Buscar un estado de ánimo adecuado a veces resulta difícil. La difícil tarea de la estabilidad se vuelve decisiva. La persona está envuelta en un medio ambiente, en un contexto, en una familia. Esa situación, sumada a la laboral, la de los amigos y otros generan una red que envuelve el aspecto relacional del individuo. Somos sujetos que nos vinculamos con otros. En ese medio de relación surge el intercambio de la propia vida. El modo de relacionarnos está troquelado en función de los primeros años de nuestra infancia y además de los consecutivos donde vivimos emociones y tenemos vagos recuerdos con los que ahora sentimos.
Estudiar la biografía de una persona es lo más bello que podemos hacer en una tarea de análisis, allí podemos entender cuándo, cómo y porqué surgen los conflictos. Es cierto que no siempre hay que remontarse a tan lejano pasado. A veces un problema actual, como un despido, puede ser causa suficiente para entender un malestar.
Pero en la biografía profunda podremos saber e incluso predecir con cierta eficacia lo que pasará ante un evento determinado, conocer a una persona es conocer como construye la realidad, como vive las situaciones de su entorno y como está inscrito y constituido en el mundo, así como su relación con la realidad.
Tejiendo con un hilo podemos llegar a construir una tela donde reescribir el futuro de esa persona que sufre. Esto resulta difícil, trabajoso y a veces ingrato pero siempre bello el gesto de inventar un nuevo imaginario. Para ello el terapeuta debe tener gran flexibilidad mental, apertura mental le llaman, y una profunda penetración en su mirada e interpretación, siempre ajustando la intervención al timing del paciente. El otro día me comentaban que una analista avezada analizaba el sueño de un paciente obsesivo, el paciente le narraba que había un globo. La analista, a modo de escansión dijo: "Y el globo se rompió". Luego la analista comentaba que el paciente se enfadó. Este es un fiel ejemplo de la interpretación inteligente, que no queda solo ahí puesto que además ese paciente queda señalado de agresivo por su reacción cuando tal vez estaba pidiendo algo de compromiso en un trabajo de análisis (correcto) y también un poco de sostén.
El análisis aséptico está lejos de mi praxis, creo que no va con mi estilo pero tampoco lo recomiendo aunque analistas de muchas partes del mundo han sido adiestrados en esa forma de trabajo. Un joven me decía hace poco, "os tienen mucha manía". Y no me extraña por las cosas que a veces uno oye, o es capaz de hacer sin darse cuenta. La máxima hipocrática es "primum non nocere" (lo primero es no hacer daño). Hay quien se olvida de que el psicoanálisis es una forma de investigación, una terapéutica y una forma de psico(pato)logía que tiene como misión analizar y conducir la cura de los que solicitan ayuda. Provocar, como se hace en según que terapias breves también, no resulta ético, creo que hay que tener la bondad de ser una persona receptiva y cálida que acoja con cierto cariño aséptico el dolor del paciente y que sea capaz, al menos, de devolverle lo que este va trayendo para que pueda digerirlo.
Un paciente me dijo que le resultaba muy gráfico la idea del "Espejo" como forma de trabajo, y es que hay una forma especular de transmitir, traducir y reflejar lo que el paciente dice de forma más metabolizada, esto coincide con los elementos beta de Bion y los elementos alfa, que serían los que ya están masticados y con sus jugos para la metabolización, tal es la tarea de la madre con su bebé, que tiene que digerir una realidad nueva para él.
Nuestra tarea no es ni más ni menos que acompañar, acompasar, asistir e interpretar generando una atmósfera confiable donde surjan espontáneamente la confianza, la curiosidad y la constancia para trabajar en un marco definido.
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