PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

jueves, 15 de agosto de 2013

Psicología y Creatividad



Cierta psicología daña la Creatividad


         

“Hemos intentado mostrar en alguna otra parte

las ventajas de una psicología sin alma”

 

      Théodule Ribot Psicólogo francés, 1885. 

 

     

En el prefacio del libro de Don Richardson, Acting Without Agony (La Interpretación sin Agonía), Helen Hayes, la primera dama del teatro norteamericano, decía que muchos actores y actrices se veían atraídos hacia la psiquiatría y lugares como el Actor’s Studio a causa de las enormes presiones propias de su profesión.

 

“El papel de la estrella en el teatro estaba tan cargado de responsabilidad en aquellos días, como el de un general del ejército o el capitán de un barco. Éramos responsables del bienestar presente y futuro de todos los implicados: el autor, los actores, los tramoyistas, e incluso los inversionistas, quienes eran la savia del teatro.

 

“Esta impresionante carga nos afectaba de diversas formas. Algunos recurrieron a la bebida, otros a los psiquiatras, y algunos, como yo, a cursos de todo tipo, cualquier cosa que pudiera afianzar el control de uno en su arte, que quizás pudiera servir de ayuda para desarrollar confianza y suavizar la tensión”.

 

Robert H. Hethmon escribe en Strasberg at The Actors Studio (Strasberg en el Actors Studio), que “a veces un actor puede saber con exactitud lo que necesita hacer, pero no puede hacerlo. A veces un actor sabe que algo está mal, pero no puede imaginar qué es. A veces se enfrenta a la tarea de repetirse a las nueve menos veinte de la noche cuando sube     el telón, con naturalidad y creatividad, y se encuentra gastado, forzado, mecánico, agotado: un manojo estereotipado de afectaciones. En realidad no puede hacer lo que sabe que ha hecho antes muchas veces”.

 

Estos son problemas que son tan viejos como la profesión, comunes a muchos actores y actrices. Y se han desarrollado diversos medios en la lucha por sobreponerse a ellos. La “Interpretación por Método” (Method Acting) es uno de ellos, y aunque las escuelas de “Interpretación por Método” de hoy practican una diversidad de técnicas psicológicas de estilo conductista bajo el lema del Método, el origen técnico e histórico de este enfoque data de finales del siglo XIX, del psicólogo francés Theodore Ribot (1839 ­ 1916).

         

Ribot rechazaba la filosofía espiritualista, y vinculaba la psicología a la biología. Las teorías, como tales, eran similares a las del psicólogo experimental alemán Wilhelm Wundt y el fisiólogo ruso Ivan Petrovich Pavlov (si no basadas en ellas), cuya idea central era que el hombre es un animal sin alma que funciona a base de respuesta a un estímulo. De hecho, Ribot elogia a Wundt en su libro de 1885, German Psychology of Today (La Psicología Alemana de hoy). Ribot también enseñó psicología experimental desde 1885.

Consideremos algunas de las declaraciones de Ribot: “La nueva psicología difiere de la antigua... en su procedimiento: toma prestado todo lo que puede de las ciencias biológicas. Hemos intentado mostrar en alguna otra parte las ventajas de... “una psicología sin alma’”.

 

“El alma, el espíritu, la razón [el intelecto] son ideas que precedieron a todo el estudio científico y lo hicieron posible. El error de la psicología antigua ha sido que ha aceptado estas creaciones como verdades definitivas”.

 

El fundador del Teatro Artístico de Moscú, director e instructor de interpretación, Konstantin Stanislavski, y posteriormente Lee Strasberg en Nueva York, adoptaron las técnicas de “memoria afectiva”, y la  Interpretación por Método se desarrolló a partir de esto. En síntesis, el Método exigía que el actor dependiera de la “memoria afectiva” o la

“memoria de emociones” para crear las emociones requeridas en una escena. Como dijo el escritor Harold Clurman en The Fervent Years (Los Años Fervientes): “Al actor se le pedía que recordara los detalles de un suceso de su propio pasado. El recuerdo de estos detalles provocaría en el actor algún sentimiento contenido en la experiencia original, produciendo así ‘estado de ánimo’”.

 

Parece inofensivo. Sin embargo, muy a menudo el actor no sólo recordaba, sino que volvía a experimentar, el incidente. No sólo recordaba o creaba; se zambullía de cabeza en algún incidente traumático en su vida. Aunque se pueden evocar los recuerdos mediante estímulos externos: un tacto, sonido, olor, vista, palabras, etc., esto no significa que una vez    “estimulados”, cualquiera pueda lanzarse por la autopista sin un mapa de carreteras y confiar en llegar ileso a la línea de meta. Y algunas actrices ­como Marilyn Monroe­ estaban recibiendo psicoanálisis al mismo tiempo: una peligrosa combinación.

 

Han salido muchos grandes artistas de las escuelas de Interpretación por Método. Pero para otros, la experiencia fue una pesadilla emocional. Para algunos actores en ciernes, el deseo de actuar se extinguió antes de que tan siquiera comenzara. No porque los maestros fueran malos o dañinos, sino porque entretejida con el Método había una técnica psicológica que tenía el potencial de convertir en locura el viaje creativo de una persona. Sin saberlo, los instructores de interpretación estaban jugando a la ruleta rusa con sus estudiantes.

          

En las escuelas de hoy, el concepto original del Método se ha visto muy acrecentado por otra influencia basada en la psicología. Una actriz informó de que se usaban técnicas conductistas en la prestigiosa Central School of Speech and Drama (Escuela Central de Declamación y Drama) de Londres, donde estudió a principios de los 90. “Durante el primer período docente del primer año, una antigua enfermera psiquiátrica nos daba       conferencias sobre narrativa. A los estudiantes se les hacía correr por la habitación gritando hasta que estuvieran en pesar o histéricos: esto era para liberar su “yo interior”. Tres de nosotros intentamos marcharnos de la clase, pero se nos dijo que marcharse era un ’signo de temor respecto a quiénes éramos realmente’. Después de la clase, observé que todos los estudiantes (excepto aquellos a quienes se les había impedido marcharse) estaban tan trastornados que no pudieron asistir a la siguiente clase de danza y verso. Esto duró una semana.

 

“La semana siguiente tuvimos que hacer ’ejercicios de género’. Los chicos tenían que ’sentir y pensar pensamientos femeninos’, y las chicas tenían que ’sentir y pensar pensamientos masculinos’. Pero luego teníamos que cebarnos en otro estudiante, abusando verbalmente de él hasta que se trastornara. ¡Nunca llegamos a dar narrativa!”

 

La actriz Stella Adler, que posteriormente estudió con Strasberg, se desencantó del enfoque de la memoria afectiva a la interpretación, y en Junio de 1934 conoció a Stanislavski en París, a quien pidió ayuda. Descubrió que Stanislavski prácticamente había abandonado la influencia de Ribot, rechazándole “memoria emocional” como base para la actuación.

 

Muchos veneraban a Lee Strasberg. Otros parecían estar en su contra: o era el “Psiquiatra Máximo” o era el genio. Si se hubieran dejado las teorías de Ribot y Freud fuera del Método, bien podría haber sido esto último. Ni habría recibido críticas como la que le hizo Stella Adler justo después de su muerte en 1982. “Anoche murió un hombre del teatro”, dijo Stella Adler a su clase de interpretación, y pidió un momento de silencio. “Pasarán cien años antes de que pueda corregirse el daño que ese hombre ha hecho al arte de la interpretación”. No fue la aportación de Strasberg, sino la de Ribot y el psicoanálisis Freudiano, lo que creo el peligro de corromper la mente, al individuo, su imaginación y su creatividad.

No hay comentarios: