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Paz y Ciencia

martes, 19 de noviembre de 2013

Adolescencia



La adolescencia es ese impasse en el tiempo, una ruptura de la continuidad del ser, una búsqueda, un proceso complejo de armar una identidad propia. Es un momento de cambio y confusión. Son momentos de dolor, nadie sabe si adherirse a lo establecido o tirar recto por el camino que nace del corazón. Aquellos que elijan su propio camino serán libres, tendrán un verdadero self. En muchas ocasiones este proceso no es fácil porque hay presiones y clichés que lo dificultan. En otros términos podríamos hablar del ego oriental. Esto supone una serie de máscaras y corazas que disimulan y ayudan a fingir quién es el individuo, que en verdad todavía no es una persona, se está formando para serlo. El éxito o el fracaso depende de seguir su camino dentro de un marco de sostén estable (suficientemente bueno según Winnicott).
Aquí hay que mencionar a los padres, ellos tienen que proporcionar una aceptación incondicional pero también unos límites. La paradoja de los límites es muy interesante, un adolescente sano es transgresor y detesta hacerse la cama, por ejemplo, sin embargo, sin orden en su medio ambiente y límites no podrá desarrollarse de forma armónica.
Se ha puesto de moda algo muy hortera, los libros que acusan a los hijos de los problemas familiares. Digo hortera porque es el adolescente el que está sondeando quién es. Un proceso doloroso que le dará fuerza una vez terminado el proceso. ¿Pero se termina el proceso? Si se perpetúan las máscaras no se habrá terminado aunque sea antropomórfico el individuo.
¿Cuál es la consecuencia de la interrupción de ese proceso? Un profundo malestar, un sentimiento dormido de falsedad (Falso Self). Seguir las convenciones no es seguir el camino de la salud, es otra cosa.

Rodrigo Córdoba Sanz

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