Siempre la voz del amigo
refrescando la aridez de la distancia.
La voz al otro lado y su imagen cerca,
visible, intacta en el recuerdo,
no empañada por el desamor.
La voz siempre, prodigio o milagro
que con sus manos eleva lo que toca.
La voz al otro lado y su imagen,
alimento y abrigo.
Pepita Jiménez Carreras, 2006, Sunset, 55
Cristina García Rodero
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