último gran texto metapsicológico de Freud, tras los pasos de Más allá del principio del placer, El yo y el ello es el libro de la segunda tópica, donde se introducen el ello [el otro nombre del ideal del yo]. Esta segunda tópica prolonga la primera [consciente preconsciente inconsciente], ligado al sistema percepción-conciencia y vuelto hacia el mundo exterior, es también un "ser fronterizo", que confluye con el ello [pulsional, inconsciente, pero también hereditario], de igual modo, el superyó, instancia moral y crítica, está también, como heredero del complejo de Edipo, más cerca del ello que del yo. Más que integrarlo a ella, Freud injerta en esta nueva partición del aparato psíquico el segundo dualismo pulsional [Eros y pulsión de muerte].
El yo y el ello puede conducir a equívocos. Probablemente el propio Freud así lo entendió porque parece reducirse al yo-consciente y ello-inconsciente. Su trabajo va mucho más allá que este reduccionismo: "Si se admite la separación que hace poco he propuesto, y que descompone el aparato anímico en un yo dirigido al mundo exterior y dotado de conciencia, y en un ello inconsciente, gobernado por sus necesidades pulsionales, el psicoanálisis deberá calificarse como una psicología del ello (y de sus acciones eficaces sobre el yo)".
Esta frase, escrita menos de un año de la redacción de El yo y el ello es también una interrogación sobre el yo consciente, sobre un yo igualmente dirigido al mundo exterior y sobre un ello más indeterminado, tal vez menos simplemente "pulsional" de lo que Freud dice. En cuanto a la expresión "psicología del ello", debe acaso ponerse en tela de juicio más aún que "psicología del yo".
Empero, no basta con incluir al superyó en el título (El yo, el ello y el superyó) para situar mejor el contenido de la obra. En realidad, con El yo y el ello, Freud compone un conjunto que reúne e intenta unificar la primera y la segunda tópicas agregándoles el segundo dualismo pulsional (Eros y pulsión de muerte). Componer, reunir, unificar: tales son, como es sabido, los objetivos que Freud atribuye a Eros y al yo. Sin embargo, El yo y el ello es todo menos una síntesis lograda las diferentes piezas de una y otra tópicas se ajustan mal y no hallan entre sí su exacta correspondencia.
El libro podría haberse llamado: El yo y el ello, eros y pulsión de muerte, pero no, El yo (eros) y el ello (pulsión de muerte). Si bien Freud parece por momentos encauzarse en el sentido de esta ecuación, sobre todo en las últimas líneas del texto, se conforma, prudente, con hacer del ello el lugar donde cohabitan las pulsiones eróticas y las pulsiones de muerte.
El libro podría haberse llamado: El yo y el ello, eros y pulsión de muerte, pero no, El yo (eros) y el ello (pulsión de muerte). Si bien Freud parece por momentos encauzarse en el sentido de esta ecuación, sobre todo en las últimas líneas del texto, se conforma, prudente, con hacer del ello el lugar donde cohabitan las pulsiones eróticas y las pulsiones de muerte.
François Robert: Prólogo "El yo y el ello". Amorrortu. 2015
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