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Paz y Ciencia

martes, 18 de septiembre de 2012

La Depresión en Castilla del Pino: Miguel Ferrández Payo



Hace poco más de una semana, escribí una reseña sobre la obra de Miguel Ferrández Payo. Un gran hombre, buen clínico y estudioso, por tanto cómplice de la inmersión en los libros y una curiosidad intensa. Aquí, un artículo del propio autor donde presenta su obra. Obra en la que analiza el trabajo de Castilla y de lo que de Castilla hay en su obra: "La Depresión en Castilla del Pino". No es un título casual. Disfruten de la lectura. Pongo una nota poética antes y después de su trabajo.
http://youtu.be/5ekQaOgL43g Mario Benedetti -No te Rindas-
Rodrigo Córdoba Sanz




La depresion en Castilla del Pino

 

[Miguel Ferrández Payo, LA DEPRESIÓN EN CASTILLA DEL PINO: aportaciones y ecos autobiográficos, Madrid: Cultivalibros 2012: Serie Autor n.º 158]

 

Siguiendo la amable invitación del Dr. Lacruz, buscaré describir la génesis y temática del libro que acabo de publicar acerca de Castilla del Pino (1922-2009). Nacido en San Roque (Cádiz) se formó al lado de López Ibor, detentador, desde el ala donjuanista del régimen, del aura avanzada de la psiquiatría en relación a Vallejo Nágera, antiguo jefe de los servicios psiquiátricos de la zona nacional franquista. Sintiéndose preterido en su promoción a cátedras se enfrentó con su maestro y a resultas fue ignorado partir de 1960 por la psiquiatría oficial, ya a su mando. No se amilanó y desde la dirección de un modesto dispensario de Córdoba siguió intentándolo infructuosamente. Bajo la expectación generada y a hombros de la izquierda consiguió con su primer libro Un estudio sobre la depresión (1966) trasladar a un público progresista y culturalmente avanzado de nuestro país el mensaje de que los mecanismos psicológicos implicados en la depresión podían ser comprensibles fuera del sustrato neuroquímico subyacente que enfocó hacia la culpa aportando profusión de interesantes casos clínicos. Personalmente lo leí en el 2º curso de Medicina, definió mi vocación y me guié por sus orientaciones referenciales que criticaban una psiquiatría anclada en el diagnóstico que calificaba de vieja pero que no desdeñaba en favor de otra nueva apoyada en la dinámica de las relaciones interpersonales y sustentada en la fenomenología existencial y el psicoanálisis al que achacaba descuidar la realidad situacional del paciente. Otros compañeros –desde nuestra ciudad el Dr. Lacruz– marcharon a trabajar altruistamente en su dispensario en pos de recibir su generosa enseñanza, para entonces impartida desde el marco universitario.

 

Próximos al medio siglo de la rutilante aparición estelar del primer libro del destacado psiquiatra andaluz, enseñanza escrita a través de sucesivas reediciones para tantos psiquiatras hispanohablantes, presento el mío. En él efectúo una revisión crítica de su posición frente a la depresión centrada en su primer libro monográfico. En una primera parte la expongo y en una segunda la discuto con todo el respeto que me merece su desmedida amplitud de conocimientos pero con el arrojo del que también cree haber profundizado en su dinámica. Encuentro que el autor presenta un modelo médico psicodinámico coherente y una vez extraídas unas conclusiones pasó a discutirlo para acabar proponiendo un conjunto de sus aportaciones al citado trastorno. Finalmente, ya en el epílogo, concuerdo con la importancia central asignada al factor culpa pero discrepo con que sea consecuencia de la libre transgresión del proyecto existencial sino en línea con Abraham y Jacobson, indicadora de una agresividad proyectada que habría obstruido la consumación de un proceso de duelo.

 

En los inicios de su fecunda vejez, reconocido Castilla del Pino como catedrático honorífico e intelectual sujeto a distinciones, en ciernes su admisión en la Real Academia Española, decidió que debía ofrecer testimonio de una infancia provista de vívidos sucesos antes y al comienzo de la guerra civil que le marcaron indeleblemente, de sus andanzas en la postguerra, su llegada a Madrid y el estudio de una carrera de medicina vocacionalmente elegida y su definitiva partida para desempeñarse en Córdoba, teñida de amargura y con sabor a destierro. Pretérito imperfecto, galardonada con el premio Comillas (1996) fue calificada por el escritor Muñoz Molina uno de las mejores libros de recuerdos aparecidos en mucho tiempo en España. Tiempo después Casa del Olivo (2004) respondía al sentimiento escrupuloso de dar obligada cuenta en un segundo tomo de memorias de una vida familiar impregnada de hechos dolorosos: cinco de sus 7 hijos murieron en situaciones que trascendieron a una desconcertada opinión pública.

 

Pretendiendo explicarme tan penoso desenlace vital intento adentrarme en su interesante personalidad, contradictoria como todas, ciñéndome al análisis exhaustivo de su autobiografía y sin el recurso a fuentes ajenas, desde una perspectiva de independencia de criterio facilitada por la lejanía y el desconocimiento directo del personaje y su entorno. Al igual que en la parte dedicada a la depresión, busco fidelizar su pensamiento y recuerdos por medio de la literalidad de su transcripción.

 

Al comienzo intento reconstruir cronológicamente su sendero vital a fin de facilitar al lector el acceso al sujeto autobiografíado que siempre busca contemplarse a sí mismo pero humanamente, de forma consciente o no, también ocultarse. Complemento la visión con la que ofreció en conversaciones, como las muy sugestivas con Caballé así como con sus dos novelas que me parecen responden a una necesidad compulsiva de confesión, fabulada. Conecto posibles culpa y depresión, sobrevenidas por posibles errores propios en su relación con López Ibor, con la dedicación al estudio teórico de la psicodinámica de las mismas. Todas sus cualidades de capacidad de estudio y concentración se enfocaron a conseguir un fin, la ansiada cátedra de la que sentía merecedor y al parecer lo demostró en público en diversas ocasiones con creces. Asombrosamente, sin descuido en su dedicación al tratamiento de una multitud ingente de pacientes, la lectura científica, la redacción de numerosas publicaciones, la formación de discípulos, los intereses artísticos, etc. deduzco que, a pesar de no haberse amilanado ante el ostracismo que se le impuso, la cátedra honorífica y su bella teorización acerca del triunfo y del fracaso, se sintió más cerca del segundo que del primero. Aduzco que su recalcitrante interés teórico tardío acerca de los sentimientos, como en huída del privilegio que concedió al lenguaje pudo haberse debido a una difícultad para domeñarlos sin racionalizarlos o intelectualizarlos, especialmente una recóndita soberbia que le hizo sufrir y contra lo cual hubo de luchar denodadamente desde su periodo escolar que pudo acabar en empecinamiento en alcanzar una meta coludida por el sistema imperante del momento con la consiguiente pérdida de objetivo (objeto) de deseo seguida de frustración.

 

        Miguel Ferrández. Psiquiatra

               12 de Septiembre de 2012


 

http://youtu.be/FEByVAcV1Eg La Voz de Mario Benedetti nos traslada a un escenario lindo, donde balancearnos en una hamaca. Grande, el uruguayo, el poeta universal. Si Neruda fue el más grande poeta del siglo XX según García Márquez, Mario Benedetti ha dejado el listón muy alto para los poetas del siglo XXI.
http://youtu.be/AOuhh7LMhwg Mario Benedetti -Hagamos un Trato- Cantado por Joan Manuel Serrat
 

 

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