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Paz y Ciencia

jueves, 8 de enero de 2015

Erich Fromm: Psicoanálisis Humanista


Me parece que es de llamar la atención, todas las ideas que ha habido alrededor de Fromm, y de sus aportaciones al psicoanálisis, desde las apologistas, en las que se describe a un Fromm únicamente lleno de virtudes, pasando por las visiones y descripciones más realistas y objetivas, según creo yo, hasta el otro extremo en el que se llega a caer en lo fantasioso por una ignorancia total y no exenta de dolo,   como aquella de un psicoanalista neoyorquino “ortodoxo”, que según decía había conocido a Fromm, y aseguraba que vivía en un palacio tallado en piedra cerca de la ciudad de México; o aquel otro que decía que Fromm se estaba volviendo loco poco a poco en la ciudad de México (Cortina y Maccoby, 1996).
 Ante toda esta gama de opiniones vertidas acerca de Fromm, vendría la pregunta obligada acerca de quién fue realmente Fromm y cuál es la obra que dejó.
La primer pregunta me parece que es muy difícil de contestar, ya que tendríamos que agregar otra pregunta más, a qué Fromm nos referimos y con relación a qué persona. Con lo anterior no quiero caer en un relativismo que no nos llevaría a nada, y en el que podrían caber toda una serie de opiniones y especulaciones, pero me parece inevitable que para entender y saber por qué existen opiniones tan diferentes es necesario situarse ante quién las vierte y en qué momento.
La trayectoria de Fromm, a diferencia de otros psicoanalistas de su época, no se inició en el ámbito médico o psiquiátrico, sino que fue uno de los primeros psicoanalistas no médicos, y no sólo eso, sino que además había realizado estudios previos en el campo de la sociología (Funk, 1987), llegando a doctorarse a una edad temprana,  fue miembro del Institut fur Sozialforschung[2], que  daría lugar a la “Escuela de Francfort”, de la cual fue un destacado miembro, aunque más tarde rompería con ella y  se separaría radicalmente.
El hecho de no ser médico le valió en algunas ocasiones que no fuera bien visto, e incluso esto tuvo que ver con su alejamiento de Karen Horney, (Spiegel, 1981).
Como Fromm mismo lo señala, la influencia de Marx en su obra y en él mismo fue de gran importancia, junto con la de Freud, aunque le da más valor y considera de mayor alcance y más altura, al sistema teórico de Marx, (Fromm, 1964).
Me parece que estos dos hechos, el que no haya sido médico, ni con una formación previa en esa línea, y el que tuviera una base sociológica tan vasta e importante, fue lo que le permitió tener otra visión del psicoanálisis, y de esta manera pudo ampliarlo, al integrar una visión social, partiendo del materialismo histórico, al sistema freudiano que se basaba en un método mecanicista y con raíces, o por lo menos así lo pretendían Freud y los freudianos, en lo biológico. Haciendo una analogía, me parece que Fromm vino a hacer con Freud, lo que hizo Marx con Hegel.
 Además de lo anterior, Fromm creció en un ambiente sumamente religioso, lo que se deja ver a través de toda su obra, y como él mismo lo comenta (Ibid.), de los pasajes que más le impresionaron fueron aquellos  de Isaías, Amós y Oseas, en los que se plasma la esperanza de una paz universal y del crecimiento y madurez del hombre, donde dejará atrás los días de destrucción, por una época de armonía, lo que me parece se deja ver no sólo en sus libros sino también en su actitud ante la vida, es decir, me parece que Fromm no se limitó a ser un teórico, sino que como lo escribió el Dr. Aniceto Aramoni, “a diferencia de Óscar Wilde, Fromm si puso el genio en la vida como en la obra” (Millán y Gojman, 1981, pág. 80).
Sin embargo, Burston encuentra que algunos psicólogos describen a  Fromm como un teórico de campo (Burston, 1998) y  lo critican por no haber establecido una técnica propia, e incluso algunos no lo consideran psicoanalista, y para aquellos que gustan de hacer clasificaciones lo agrupan dentro de los “culturalistas”, señalando que daba demasiada importancia a la cultura y a la sociedad, como fuerzas que actúan sobre el ser humano, soslayando las fuerzas biológicas, siendo que Fromm  mencionó explícitamente, que él era un continuador de Freud, y que más que un “revisionista”, como lo llegaron a llamar, era alguien que pretendía ampliar las ideas de Freud, y que no olvidaba la importancia de lo biológico y del peso que tenía en la conformación de la personalidad del individuo, pero además resaltó la condición del ser humano de vivir en  grupo e interactuar con él, y que de forma dialéctica, uno influye sobre el otro simultáneamente. Como decía Marx con respecto de la historia, “la historia hace al hombre, pero el hombre hace también la historia”. Marx define de la siguiente manera su método histórico:
 “El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentran y que se tratan de reproducir. Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos. Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide, por consiguiente con su producción, tanto con lo que produce como con el modo cómo producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción” (Marx y Engels, 1958, pág. 19, citado por Fromm, 1978, pág. 22)
 Es aquí donde se da una ruptura epistemológica, ya que se rompe con la visión “natural” de la historia, como  en el caso de los animales, que solamente pueden vivir una historia determinada instintivamente, sin posibilidades de trascenderla, y en cambio el hombre adquiere conciencia de su existencia y así la posibilidad de trascenderse a sí mismo, y deja de tener una historia “natural”, para adquirir una “historia humana”[3].
Considero importante llamar la atención sobre el trabajo de campo que realizó Fromm, primero en Alemania, antes de emigrar a América, y posteriormente en nuestro país, lo que  algunos autores pasan por alto o no le dan la importancia que merece, de acuerdo a Burston, ya que es ahí donde se puede observar la aplicación directa de las ideas teóricas de Fromm. Asimismo me parece que no se puede olvidar ni pasar por alto, la experiencia clínica de Fromm, que acumuló a lo largo de muchos años de trabajo directo con pacientes, y en su trabajo como supervisor clínico, lo que hace ver que sus ideas estaban basadas en una observación directa del ser humano.
Por otra parte las ideas de  Fromm sobre el psicoanálisis y Marx, no fueron aceptadas  entre sus antiguos compañeros de la Escuela de Francfort, habiendo tenido alguna confrontación con Marcuse, y Adorno, que lo acusaron de revisionista. Otros “marxistas” lo llegaron a llamar “social demócrata”, con una intención peyorativa (Cortina y Maccoby, 1996).
La relación de Fromm con otros pensadores y psicólogos, llegó a ser difícil, por varias razones, entre las que destacaron  el desconocimiento de su obra por otros autores, que solamente conocían una parte de su trabajo, y por lo mismo tenían una visón sesgada o parcial, acentuado a su vez por la aparente facilidad con la que se puede leer a Fromm, siendo que la sencillez del lenguaje no implica que su obra sea superficial. Es claro que no utilizaba un lenguaje rebuscado o lleno de tecnicismos, pero precisamente es ésta una de las mayores virtudes de Fromm, lograr expresar con claridad y sencillez conceptos tan profundos como la libertad, el amor, la enajenación, el poder, etc. Esto pudiera dar la falsa impresión de que Fromm “es fácil”, cuando en realidad es mucho más profundo de lo que pareciera en una primera intención, y por lo mismo requiere de una reflexión más atenta y detenida de sus ideas, que me parece que en ocasiones están muy condensadas.
En otras ocasiones, tal vez por la poca capacidad o conocimiento en áreas como la sociología, el marxismo, la historia, la antropología, la ética, etc., por parte de psicólogos y psiquiatras, no eran capaces entonces de ver con la misma profundidad y alcance que Fromm. En este último sentido, Reich fue uno de los primeros analistas interesados en relacionar al marxismo con el psicoanálisis, pero de acuerdo a Fromm, el conocimiento que este tenía de Marx era limitado y pensaba que Reich no llegó a entender a Marx completamente (Burston, 1998).
En la obra y en el pensamiento de Fromm, se dejan ver aspectos “existenciales”, pero que las corrientes psicológicas que llevan esa línea no fueron capaces de entender o aceptar en toda su magnitud, más por situaciones “políticas”, que por verdaderas razones dentro de un ámbito filosófico en el que se hubiera podido intercambiar un diálogo fructífero, como pareciera ser el caso de Rollo May, que fue analizado por Fromm (Ibid).
Paradójicamente Fromm fue más aceptado fuera del campo del psicoanálisis,  llegó a crecer en popularidad, y sus trabajos tuvieron mayor penetración en auditorios no especializados en los Estados Unidos, lo que de acuerdo a Burston le valió el enojo y envidia de sus antiguos compañeros de la Escuela de Fránckfort (Ibid).
Tengo la impresión de que Fromm siempre fue una persona inquieta, que como él mismo escribió, estaba poseído por la convicción de que de “todo hay que dudar” (Fromm, 1964), pero no por la duda estéril del  que no cree en nada, sino por la duda acompañada de la fé en algo, en el hombre, en los escritos proféticos, en su trabajo, en lo que él observaba y descubría.
Su actitud no podía ser la de alguien que simplemente observa, no actúa, y no se compromete, sino la de alguien que estaba siempre activo, y con una posición crítica, lo que le valió no pocas enemistades, y que lo intentaran mantener al margen,  del psicoanálisis “oficial”, en el que lo quisieron ignorar por completo, y que sólo después de que murió, y ya no lo percibieron como una amenaza,  empezaron a tomarlo en cuenta, y no sólo eso, sino también a sacar provecho económico de su obra (Cortina y Maccoby, 1996).
Me parece que Fromm no se sentía a gusto en ninguna parte y con nadie, si esto implicaba permanecer pasivo. Por lo que dejan ver las personas que lo trataron y escribieron acerca de él, nunca permanecía quieto, siempre había en él una actitud de “empujar” a los demás, de “sacarles” lo que tenían por dentro, de no dejarlos descansar, lo que tal vez para algunos podía resultar difícil y de mucha presión, al grado que también lo llegan a describir como una persona de trato difícil, exigente, llegando a la meticulosidad, como lo describe Chrzanowski, con relación a la organización del Foro Internacional de Psicoanálisis en la ciudad de México en 1969, cuando exigía se le dijera el número exacto de asistentes a dicho evento (Chrzanowski, 1997). Esta descripción de Fromm contrasta con la ofrecida por otras personas que tuvieron una relación estrecha con él.
Clara Thomson (Burston, 1998), menciona que Fromm estaba de acuerdo con Freud en que el analista debía estar exento de cualquier tendencia que condenara o juzgara al paciente, pero también dice ella, que aunque estaba segura de que Fromm siempre estuvo lejos de cualquier actitud  moralista hacia los pacientes, en este punto es fácil llegar a resbalarse, y que algunas personas particularmente han mal entendido esta situación, perdiendo de esta manera la objetividad. Fromm comenta que un requisito para poder mantener una actitud objetiva es no desear “nada” del paciente, en el sentido de no tener en mente una idea preconcebida de lo que se debe  obtener con un paciente determinado (Fromm, 1964).
Considero que este ha sido uno de los temas en que se ha mal interpretado, no sé si con cierto dolo, a lo que Fromm llama una actitud de observador participante, en la que él, según como lo entiendo, quiere dar a entender que se debe participar activamente en el proceso y tratamiento de una persona determinada, sin que ello implique que el analista defina previamente una meta de lo que debe ser y hacer el paciente. Me parece que es un error al  que se llega a incurrir, claro esta que como una iatrogenia, con cierta frecuencia por psicoterapeutas y analistas “frommianos” y no “frommianos”.
Haciendo un intento por seguir la obra de Fromm, creo que uno de los aportes más importantes al psicoanálisis, es la integración de un enfoque ético de la situación humana, y que por lo tanto debe ser considerado en el abordaje de los pacientes.
En este sentido por ejemplo, Fromm hace una crítica a la idea de Freud acerca del complejo de Edipo, cuando comenta que la atracción sexual del niño hacia la madre, es un fenómeno secundario y no primario como lo pensaba Freud, en el que el núcleo del conflicto es con la autoridad, asunto que se mantiene siempre presente en la obra de Fromm, al señalar que el hombre debe  tomar una responsabilidad ante sí mismo y convertirse en su propia autoridad, lo cual no puede ser de manera anárquica, ya que existen pautas y principios compartidos por todos los seres humanos, que están condensados en el concepto de naturaleza humana, que van más allá de normas morales que son vigentes sólo en un momento y situación históricamente determinadas, y que por lo tanto variarán de un grupo social a otro, y de una época a otra, como es el caso de la homosexualidad, que puede ser aceptada y tolerada en la Grecia clásica, o rechazada y perseguida  en la época victoriana, sobre la base de determinados principios morales vigentes para esos grupos sociales.
De esta manera, de acuerdo a como lo entiendo, Fromm incorpora el aspecto ético, es decir  las normas y principios que se pueden aplicar de manera universal,  de forma independiente a una época determinada, como sería el principio de no matar, porque en sí mismo este acto va en contra del desarrollo y crecimiento del ser humano, aquello que va contra la naturaleza humana, que define el marco de orientación y  referencia para decir qué es bueno y qué es malo para el ser humano.
En su libro de El Miedo a la Libertad, Fromm expone,   el desarrollo de la responsabilidad del hombre occidental ante sí mismo, partiendo de un estado de sumisión total ante una autoridad externa representada por dios, la iglesia, el rey, en la que el hombre se encuentra en un estado de indiferenciación  y de pertenencia al grupo, donde los roles y lo que se espera de cada cual, estaba perfectamente delimitado. Esta armonía se rompe, con el surgimiento de cambios en el orden social y económico, como consecuencia de la transformación de los medios de producción y de la ideología imperante hasta entonces, con lo que la iglesia Católica pierde su hegemonía, y aparecen otras alternativas como el protestantismo, con Lutero y Calvino entre otros, que se adecuaban mejor a los nuevos sistemas económicos y sociales, dando lugar al individuo. Se gana la libertad pero se pierde la seguridad que ofrecía la pertenencia al grupo, lo que a su vez obligó al individuo a buscar un nuevo lugar en el orden social, con la posibilidad de afirmarse o tratar de ligarse a un grupo que le diera identidad, como sucede en el fenómeno del sadismo masoquismo, en el que se busca la pertenencia e identificación con otro a través de la sumisión, o posesión y control de una persona.
Como consecuencia de lo anterior el individuo adquiere una responsabilidad ante sí mismo, y esto implica la posibilidad de decidir, base de la libertad, es decir, estar en posibilidades de tomar una u otra alternativa, lo que tiene un contenido Ético, entendiendo a la ética como “la ciencia del deber ser”, pero no un deber impuesto y dado desde lo exterior, o por lineamientos y principios determinados por agentes externos y ajenos, y que por lo mismo anularían la posibilidad nuevamente de poder decidir. Una alternativa es tomar esta responsabilidad y otra es la de renunciar a la misma y por ende a la libertad.
El hombre al nacer depende completamente de otros para poder sobrevivir, ya que su dotación biológica no es suficiente por sí misma, como en otros seres vivos de escalas filogenéticas inferiores, que inmediatamente después de nacer se valen por sí mismos. Esto le obliga al ser humano estar más tiempo en contacto con sus padres o con quien ejerza tales funciones, para poder aprender y asimilar las habilidades y cultura para sobrevivir y valerse por sí mismo.
Con base en lo biológico, se esperaría que el individuo se desarrolle hacia la madurez, lo que implica la capacidad de valerse por sí mismo y de llegar a ser independiente. Dentro de lo anterior Fromm explica dos procesos, que son el de asimilación y el de socialización.
El primero se refiere, a la manera en que cada cual asimila e introyecta el mundo, dependiendo del tipo y calidad de las relaciones objetales tempranas que mantuvo. En el segundo caso, me parece, es la forma en que el individuo se proyecta hacia afuera, y el tipo de relaciones de objeto que establece. De acuerdo a este modelo que plantea Fromm en su libro de Ética y Psicoanálisis, se puede apreciar el contenido socio-económico, en la descripción de las diferentes orientaciones del carácter,  al utilizar términos y descripciones semejantes a las utilizadas para explicar los modos de producción, como el explotador, el acumulativo, el mercantilista, en el aspecto negativo y el productivo en el aspecto positivo.
Fromm también incorpora su modelo a los conceptos freudianos del instinto de muerte y al Eros, ampliándolos y dándoles mayor profundidad y alcance, ya que no los limita al concepto freudiano de la libido y las pulsiones agresivas, sino que los presenta  como actitudes ante la vida y como formas tanto de asimilar como de socializarse con el mundo, que no sólo están determinadas por fuerzas biológicas, sino también por fuerzas sociales, que a su vez están determinadas por los medios de producción en los que se desenvuelve el individuo.
Por lo anterior, al utilizar Fromm algunos términos y un modelo que incorpora aspectos sociales  y económicos,  sin recurrir al lenguaje “psicoanalítico”, aunado a  su claridad y sencillez, y a su actitud crítica, hizo que el psicoanálisis “oficial” lo viera con desconfianza y no lo tomara en cuenta, ya que esto implicaba además una crítica a un sistema que se estaba burocratizando, y convirtiéndose en una especie de secta.
En su libro de Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, Fromm expone una de sus aportaciones más importantes, que es la ampliación de los conceptos freudianos de inconsciente y represión, al ámbito de lo social, al mencionar que lo que también se llega a reprimir puede estar condicionado por los valores y principios propuestos por el grupo social en el que se encuentra el individuo, lo que en un momento dado podría producir síntomas “neuróticos”, en alguien que no comparta dichos valores, y que a su vez estos valores podrían estar en contra del desarrollo y crecimiento pleno de la persona, lo que da lugar a la posibilidad de una sociedad enferma, es decir un grupo en el que determinados valores que se consideran como metas a alcanzar, sean medios para evitar el crecimiento, el desarrollo, o el enfrentar la responsabilidad, y de nuevo el aspecto ético de la conducta y la forma de vivir. En otras palabras, un grupo podría en un momento, estar dirigiéndose a su propia destrucción, sin tener conciencia de esto, y algunos de sus miembros podrían reprimir, en función de los objetivos del grupo, tendencias opuestas y así generar síntomas neuróticos, a pesar de tener “satisfechas” todas sus necesidades.
Lo anterior podría ser uno de los aspectos del sistema teórico de Fromm, que haya encontrado más resistencia, sobre todo dentro del estilo de vida estadounidense, y occidental en general, sistema que ha llegado a satisfacer muchas necesidades, y además logrado un nivel de “abundancia”, pero que a pesar de esto no ha logrado que desaparezcan problemas como el suicidio, el alcoholismo, la farmacodependencia en lo general, la pornografía, la enajenación, y un sentimiento de vacío dentro de la “abundancia”.
En el sistema de Fromm, y creo que esto implica aspectos de técnica, es muy importante lo que él llama la posibilidad de hacer un contacto con el paciente de “centro a centro”, de “brincar dentro del inconsciente” del paciente, que son conceptos que rebasan la simple empatía, sin que por esto la soslaye.
Tal vez por esto Fromm encontró en el budismo Zen, un sistema que se acercaba en gran medida a su concepto del psicoanálisis y de la manera de ejercerlo, no únicamente por los aspectos de intuición, de poder “ver desde dentro”, que se encuentran en el budismo, sino también por el hecho de que no existe un dios, en el sentido judeocristiano, que da las normas y preceptos a seguir, sino que de nuevo la responsabilidad ante sí mismo es un asunto de cada cual.
Otra preocupación que observo en  Fromm,  fue la de dar una imagen distinta de Marx, ante occidente, y principalmente en los Estados Unidos, donde existía y sigue existiendo una imagen muy distorsionada del comunismo y de Marx, y por eso en su traducción de los Manuscritos Económico Filosóficos, incluye una breve biografía de Marx, acompañados de los propios comentarios de Fromm.  Tal vez su propósito no era únicamente cambiar la imagen que se pudiera tener de Marx y su sistema teórico, sino también poder aclarar y difundir  su propio sistema teórico y conceptos vertidos en sus libros anteriores.
El trato que Fromm le da a Marx, con respecto a Freud, creo que no es igual, ya que con el primero es menos crítico, e incluso, según Burston,  lo llega a tratar como héroe (Cortina y Maccoby, 1996), y con Freud es mucho más severo en sus críticas. A pesar de lo anterior, Fromm se consideró más cercano a Freud que muchos otros analistas postfreudianos, y así lo reconocen autores cercanos a él, situación en la cual me parece, es donde han existido más malos entendidos, pienso que con frecuencia por lecturas superficiales de la obra de Fromm, o incluso por personas que sin haberlo leído, sostienen que Fromm trató de crear una teoría alternativa, más que una continuación de la obra de Freud. En este punto considero que  cualquiera que haya leído con atención a Fromm se dará cuenta de que esto no es verdad, aunque me parece que en ocasiones Fromm no es muy claro, o no se extiende lo suficiente en las críticas que le llega a hacer a Freud, y me da la impresión de que es muy rígido, e injusto con aspectos personales de su vida.
Como Fromm mismo lo comenta, a pesar de que él se definía particularmente como psicoanalista, y la mayor parte de su obra se ocupa del psicoanálisis, consideraba de mayor profundidad la obra de Marx, y se deja traslucir en toda su obra. Tal vez en su libro “Más allá de las Cadenas de la Ilusión”, es donde se pueda ver mejor la fusión de los sistemas teóricos de Marx y Freud en el pensamiento de Fromm, y donde se vuelve a plantear los conceptos de una sociedad enferma,  de lo inconsciente social, y de lo que se reprime por instancia de lo socialmente modelado y aceptado.
Se pudiera pensar que Fromm es  ingenuo y utópico, sin embargo en su libro “El Corazón del Hombre”, creo que deja bastante claro, que él sabía y tenía una conciencia clara de la capacidad destructiva del ser humano, y que nunca lo soslayó, como también se deja ver de una manera bien sistematizada, documentada, y apoyada tanto en lo biológico como en lo psicológico, en su libro “Anatomía de la Destructividad Humana”. Fromm vivió muy de cerca la capacidad destructiva del hombre,  con el nazismo, un fantasma que me parece que lo persiguió siempre, y que puede verse en varios de sus libros, de una manera totalmente comprensible y justificada. Pero precisamente esto es lo que hace admirable la actitud de Fromm, que lejos de haberse quebrantado, tomó una posición distinta y conservó la fé en el hombre y en su capacidad de ser perfectible, y de que puede desarrollar sus posibilidades biofílicas, presentes en todo ser humano, y susceptibles a ser desplegadas, aunque sin perder de vista que también existen fuerzas que actúan en un sentido opuesto. Tal vez el psicoanálisis sea esto, un método a través del cual se pretende desarrollar lo mejor de cada cual a pesar de todos los aspectos negativos que también tenemos.
En su libro “Y seréis como dioses”, es donde se expresa esta idea, según lo entiendo yo, ya que aunque siempre existen aspectos negativos, permanece la esperanza de poder desarrollar los aspectos positivos, y la posibilidad de ser mejores. Es también en este libro en el que se puede dejar ver, la influencia de la tradición judía en la que él creció, y donde se refleja, por la selección de los textos que hace, la capacidad del hombre de autoafirmarse  ante dios, y de lograr una mayor independencia. Sin embargo en ocasiones, siento que trata de justificar y hasta racionalizar algunos aspectos narcisistas de los judíos como grupo.
Para Fromm, según deduzco, el concepto de naturaleza humana es de suma importancia dentro de su sistema de pensamiento, ya que es en este aspecto en el que se sostiene el carácter ético del ser humano, y que sirve como punto de referencia para determinar qué es bueno y qué es malo para el hombre. Asimismo esto es lo que le da la cualidad de un “Psicoanálisis Humanista”, si tomamos al humanismo, como una corriente filosófica en el que el ser humano es el centro de todo, la medida de todas las cosas. Como Fromm lo define, una filosofía que se caracteriza por:
“la fé en el hombre, en sus posibilidades de desenvolvimiento, para poder llegar a etapas más elevadas; en la unidad de la raza humana; en la tolerancia y la paz y en la razón y el amor como fuerzas que permiten al hombre realizarse a sí mismo, y convertirse en lo que puede ser” (Reyes, 1989).
 Utilizando las palabras mismas de Fromm, considero que él fue un profeta en muchos sentidos, él lo define de esta manera: “Aquellos que anuncian ideas, no necesariamente nuevas, y al mismo tiempo las viven, pueden ser llamados profetas” (Ibid). Me parece que exactamente así le sucedió a Fromm, anunció ideas, y efectivamente, muchas de ellas no del todo nuevas, que ahora se están constatando, como la caída del totalitarismo soviético, el incremento en muchos problemas de salud mental, como la farmacodependencia, la pornografía, el anonimato e impersonalidad del poder que nos gobierna, etc. Es de llamar la atención que algunas de las ideas expresadas por Fromm, en otro lenguaje tal vez, ahora son retomadas o “redescubiertas” por otras escuelas psicoanalíticas o de otras áreas del pensamiento humano, pretendiendo ser originales.
Otra cuestión es porqué Fromm permaneció en México tantos años y fundó un Instituto de Psicoanálisis. Se ha mencionado que la razón por la que llegó a nuestro país, fue la enfermedad de su esposa,  que buscando un clima más benigno y las propiedades curativas de las aguas termales de San Juan Purúa, se estableció por un tiempo en México, y que por esta circunstancia se contactó con él el Dr. Jorge Derbez, para pedirle e invitarle a que impartiera sus enseñanzas en nuestro país, situación que relata el Dr. Jorge Derbez con más detalle en el libro “Erich Fromm y el Psicoanálisis Humanista”. Pero una inquietud que puede surgir es porque decidió quedarse, qué fue lo que encontró en nuestro país. Sin querer ser redundante, como ya lo explica el Dr. Derbez en el libro mencionado, en ese entonces en México había una época de estabilidad económica, de crecimiento, de institucionalización y socialización de la medicina, que por cierto era una disciplina que en aquel entonces ocupaba un lugar relevante en nuestro país, cuando la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México era reconocida internacionalmente. Sin duda estos factores influyeron positivamente para que Fromm se quedara, pero tal vez hubo algo más.
Fromm llegó a América huyendo de un sistema totalitario, autoritario y perseguidor de los judíos, como era el nazismo, y ya habían emigrado otros analistas europeos al igual que él,  a los Estados Unidos, donde, ya estaba consolidado, o por lo menos en vías de hacerlo, el psicoanálisis freudiano. En cambio nuestro país era un campo más virgen y menos esquematizado en cuanto al psicoanálisis se refiere, pero con un gran potencial en muchos sentidos, incluyendo el clima político, ya que siendo Fromm afín a Marx, y que en la década de los cincuenta, en los Estados Unidos se dio una “cacería de brujas” de todo aquello que les parecía que tenía un tono comunista, en México podía encontrar un lugar más propicio para desarrollar sus ideas, y tal vez también un auditorio más receptivo. Claro, me parece que es obligado comentar, que no sólo los factores anteriores harían que Fromm permaneciera en México, ya que daría la impresión de que sólo fuera por su interés personal, sino que también hubo una respuesta de los que eran en ese entonces sus discípulos, y que supieron mantener viva la llama que les había transmitido Fromm. Si hubiera sido de otra manera, por las características mismas de Fromm, hubiera partido para buscar otro lugar más propicio.
Finalmente, queda pendiente el asunto acerca de que si Fromm no cumplió la promesa de escribir un texto sobre técnica. Efectivamente, hasta donde sé no escribió un libro dirigido especialmente para desarrollar aspectos de la técnica psicoanalítica, aunque si dictó seminarios en repetidas ocasiones sobre aspectos de la técnica. Tampoco Freud fue muy extenso al respecto,  (Etchegoyen, 1986), y creo que nadie se podría atrever a decir que no hay una técnica psicoanalítica en la obra de Freud. De la misma manera a lo largo de la obra de Fromm, me parece que se pueden estructurar aspectos de una técnica, y que si bien Fromm no pretendía “crear” una teoría diferente a la de Freud, sino más bien ampliarla, sí introduce cambios  en la técnica, como el hecho de usar o no el diván, situación particularmente escabrosa para algunos analistas, que a partir de ahí, intentan definir si es “psicoanálisis” o no lo que se esta haciendo. No es el objetivo de este ensayo discutir este punto, pero sí me parece que esto evidencia más bien la rigidez de algunos autores poco imaginativos y si muy dogmáticos, que se pierden más en lo accesorio que en la esencia, y que me recuerda aquellas discusiones medievales acerca de que si Adán tenía ombligo o no, o que cuál era el sexo de los ángeles.
Para terminar diré que, que si se pudiera intentar resumir la obra de Fromm en una frase, podría ser aquella sentencia de San Juan que dice “y la verdad os hará libres”.

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