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Paz y Ciencia

sábado, 2 de febrero de 2013

A una niña que se muere

Una mujer de una hija muribunda escribe un poema titulado: "A MI MADRINA"

¿Qué es una madrina?
Sé que eres muy especial.
Has esperado muchos meses mi llegada.
Tú estabas ahí y me viste cuando solo tenía unos minutos de vida,
y me cambiaste los pañales cuando llevaba ahí solo unos días.
Tenías sueños para tu primera ahijada.
Sería precoz como tu hermana.
La verías ir a la escuela, a la universidad y al matrimonio.
¿Cómo saldría? ¿Sería un honor para quienes me han tenido?
Dios tenía otros planes para mí. Yo soy solo.
Nadie ha usado nunca la palabra precoz para referirse a mí.
Algo no ha encajado bien en mi mente.
Seré hija de Dios para todos los tiempos.
Soy feliz. Amo a todos y ellos me aman a mí.
Son pocas las palabras que puedo decir,
pero sé comunicar y comprender el afecto, el calor, la suavidad y el amor.
En mi vida hay personas especiales.
A veces me siento y sonrío, y otras veces lloro.
Me pregunto por qué.
Soy feliz y mis amigos especiales me aman.
¿Qué más podría pedir?
Sí, claro, nunca iré a la universidad, ni me casaré.
Pero no estés triste. Dios me hizo muy especial.
No puedo sufrir. Solo amar.
Y quizá Dios necesite algunos niños que solo pueden amar.
¿Te acuerdas de cuando me bautizaron?
Tú me sostenías, deseando que no llorara y yo no me cayera.
No sucedió ni lo uno ni lo otro y fue un día muy feliz.
¿Es por eso que eres mi madrina?
Yo sé que eres suave y cálida, que me das tu amor,
pero hay algo muy especial en tus ojos.
Veo tu mirada y siento ese amor en otras personas.
Debo ser especial para tener tantas madres.
No, nunca seré un éxito a los ojos del mundo.
Pero te prometo algo que muy pocos pueden prometer.
Ya que lo único que conozco es amor, bondad e inocencia,
la eternidad será nuestra, madrina mía, para compartir.

Extraído de un texto de Elisabeth Kübler-Ross: "Conferencias"

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