La estulticia, el error, la ruindad y el pecado nos habitan el alma y nos roen el cuerpo, y el amable dolor de pecar sustentamos al igual que mendigos que alimentan sus piojos.
Los pecados de terceros, el pesar inconstante, exigimos buen precio por decir nuestras culpas, y gozosos volvemos al camino enfangado con vil llanto creyendo lavar todas las manchas.
En la almohada del mar Trigemisto Satán sin cesar mece el alma hechizada por él, y ese noble metal que es materia de nuestra voluntad, como sabio alquimista evapora [...]
¡Es el TEDIO Con llanto maquinal en los ojos, imagina patíbulos mientras fuma su pipa.
Ya conoces, lector, a ese monstruo sensible,
¡oh tú hipócrita, igual a mì mismo, mi hermano!
Charles de Baudelaire (1811-1872)
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