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Paz y Ciencia

viernes, 7 de enero de 2011

¿Padres o extraños? Bruno Bettelheim, psicología infantil, pediatría

"Las disonancias no resueltas entre los caracteres y los sentimientos de los padres perduran en el niño, y constituyen la historia de sus sufrimientos internos". Nietzsche.



La ansiedad de los padres hace que la vida sea muy difícil para ellos y para el hijo, ya que éste responde a la ansiedad de aquéllos con otra aún más seria y entonces las ansiedades se agravan recíprocamente. Por suerte, en condiciones normales las personas no tienen que soportar bombardeos ni desastres naturales. Pero, sea cual fuere el agente desencadenante, la reacción ansiosa del padre o de la madre crea siempre una ansiedad extrema, incluso de pánico, en el hijo, con independencia de la situación que pueda haber despertado la del padre o de la madre. El niño responde a ello como si fuese un acontecimiento verdaderamente demoledor.
La explicación es que la precaria seguridad de un niño depende, como bien sabe él, no de su capacidad de protegerse, sino de la buena voluntad ajena; la toma en préstamo de la seguridad de sus padres. Cuando de pronto parece que éstos no pueden afrontar la situación, el niño pierde la poca seguridad que haya tenido hasta entonces. Su  el niño pierde la poca seguridad que haya tenido hasta entonces. Su mundo se desmorona de forma mucho más radical que el de sus padres, los cuales, por grande que sea su ansiedad, todavía disponen de algunos mecanismos para contender con lo que ocurre o todavía tienen un mínimo de confianza en que la sociedad acudirá en su ayuda, del mismo modo que los bomberos acuden corriendo al lugar de un incendio, los equipos de salvamento empiezan su labor poco despues de producirse un terremoto, etc.  El niño de corta edad no puede consolarse con estos pensamientos; su seguridad y su consuelo proceden únicamente de sus padres. Si éstos se muestran paralizados por la ansiedad o impotentes ante ella, el pequeño se desespera. Las cosas empeoran para él porque su estimación de la realidad se basa en las señales que recibe de sus padres. Cuando de pronto estas señales le indican que hay motivos para sentirse muy ansioso, entonces responde, no con sentimientos que serían apropiados para el posible peligro, sino con los que son apropiados para el posible peligro, sino con los que son apropiados para la ansiedad que nota que le transmiten los padres. Sobre las causas de esa ansiedad que nota que le transmiten los padres. Sobre las causas de esa ansiedad normalmente no sabe nada, o sólo tiene una idea muy vaga, lo que incrementa su sensación de desamparo. Toda ansiedad de cuya fuente no estamos seguros resulta mucho más inquietante que una cuyo origen conocemos, toda vez que el conocimiento del peligro permite tomar medidas para arrostrarlo, al menos hasta cierto punto.

Bruno Bettelheim nos cuenta antes de escribir estas líneas una anécdota que le marcó para bien en su crecimiento y afrontamiento del miedo, apuntalado por la seguridad y el apego seguro con sus padres.7
Él estaba en la habitación, era un niño, y se dio cuenta que el edificio de en frente estaba en llamas y las chispas llegaban al tejado de su propia casa. Los bomberos trabajaban, bajó a ver a sus padres que le transmitieron curiosidad y tranquilidad por lo que estaba pasando en el edificio de delante. Él guarda un grato recuerdo de cómo sus padres le transmitieron calma y algo que podía haberse convertido en un susto que pudo haberle marcado se lo tomó con cierta curiosidad, escuchando las palabras tranquilizadoras de sus padres.

También nos comenta otra viñeta, un grupo de niños de parvulario, una de las madres entraba y salía asustada a reforzar a su hijo, cuando la madre se fue los niños empezaron a corear "Queremos a nuestra mamá", lo curioso es que la persona que estaba alllí trabajando tenía a su propio hijo en el grupo.
El hijo se sumó a los gritos y cuando la profesora le señaló el hecho de que iba a estar toda la mañana con él, entonces gritó "quiero ver a papá". Esas visitas le habían generado ansiedad a los pequeños, la madre había transmitido su propia ansiedad y miedo a la separación y su hijo lo había captado y absorbido con tristeza y miedo.

Otra cuestión en la que hace énfasis Bettelheim es que los "consejos de experto" desarticulan el gesto espontáneo de los padres que, generalmente saben hacer muy bien su trabajo. Yo añadiría más, por ejemplo los mitos que se van formando en la actualidad sobre la lactancia, la maternidad y la educación de los niños. Bettelheim como psicoanalista invita a los padres a que realicen un trabajo interno de empatía para ponerse en el pellejo de su criatura y darse cuenta de qué es lo que hicieron con ellos cuando tenían esa edad. Que se den cuenta de cómo se pueden transmitir en la herencia cultural modelos de acción y cognitivos. Bettelheim invita a la libertad de los padres, deshaciéndose de estos prejuicios y escuchando su propia intuición, que al fin de cuentas, es lo más valioso que van a tener. Además los "consejos de experto" son muchas veces fuente de conflicto y es bueno dejarse llevar por lo que la madre siente en los primeros meses, lo que le indica su amor por el hijo y el sentido común. El padre debe estar siempre cerca y apoyando sin despreocuparse de la eduación de su bebé o de su niño. La maternidad y la paternidad es un regalo hermoso que puede ser vivido como una experiencia transformardora para la familia y que puede lograr superar muchos peros y problemas. El amor entre los padres y los hijos es devuelto con creces. Un mito que se está difundiendo en algunos libros de cuidados a los niños es que los pequeños son "perversos polimorfos", esto es, pequeños seres sometidos al imperio de su biología. Pues en cierto modo es así, pero esa tendencia innata hay que enmarcarla dentro de la supuesta libertad de la madre que vive inmersa en unos "deberías sociales", como cita un pediatra, una señora de un jardín de infantes llamó para hablar con la madre porque le estaba dando el pecho con catorce meses. Este pediatra, defensor de la lactancia materna se sorprende de esos prejuicios. No hay datos o evidencias de lo que decía esta mujer, que el niño podía acabar siendo homosexual al dormir en la cama de los papás. ¿Antes los padres y abuelos dejaban que el bebé se fuera rápidamente a otra habitación? Creo que hay que ser responsable y preocuparse del justo medio sin hacer demasiado caso de los "consejos de experto" que están para invitar a reflexionar a los padres no para decirles cómo hacer su trabajo. Un saludo. RCS.

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