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Paz y Ciencia

viernes, 15 de noviembre de 2013

La identidad del depresivo

 
 
El cambio de esta intimidad sin fisuras, deben responder siendo "buenos" y se esfuerzan en mostrar su altruismo, lo que en casos extremos lleva a actitudes masoquistas.

Diferenciarse siempre supone caer fuera del marco de seguridad de "ser como los demás" y, por tanto, está relacionado con la ansiedad que el instinto gregario trata de combatir.
El depresivo es especialmente sensible a este tipo de ansiedad. En su caso, ser diferente de los demás, tener un modo distinto de pensar o sentir, puede relacionarse con el miedo a la pérdida porque se experimenta como distancia y alienación. Por eso tiende a hacer todo lo contrario: idealiza a los demás, particularmente a aquellos que se siente cercano, ve solo lo bueno de su personalidad, excusa sus debilidades e ignora el lado oscuro.
Cuando la situación requiere asertividad, que uno se defienda, los depresivos se niegan a hacerlo reinterpretando la realidad de las cosas y presentándola como inofensiva: el otro no tenía esa intención; no vale la pena ponerse agresivo por tan poca cosa; solo puedo salir perdiendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es falso todo lo que publicas, Rodrigo, sobre la depresión. Está claro y meridiano que tú no la has sufrido. Si no, no escribirías esas falsedades, por ser benévolo contigo. Tengo más adjetivos que me los callo por educación. Y ten mucho cuidado sobre lo que publicas en el ámbito psiquiátrico. Tiéntate la ropa antes de aventar al dominio público esas mentiras, porque hay gente que puede creerte y vas a fastidiarlos más. Los depresivos NO PUEDEN, entérate, NO PUEDEN, están enfermos. Lo terrible del caso es que ni tú ni los psiquiatras sois capaces de curarlos. Y no lo hacéis porque jamás habéis experimentado ese tormento (la depresión). Yo sí y te pido mucho respeto. Estás hablando de algo que no conoces, hablas sólo de lo que has leído en libros erróneos. Cuando experimentes en carne propia esa "oscuridad" podrás afirmar algo de la depresión. Mientras tanto, procura ser más comprensivo y, si me permites, callarte. SON ENFERMOS, Rodrigo, y hay que tratarlos como lo que son, unos enfermos que no hallan solución ni en ti ni en tus colegas. Por tanto, respeto, comprensión, mucho cuidado y empatía hasta la náusea. No frivolices. Son temas muy serios. A veces acaban en SUICIDIOS. Y eso son palabras mayores. Te lo repito, habla de lo que has vivido, no de lo que te han contado otros. Hazme caso y no metas más la pata. Cordiales saludos. Y publícame algo, hombre, o es que has perdido la facultad de ser crítico contigo mismo. Vas de mal en peor, please.