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Paz y Ciencia

sábado, 10 de septiembre de 2016

Antropología del amor-odio

Los animales gregarios carecen casi totalmente de agresividad, pero tampoco hay individualidad, pues el lazo que los mantiene unidos nada tiene que ver con la amistad personal. Es más, se excluyen mutuamente, porque la amistad siempre va unido al componente agresivo. Nos dice Lorenz que no sabemos de ningún ser capaz de amistad personal que, al mismo tiempo, sea incapaz de agresividad, idea que comparte con Rodrigo Carballo.
Parece que, de alguna manera, agresividad e individualidad van unidas. Cuanto más sólidamente se constituya la identidad, que es un proceso necesario en el desarrollo individual, son mayores las posibilidades de que los intereses individuales choquen y nos pongan en conflicto con los intereses de otros, aunque alguno de esos otros pueda ser el amigo, el amante, el hijo... (la realidad es que el amor real va inexorablemente ligado a la agresión). En el amor real, humano, hay algo egocéntrico y posesivo que entra en lucha con esos mismos aspectos de la persona amada.
En el planteamiento freudiano de la culpa, se atribuye a esta la agresividad, de tal manera que, incluso, en la culpa sexual, son los componentes agresivos los que determinan la aparición de este sentimiento. Esto nos lleva a pensar hasta qué punto estamos en lucha con ese componente de nuestra naturaleza, cuya presencia es mucho más antigua que la del amor (...)
En este sentido, es curioso que el sentimiento de culpa a nivel sexual esté más presente en los hombres que en las mujeres. Podríamos plantearnos que la sexualidad masculina necesita de una cierta fuerza agresiva para poder ejecutarse, un componente activo, invasivo del territorio íntimo del cuerpo de la mujer. En cambio, por el carácter receptivo de su sexualidad, esta no necesita de esa agresividad y se ve más libre de la culpa interna, aunque puede estar más influida por los tabúes y los preceptos morales (...) Si el hombre vive el coito como un acto de dominación, a través del cual humilla a la mujer, también puede temer una respuesta agresiva a su hostilidad por parte de la mujer. Y, a menudo, somete su sexualidad al deseo femenino, tratando de evitar así las conductas hostiles y el abandono (...)
Cuando el equilibrio amor y odio, que se encuentran así ligados, pero cuando se rompe, cuando se desintegran y el odio pasa a ocupar todo el terreno que el amor mantenía vedado. Esto es lo que ocurre en la mayoría de las parejas al romper: toda la intensidad de amor y la pasión anterior se suelen convertir en odio y necesidad de vengarse por el abandono del otro. También Rof Carballo se plantea que:
"...en el hombre el odio y la agresividad llegan a su máximo grado cuando surgen de pronto, entre personas que anteriormente han tenido entre sí una estrecha relación afectiva, bien sea amor o amistad [...]

"agazapada siempre, escondida pervive la agresividad junto al amor".

"unidad profunda que existe entre la violencia y la ternura en estratos muy hondos y constitutivos del ser humano". Rof Carballo

Carmen Durán: "El Sentimiento de Culpa". Páginas 41-43

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