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Paz y Ciencia

jueves, 13 de enero de 2011

Psicoterapias, qué es, para qué sirve



La llegada del estrés desafía la felicidad, el bienestar y la comodidad en el propio cuerpo, en el trabajo, en las relaciones interpersonales, en la pareja, en tantos lugares como espacios tiene la persona o facetas para desarrollar.
La ansiedad es el punto de partida del estrés, cuando ya se ha saturado el punto de saturación, entonces el sistema nervioso autónomo empieza a jugar malas pasadas. Sudoración, taquicardias, inquietud. El SNC y sus correlatos son la confusión, la dificultad para tomar decisiones, la duda, el pensamiento obsesivo, los sesgos cognitivos (Aaron Beck).
Como una melodía que se repite o como la película del Día de la Marmota, todo se tiñe de un cierto aburrimiento, repetición, tedio y hostilidad, aumenta la irritabilidad y los problemas cada vez se ven más grandes.
En cuestión de la identidad es importante destacar las variaciones, la autoestima disminuye, el autoconcepto lleva a la persona hacia otros derroteros, una identidad difusa sin fin ni objetivo, perdido, desorientado y sin rumbo.
Detrás de ese sufrimiento está la coraza de no dejar que los otros vean el interior de la persona, para que no se den cuenta o para que no puedan mermar más su confianza en sí mismo y en el mundo.
Aparece un funesto enquistamiento de la volición, la cognición, los afectos y las emociones. La persona empieza estresada y ansiosa por la percepción que construye el mundo, según la cual lo que tiene a su alrededor es demasiado para abordar y poco a poco va deteriorándose su esperanza, sus proyectos, su estar-en-el-mundo para caer en un estado de apatía, desesperación, inapetencia, inhibición, desconfianza, ver el presente, el pasado y el futuro como una cruda realidad en la que no hay nada estimulante.
Esto es en muy breve versión resumida lo que puede relatar una persona que ha encontrado el punto crítico de no retorno y ha permanecido tiempo tratando de luchar contra viento y marea para dar un sentido a su existencia y sentirse bien consigo mismo y con el mundo.
La alternativa más frecuente en España son los psicofármacos, esto es, fármacos que si no se toman de continuo devuelven tras su interrupción al sujeto a la situación de inicio, donde esos problemas vitales, existenciales y emocionales se habían anudado dejando ese poso amargo del café.
Otra alternativa es la psicoterapia, requiere un grado de fortaleza considerable, muchas veces se realiza mediante una derivación, recomendación o a través de un ejercicio de reflexión. Cada vez es mejor vista esta medida, mejor entendida y más respetada aunque como en otras cosas necesarias la situación económica y el establishment médico no parece apoyar demasiado esta medida. Son los propios psiquiatras los que en el el mejor de los casos hacen terapias de grupo y pautas de consejos y seguimientos tras una observación breve.
A la persona sufriente le cuesta comenzar el camino de liberarse de sus problemas, adquirir un compromiso y una adherencia al tratamiento para reflexionar sobre las raíces y motivos de su sufrimiento. Para cambiar las perspectivas y para sentirse más en paz consigo mismo. Para que su superyó se diluya, que es el ejercicio que hace toda psicoterapia, independientemente de la escuela a la hora de abordar una depresión con un superyó sádico. Para hacer interpretaciones genéticas o construcciones hay que conocer muy bien al paciente y dejar que primero se construya una alianza de trabajo y una atmósfera estable, flexible y firme de trabajo donde entrecruzar las fantasías y poder depositar las angustias, drenarlas, trabajar con los sueños, con la imagen inconsciente de sí mismo y de lo que le rodea. Resulta ser un trabajo del que bien hecho y terminado correctamente tras un tempo de paciencia irreductible, se obtiene una mejoría global, no sólo a través de los síntomas sino en la medida en que esa estructura de personalidad se ve moldeada.
En otro orden de cosas, cada vez son más los representantes de los estudios de personalidad que abogan por una psicoterapia como medida para "curar" o aliviar o afinar los instrumentos de la personalidad y dejar de presentar los criterios de un trastorno mental.
Sin embargo, ese enfoque médico no es suficiente, porque el sufrimiento de un individuo singular no se puede reducir a síntomas y signos psicopatológicos, el mapa no es el territorio. Es un pequeño esquema para dar seguridad al psiquiatra. En psicología y particularmente en psicoterapia los objetivos son más amplios y buscan el cambio permanente. Bien es conocido que los medicamentos actúan a corto plazo y que la psicoterapia actúa a medio y largo plazo, siendo permanenente su acción. Es un bagaje el que se lleva la persona de una psicoterapia bien hecha que dura para siempre.
Es una experiencia emocional correctiva, que acaba con prejuicios, tabúes y otros escotomas o puntos ciegos del paciente, que como cualquier persona se ha visto en el espejo reflejado. A decir de Winnicott, y de otra forma lo diría Lacan: El niño se ve a través de los ojos de su madre. Por eso en terapias como la sistémica es tan importante construir la novela familiar para entender de dónde vienen nuestros familiares, qué marco nos han ofrecido para pensar y sentir y cómo hemos sido condicionados.
Liberarnos de esos elementos nos dará mayor margen de maniobra, recapitulando por supuesto lo hermoso que es convivir y aprender de los mayores. Desde hace un tiempo se trabaja con las Constelaciones Familiares, otra modalidad de terapia sistémica que permite tomar conciencia a la persona de su lugar y papel o rol dentro de la dinámica familiar. El trabajo individual trasciende estas especializaciones y requiere tiempo y una cierta capacidad de tolerancia a la frustración y de jugar.

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