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Paz y Ciencia

sábado, 16 de marzo de 2013

Humanismo



Existen motivos muy poderosos del orden de la resistencia para elegir una psicoterapia cognitivo-conductual, esto es, una psicoterapia cognitivo-conductual no moviliza, no "toca" las fibras del corazón, no indaga en el pasado ni se proyecta en el futuro, solo se encarga de que la persona sea normal y adaptada al medio. Por tanto, no se preocupa de su felicidad, ni de su bienestar (Seligman). Esto es una lástima a mi parecer. Las personas merecen mucho más que un dispositivo donde se les introduzca en un lecho de Procrusto, bien sea psicoanalítico o conductista. No existe nadie mejor que otro, por títulos que tenga, que tenga el poder, a no ser de que sea otorgado directa o tácitamente, para decir qué es lo que debe hacer.
Un ser humano que sufre, generalmente, es una persona que no se acepta, en otros casos, compatibles, tienen una enfermedad pero no son la enfermedad. Requieren cariño, atención, cuidado, una escucha empáticva y aceptación incondicional. Respetar y procurar que se respeten, algo inusual en los pacientes. Lo que suele pasar es que se presentan con la máscara de quererse como un antifaz de las resistencias para que alguien que no conocen vaya a su SER.
Una persona que sufre es una persona incompleta, una persona que tiene demasiadas capas que tapan su esencia. Está ampliamente demostrado que cuando la persona se empieza a reconsiderar como un sujeto y objeto de su amor, esa psicopatología comienza a remitir. La técnica no importa tanto como la relación terapéutica, como el vínculo que se establezca.

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