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Paz y Ciencia

viernes, 7 de mayo de 2010

Cordura y Locura en Cervantes


pág. 45. La enorme identidad lograda por Don Quijote no radica en la locura -y no hablo de ella en términos psiquiátricos, sino como analogía de una forma de existencia, que podía ser tanto loca como cuerda-, sino en su forma de vida, en este caso, además, y accidentalmente, locura. Gracias a la personalidad adoptada por Alonso Quijano, calificada de locura por Cervantes, Don Quijote se alza -sobre todo en la parte II- por sobre cuantos le rodean, tanto los duques cuanto el Caballero del Verde Gabán. Si Cervantes hubiese imaginado para Alonso Quijano otra forma de locura,o, para ser más preciso, si Don Quijote no hiciera como hace, su figura se desflecaría y no lograría imponerse: en primer lugar, en el mundo ficticio que, como entorno, le construye Cervantes; en segundo lugar, desde éste, también en el mundo real en el que estamos. Es en virtud de este proceso exitoso de personajeidad como, tras el ficticio Don Quijote, aparece realmente el quijotismo. Entre los muchos millares de novelas existentes, de sólo algunas se puede decir que han logrado hacer de sus personajes, en tanto sujetos de ficción, personajes susceptibles de realizarse, parcial o totalmente, en la vida real, esto es, de ser imitados, o, cuando menos, de ser reconocidos en la vida real, esto es, de ser imitados, o, cuando menos, de ser reconocidos en la vida real, pero desde la vida de ficción. Es de esta forma como la literatura se hace vida.

pág. 53. Lo que se nos viene a decir, pues, es que, si en la vida real se pierde ya la esperanza de poder ser dichoso, si ni siquiera la fantasía no depara una felicidad sustitutiva, uno muere por la sencilla razón de que así no le es posible seguir viviendo. Y se deja morir. Mientras tanto, si en la vida real no nos es dado contento y fortuna, podemos serlo a nuestro placer creándonos una vida a nuestro gusto en la fantasía. Fantasía de ser, fantasía de hacer todo aquello que uno anhelaba y anhela.
Pero eso no es todavía locura. La locura no es fantasear. Fantasear lo hacemos todos y no estamos locos -que se sepa-. La locura consiste es darle categoría de real a lo que es mera fantasía. Imaginación, la llama Cervantes. Fantasía, decimos nosotros hoy día. Da igual. Lo opuesto a la realidad, vivido sin embargo como si lo fuera... "Y eso que a ti te parecía bacía de barbero, me parece a mí el yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa". En la fantasía el hombre es omnipotente: "Yo sé quien soy, y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino..." más que todos ellos, viene a decir; "y así, bástame a mí pensar y creer que la buena Aldonza Lorenzo es hermosa y noesta..." para que lo sea. Una vez que Don Quijote vive su mundo fantaseado como real y él mismo fantaseado también como real, logra el sosiego, que nada ni nadie le perturbará, porque para eso está la propia fantasía, siempre en su ayuda para salvarle.

pág. 57. El riesgo ahora de la locura de es la curación por la realidad, y de inmediato la desgracia. No hay delirio que al desaparecer no deje al sujeto inane, porque él era cuando era loco y deja de ser cuando se hace cuerdo. Y no hay forma de ser inane y feliz: ya lo he dicho repetidas veces en este mismo discurso. Don Quijote lo dice muy claro, muy en alto: "¡Aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamas levantarse!". Un punto exacto, aquel en el que cayó al ser vencido en la playa de Barcelona, y al que dirigió su mirada por última vez, antes de emprender el regreso. Al caer su ventura se ha curado. Paulatinamente llega la cordura, y, con ella, la percepción de la realidad, la desgracia, la pena, la muerte...
No sin antes pedir perdón por haber tratado de hacer la felicidad de quien quería: "Perdóname, amigo de la ocasión que te ha dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído".

Carlos Castilla del Pino. "Cordura y Locura en Cervantes". Ed. Península. Barcelona, 2005.

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