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Paz y Ciencia

jueves, 7 de noviembre de 2013

El mito de Sísifo: Sartre

 
 
Es cierto que no es comprensible conciliar la idea de hombre y mundo al mismo tiempo. El mundo podría existir sin nosotros. Pero de esta contradicción no debe surgir impotencia ni angustia, sino libertad y motivación. 
Trabajar y crear… para nada. Tal vez; pero la esperanza no puede ser evitada. Nos espera la muerte, pero eso nos hace fijarnos metas, y hace que el hombre sea su propio fin al tratar de superarse. La razón de la libertad es que no hay mañana. 
Más que una indiferencia hacia el futuro los existencialistas proponen agotar todas las posibilidades que ofrece la vida. O, al contrario: una sola verdad puede valer para motivar toda una existencia.
“Todo me está permitido”, dice amargamente Karamazov; “pero no todo me conviene”, nos recuerda la filosofía cristiana en los Corintios. ¿Lleva por tanto el existencialismo a la renuncia de la razón? Curiosamente el cristianismo de San Ignacio de Loyola lo propone en su tercer sacrificio, el del intelecto.
De otros escritores existencialistas se pueden sacar conclusiones esperanzadoras: Si Dios no existe, todo depende de nosotros (Dostoievsky). Por eso dice Sartre que el Existencialismo es un humanismo.

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