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Paz y Ciencia

domingo, 9 de enero de 2011

Las lecciones de nuestros primos

¡Dichoso el hombre sobre el cual han llovido como celestial rocío los besos de sus padres! Armando Palacio Valdés, Testamento literario.


Nuestra sociedad tan comprensiva en otros aspectos, lo es muy poco con los niños y con las madres. Estos modernos tabúes podrían clasificarse en tres grandes grupos:
- Relacionados con el llanto: está prohibido hacer caso de los niños que lloran, tomarlos en brazos, darles lo que piden.
- Relacionados con el sueño: está prohibido dormir a los niños en brazos o dándoles el pecho, cantarles o mecerles para que duerman, dormir con ellos.
- Relacionados con la lactancia materna: está prohibido dar el pecho en cualquier momento o en cualquier lugar; o a un niño "demasiado grande".

Casi todos ellos tienen una cosa en común: prohíben el contacto físico entre madre e hijo. Por el contrario, gozan de gran predicamento todas aquellas actividades que tiendan a disminuir dicho contacto físico y a aumentar la distancia entre madre e hijo:
- Dejarlo solo en su propia habitación.
- Llevarlo en un cochecito o en uno de esos incomodísimos capazos de plástico.
- Llevarlo a la guardería lo antes posible, o dejarlo con la abuela o mejor con la canguro ("las abuelas los "malcrían"!).
- Enviarlo de colonias y campamentos lo antes posible y durante el mayor tiempo posible.
- Tener "espacios de intimidad" para los padres, salir sin niños, hacer "vida de pareja".

"Es la gente del mundo que más ama a sus hijos y mejor tratamiento les hace". Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Naufragios.
"Los hijos a menudo, se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción". Joan Manuel Serrat.

Nos parecemos tanto a nuestros primos, los grandes simios, que nos reconocemos en su conducta y ellos en la nuestra. Pueden aprender de nosotros y también pueden eneñarnos, como nos explica Eva, una madre de Barcelona, que tuvo el privilegio de vivir un momento mágico y de saber reconocerlo como tal:
Estábamos en el zoológico y nos acercamos al recinto de los chimpancés. Estábamos observándolos a través de una enorme pared de vidrio cuando Xavi, nuestro hijo pequeño, se puso a llorar. Un par de chimpancés se acercaron al vidrio, directo hacia él, y pegaron sus manos al cristal intentando tocarlo. Uno de los chimpancés era una hembra viejecita que, al ver que Xavi continuaba disgustado, levantó el brazo y ofreció su pezón a mi bebé. Xavi paró de protestar y la hembra se despegó de los cristal. Y cuando lo vio protestar de nuevo, volvió a ofrecerle la teta. Además de sentir que habíamos vivido algo muy especial, pensé en lo triste que resultaba la experiencia. Hace dos días, una vieja chimpancé obligada a vivir en el parque zoológico no duda en ofrecer su pecho a una cría de otra especie que llora; hace un mes y medio, mi bebé protestaba en una reuníón y la mayoría de los presentes insistía en que no volviese a darle la teta, que lo malacostumbraba, y que lo dejase en el cochechito (hubo quien dijo que el niño estaba nervioso porque echaba de menos la cuna...Sin comentarios).
Bésame Mucho. Carlos González. Pediatra.

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