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Paz y Ciencia

sábado, 8 de enero de 2011

El mundo privado en Psicoterapia

Hemos entrado en un mundo privado, cada cual tiene el suyo. D. y su perro son dos compañeros inseparables que transitan juntos los recodos del dolor, de la creación, de la fantasía y del goce con el altruismo, el deleite con la música y con un trabajo que le llena. Puede que los jefes debieran premiar a sus empleados por el esfuerzo y eficacia realizada en sus tareas. Se encuentra, sin lugar a dudas, una forma de trato de los jefes que no atienden a las condiciones individuales. Que desoyen los argumentos emocionales y los dictados del cuerpo. Cuántas veces una persona ha ido a trabajar enferma para no perder su empleo o para no hacer un perjuicio a su empresa. Esto debería ser controlado de forma más dura.
El mundo del que hablaba es un mundo privado, íntimo, que se ve distinto desde la cara interna del alma a cuando se intenta transmitir esa experiencia privada a través del verbo. Probablemente la forma más hermosa y eficaz es el vínculo emocional que se desarrolla con el terapeuta y esos alter ego como el perro de D. Cuando hay interés y una fuerte dotación intelectual e intensidad emocional el trabajo de la psicoterapia se multiplica en vertientes que van dotando al espacio de un incalculable valor donde se van desentrañando junto a la confianza básica un clima de respeto recíproco y una alianza contractual con un própósito, avanzar, crecer mentalmente y madurar emocionalmente. El psicoanálisis de hoy lo que practica es la forma de trabajar con el paciente de forma que la experiencia la resulte tolerable, sin excesivas interpretaciones. Hay que tener en cuenta que muchos pacientes necesitan más un marco de seguridad y sostén emocional, una contención a su angustia antes que "vomitar" inteligentes interpretaciones, que como decía Winnicott pueden demorar el avance del paciente. Los pacientes son inteligentes y ellos a lo largo del proceso de reflexión nos cuentan sus resistencias, sus miedos, sus avances, que resultan duros, ya que el ser humano es un animal que no gusta por el cambio. Se acomoda, sorprendentemente incluso a las situaciones menos ventajosas y allí se instala acostumbrándose al dolor.
Hay personas que no conocen otra cosa, que el aburrimiento y la no-vida, el tánatos que decía Freud o la pulsión de muerte tan kleiniana (y freudiana) tira hacia la compulsión a la repetición. Que es, en definitiva, hacer más de lo mismo para resolver antiguos y nuevos problemas. Para eso hay que imaginar y cambiar de perspectiva. Hay que conocerse, saber de las limitaciones pero también de los potenciales y capacidades, la capacidad de expansión del ser humano es infinitamente sorprendente.
Los psicoterapeutas que conozco quizá se han preocupado más por desarrollar una técnica oficialista, dogmática y con el respeto de sus formadores, esto es, supervisores y analistas.
Al decir de Lacan, no somos Sujetos supuesto Saber SsS. Somos personas que como analistas tratamos de enseñar en un espejo como es el mundo interno del paciente, cómo funciona, como siente, como se vincula con nosotros y cómo vive su mismidad, su enfermedad o sus inhibiciones. La psicoterapia es demasiado beneficiosa para limitarla sólo a la psicopatología. Esto es, no es necesario presentar un cuadro muy florido para acudir a un psicoterapeuta, las motivaciones pueden ser más mundanas o divinas. Todo depende del respeto que se le de a la demanda de la persona. Un motivo de consulta puede parecer pueril en primera instancia, pero detrás de éste esconderse a una persona que muestra como significante de su dolor ese caballo de Troya que separa al sujeto del dolor, que pone encima de la mesa un síntoma y no a la persona que porta los síntomas. Esto es lo reforzado por la psiquiatría biológica y por la del Salud, donde los síntomas proliferan, los diagnósticos marcan al sujeto y el avance se ve mellado por un tratamiento farmacológico que no es de apoyo a una psicoterapia sino un tratamiento princeps que tapa el síntoma, el verbo y la posibilidad de resolver y elaborar los conflictos emocionales. Muchos de estos pacientes, se quejan de no sentirse comprendidos, escuchados o de recibir un trato mecánico. Bien es cierto que cada cual tiene sus propios problemas y que la medicación es un trabajo estadísticamente correcto en base a unas pruebas y una observación clínica pero a veces lo poco que se dice puede cercenar la confianza en el propio paciente para pensar una cuestión de vital importancia, él o ella son agentes proactivos de su propio cambio y pueden resolver el problema.
Si son casos graves que inexorablemente necesitan medicación como las psicosis, los trastornos bipolares o algunos trastornos de personalidad deben tener una contención no sólo farmacológica sino también, como mínimo un trabajo con la familia si procede y una psicoeducación para conocer mejor el problema y qué pueden hacer ellos al respecto. La psicoterapia abarca mucho espectro, tanto como el binomio terapeuta-paciente sean capaces de abordar en las consultas. Les pongo una imagen mental de una persona que vive la psicoterapia a veces como un juego útil donde situaba al psicoterapeuta como un mago blanco, una fantasía épica digna de un pensamiento mágico que diría un hortera o de una imaginación increiblemente fértil y jugosa.

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