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Paz y Ciencia

viernes, 16 de agosto de 2013

Psicología Budista

La mejor manera de preparar el futuro es cuidar bien el presente. Ya que sabemos que el presente está hecho del pasado, entonces el futuro estará hecho del presente. Cuidar el presente es cuidar el futuro. Thich Nhat Hanh (1).


El Karma es un concepto central en el Budismo, manteniéndose como un importante objeto de contemplación en todas las tradiciones budistas por milenios. En la tradición tibetana es uno de los cuatro “pensamientos que orientan la mente hacia el camino”, constituyendo una base del sendero espiritual.
Sin embargo, para occidente el karma es un concepto relativamente nuevo, por lo tanto su significado y aplicación merece una reflexión profunda antes de adoptarlo ciegamente. El significado del karma ha sido fácilmente mal entendido y mal utilizado en diferentes contextos, al punto de ser manipulado para evitar la responsabilidad personal sobre nuestros actos, exactamente lo opuesto a su verdadero significado.

Un estudiante le mostró la libreta de notas a su padre. Observando el informe, el padre se desesperó al encontrar una hilera de rojos. “¿por qué están tan malas las notas? “, preguntó consternado. El muchacho respondió relajadamente “Debe ser mi mal karma, papá”, frente a lo cual el padre le dio una buena cachetada. “¿Por qué me pegaste?”, protestó el hijo. “porque ese es mi karma” respondió el padre. (2)

Es bastante común escuchar el término karma en la jerga new-age en expresiones como “tengo un karma pesado”, “mi karma con esa persona terminó”, usualmente como un modo de no enfrentar una situación difícil. El maestro Zen Philip Kapleau aclara: “El karma no puede ser utilizado como una justificación para hacer o para no hacer algo. Sólo puede ser puntualizado como explicación de algo que ya ha ocurrido” (3). Yo añadiría que incluso este uso puede ser riesgoso, pudiendo facilitar juicios inapropiados.

En este artículo reflexionaremos pragmáticamente sobre el karma, centrándonos es un punto clave para el desarrollo espiritual, seamos budistas o no: la importancia de asumir responsabilidad por nuestros actos, un aspecto indiscutible de la madurez psicológica.

¿Qué es el karma?





Karma es una palabra sánscrita que se traduce como “acción”. De acuerdo a la psicología budista, cada acción del cuerpo, del habla y de la mente dejan una impresión sutil en un nivel mental profundo. Se cree que estas impresiones plasmadas por nuestras acciones virtuosas o no virtuosas generan frutos que se manifestarán como circunstancias positivas o negativas. Dependiendo de las características específicas de la acción, las consecuencias madurarán en algún momento futuro.(4)

Esto no es completamente ajeno a la psicología, ya que sabemos que las acciones que se repiten una y otra vez se convierten en hábitos y los hábitos sustentan la personalidad. E incluso desde la neurología sabemos que dichas acciones repetidas fortalecen vías de activación neuronal que hace más probable la realización de aquella misma acción o una similar en el futuro.
En un sentido más amplio, la palabra karma nombra al proceso completo de la generación de causas y consecuencias. Kapleau señala:

El Karma se desarrolla como la acumulación de experiencias-semilla, en respuesta a ciertas causas y condiciones, floreciendo como nuevas acciones, que no son solo efectos sino causas de nuevas semillas. Este proceso, aunque podemos fragmentarlo, es continuo. (5)

Así, el karma se entiende como una “ley natural” que, más allá de nuestra comprensión ordinaria, distribuye justicia a través de conexiones intrincadas entre los seres vivos. El Universo se presenta, entonces, no como una máquina fría, sino como una entidad con una dimensión moral (no moralista). El karma es llamado “la lay de conservación de la energía moral”, dando a entender que no hay un solo acto en la vastedad de la existencia cuya energía moral positiva o negativa se pierda: Cada acción genera una consecuencia. Esto nos recuerda el “efecto mariposa” en teoría cuántica, según el cual una pequeña perturbación inicial en un sistema caótico podría generar consecuencias considerables. Nos dice el Sutra de las Cien Acciones:

Incluso después de cien kalpas
                No desaparecen las acciones de los seres
                Cuando se reúnen las circunstancias
                Su fruto madura completamente (6)

El concepto de karma como ley universal enfatiza el hecho de que estamos todos bajo su influencia, tal como la ley gravitacional que trabaja sobre nuestros cuerpos aunque no seamos concientes de ello. El Tesoro de las Cualidades Preciosas señala:

                Cuando el águila vuela alto,
                Su sombra no se ve por ningún lado
                Sin embargo el ave y su sombra están unidos.
Así también nuestras acciones
Cuando la condiciones se reúnen, sus efectos se ven claramente (7)

Karma en relación a uno mismo.

Usando una analogía simplista pero útil, uno podría pensar en las acciones virtuosas como “ahorros” para nuestro futuro, y las acciones negativas como “deudas” que nos dejamos.

Imaginemos que una persona descuida su salud y comienza a comer comida chatarra en exceso y a fumar dos cajetillas de cigarrillos al día. Probablemente después del algún tiempo, comenzará a sentirse mal, le costará respirar, y enfermará. El cuerpo “heredado” por esta persona en este momento puede ser visto como una deuda correspondiente a las acciones no virtuosas de ella misma en un momento anterior. Sin duda, la persona tendrá que hacer un gran esfuerzo para pagar la deuda que se impuso a sí misma a través de una dieta estricta, dejar un hábito sumamente persistente y realizar ejercicio físico. No hay nada moralista al respecto, sólo causas y consecuencias. Si no lavo los platos ahora, voy a tener que enfrentar un lavaplatos lleno al final del día. Luego, mantener los platos limpios luego de usarlos, generará un karma positivo sobre mí mismo, dejándome tiempo libre al final del día, el cual podré usar como quiera.

               Un estudiante Zen se acerca a su maestro al fin de la comida
- “Maestro, cuál es el corazón de nuestra práctica espiritual”
- ¿Comiste?
- Si, maestro.
- ¡Lava tu plato!

De esta forma, imaginarnos a nosotros mismos en el futuro, y practicar la generosidad hacia ese que seremos, constituye en sí misma una motivación para practicar la virtud: no dejarnos deudas.

Es interesante, desde la salud mental, contemplar la depresión, la adicción y otras psicopatologías, al menos en parte, como el resultado de haber estado involucrado en pensamientos, palabras y acciones autodestructivas en el pasado, dejando una inmensa deuda sobre uno mismo, manifestándose en el extremo de un trastorno mental. Este es solo un extremo de lo que nos sucede a diario: en general tendemos a dejar asuntos no resueltos -trabajo, asuntos relacionales, deudas, etcétera- que tendrán un peso mayor en nosotros en el futuro. Pague la primera cuota en 6 meses… ¡y acabe pagando el doble!

Imaginemos ahora que la persona del ejemplo anterior siguió fumando por veinte años, y que en el presente sufre un accidente automovilístico resultando en un daño neurológico, perdiendo la memoria de largo plazo. Tres meses después del accidente esta persona es diagnosticada con un cáncer de pulmón. Sin acordarse de haber fumado alguna vez, se pregunta por qué algo tan injusto sucedió.

Aquí llegamos a un punto central, que está relacionado a la madurez psicológica: El hecho de que no seamos concientes de las causas de nuestras circunstancias actuales, no implica que no tengamos responsabilidad por ellas, ni tampoco que no debiésemos recibir sus consecuencias. Esto incluso funciona así en la justicia “ordinaria”, donde alguien que ha asesinado a otra persona bajo los efectos del alcohol no será absuelta por el simple hecho de que no recuerde lo que hizo. Desde el punto de vista budista, cada situación, favorable o no, es comprendida como el resultado de causas y condiciones previas, y la actitud más sana no consiste en culpar a otros, sino pararnos sobre los propios pies y abordar la situación de la mejor manera posible sin crear nuevas causas negativas.

Sin embargo, cabe aquí una clarificación. Desde el punto de vista budista es impresentable pensar, ante el sufrimiento de alguien, “bueno, es su karma, qué se le va a hacer” o peor, como se escucha en algunos círculos: “tiene cáncer porque no ha actuado correctamente en su vida, porque no expresa sus emociones”, actitud que no solo no ayuda, sino que daña al que ya sufre con la culpa de estar haciéndose daño. La única respuesta aceptable ante el sufrimiento es la actitud de intentar aliviar el sufrimiento que estamos viendo, es decir, la actitud compasiva. Tampoco se puede justificar la injusticia social, la violencia de género y otros males sociales bajo la lógica del karma y quedar de brazos cruzados. La misma existencia de estos males sociales es reflejo de un karma social que compartimos todos los miembros de una sociedad, y como tales estamos llamados a hacernos responsables y actuar hoy para revertirlos.

Karma en relación a los otros.

Desde una perspectiva estrecha, reduciéndonos en nuestro ego, completamente separados del resto, tendemos a velar por nuestra propia felicidad a costa de la felicidad de otros. El Dalai Lama aconseja, en cambio, ser “sabiamente egoístas”:

Quieres felicidad y evitar el sufrimiento, y si eres amable, mostrando empatía y respeto hacia los demás, ellos responderán amablemente; de esta manera tu felicidad aumentará. Si muestras rabia y odio, ellos responderán igual, y vas a perder tu propia felicidad. (…). El egoísmo común se centra exclusivamente en tus necesidades, pero si eres sabiamente egoísta, tratarás a todos tan bien como tratas a tus más cercanos. A largo plazo, esta estrategia te traerá más satisfacción, más felicidad. Así, incluso desde un punto de vista egoísta, tendrás mejores resultados respetando a los otros, sirviendo a los otros, y reduciendo el egoísmo. (8)

Estando concientes de que no existimos por nosotros mismos sino que estamos interconectados con toda la trama de la vida, sabemos que es imposible concebir la felicidad personal dejando de lado el bienestar de los otros. El sendero budista se puede sintetizar en estas breves líneas: “El odio no puede vencerse con odio/ el odio sólo puede ser vencido por el amor/ esta es una ley eterna.”

Nuestra falta de consciencia de estas simple y profunda verdad nos mantiene atados a un ciclo interminable de sufrimiento que va desde lo intrapersonal a lo interpersonal y hasta lo internacional, creando, como es fácil de ver, incontables guerras pequeñas y gigantes. ¿Qué sucedería si la próxima vez que nos sintamos atacados, en vez de responder con agresividad defensiva, mirásemos profundamente a los ojos al otro y nos preguntásemos por el sufrimiento de la otra persona?

El Karma y la madurez psicológica.

Una de las características que traza la frontera entre la adolescencia y la adultez consiste en aceptar la vida que uno tiene entre manos, dejando de poner la culpa en los otros que nos han afectado –padres, profesores, líderes políticos o religiosos, etc.- y en decidir hacer lo mejor posible a partir de lo que tenemos y somos. Esta frontera es borrosa, por supuesto, y toma un camino largo y sinuoso cambiar nuestra actitud desde la usual queja hasta la aceptación y la gratitud.
Es poco común que alcancemos la adultez psicológica. Basta echar una mirada a las noticias para ver que el marco mental dominante está penetrado por los “tres venenos”: la codicia, el odio y la ignorancia. Completamente ignorantes del sentido de la vida, corremos para satisfacer nuestro próximo antojo.

El maestro Zen Kodo Sawaki decía:
¿Adónde van los hombres, corriendo en sus autos veloces? Van a Jugar al Ping Pong”.

La vida puede ser desperdiciada si nos quedamos jugando hasta la muerte el ping pong del samsara. La meditación reflexiva sobre el karma nos puede permitir ver la vida con mayor amplitud y generar la intención de despertar del juego, para nuestra felicidad y la de los demás.

Notas
1 Nhat Hanh, Thich (1990) Our appointment with Llife. Translation and commentary on The Sutra on Knowing the Better Way to Live Alone. Full Circle, New Delhi, p. 36.
2 Kapleau, P. (1989) The wheel of Life and Death. Doubleday, New York. p. 217.
3 Ob. Cit. p. 217.
4 Para una revisión completa de las diversas categorías de causas y efectos ver Rinpoche, Patrul (1998) Words of my Perfect Teacher. Revised edition. Vistaar Publications, New Delhi. Pp. 102-117.
5 Kapleau, ob.cit. p.38.
6 Sutra de las Cien Acciones, citado en Rinpoche, Patrul (1998) Words of my Perfect Teacher. Revised edition. Vistaar Publications, New Delhi. p. 119.
7 Cited in Rinpoche, Patrul (1998) Words of my Perfect Teacher. Revised edition. Vistaar Publications, New Delhi. Pp. 119.
8 Dalai Lama (2002) How to Practice. The way to a Meaningful Life. Random House, New Delhi. P. 81. 
 
http://youtu.be/GxQjx7FkmNA Fito y los Fitipaldis - Soldadito Marinero - 

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