PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

martes, 3 de marzo de 2015

Fases del enfermar



Negación y aislamiento:
“Me siento bien, esto no me puede estar pasando a mí”. La negación es un mecanismo de defensa temporal ante una noticia inesperada e impactante. Como tal defensa temporal, pronto irá siendo sustituida por una aceptación parcial.
Ira:
La negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para los familiares y personas próximas, porque la ira se activa contra todo y contra todos. Suelen quejarse de cualquier cosa, muchas veces de manera injusta; todo es criticable. En otros momentos, la ira se torna en dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quiénes rodean a la persona no deben tomar esta ira como algo personal, sino que deben comprender las razones que la activan; así evitarán reaccionar a su vez también con ira, y alimentar la conducta hostil del doliente.
Negociación:
«Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse», «haré cualquier cosa por un par de años más».
La tercer etapa involucra la esperanza de que la persona puede de alguna manera posponer o retrasar la muerte. Psicológicamente, la persona está diciendo: «Entiendo que voy a morir, pero si solamente pudiera tener más tiempo...».

Depresión:
«Estoy tan triste, ¿por qué hacer algo?»; «voy a morir, ¿qué sentido tiene?»; «extraño a mis seres queridos, ¿por qué seguir?»
En esta fase, la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Este proceso permite a la persona moribunda desconectarse de todo sentimiento de amor y cariño. Es un estado preparatorio para la aceptación de la realidad, en el que es contraproducente intentar animarla y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas a ella. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecida de que se le acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que la rodean para animarla, dificultarán su proceso de duelo.
Aceptación:
Quien ha pasado por las etapas anteriores, en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo.

La actitud ante la muerte por parte de una persona moribunda ha sido relacionada con la cantidad de significado y propósito que esa persona ha encontrado en su vida. Un estudio de 160 personas diagnosticadas con menos de tres meses de vida mostró que aquéllas que sentían que habían entendido su propósito en la vida, o habían encontrado un sentido a ésta, experimentaban menos tristeza y desesperación en sus últimas semanas de vida que aquéllas que no. En éste y otros estudios similares, la espiritualidad había ayudado a personas agonizantes a lidiar con la etapa de depresión de forma más rápida y efectiva que a aquéllas que no eran espirituales.

No hay comentarios: