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Paz y Ciencia

viernes, 16 de abril de 2010

Humana sensibilidad

Qué difícil es la labor como analista. Una persona viene a veces indefensa, con un bagaje previo de tratamientos infructuosos, con cierta sospecha, dolida (estoy pensando en una mujer en particular) y llena de heridas. Sintiendo que no se le escucha, que no se le presta atención, que no se le reconoce, que no se le ayuda. Estamos hablando de ejercer la función de sostén cuando alguien está al límite del derrumbe.
Una persona con alcoholismo acude a consulta algo más integrada de lo que acostumbra a hacer, son sesiones esporádicas infrecuentes y cercanas a eso que Winnicott llamaba "consulta terapéutica". Yo le hago ver las dificultades que tiene en su vida de una manera rotunda, ella no está preparada para escuchar de mi boca la corriente de una vida fantasmática y proyectada en la realidad empírica muy fútil. Esta mujer está en tratamiento en salud mental (servicio público), la ven cada 3 meses aproximadamente y mientras una enfermera psiquiátrica le realiza unos ejercicios de control y supervisión de hábitos de vida. Ella se siente infantil en dicho proceso, empequeñecida y poca cosa.
Me comenta que está pensando dejarlo, no sabe si hacerlo cara a cara o por la simple anulación de la cita.
Le comento que requiere de un tratamiento algo más armado y le propongo apuntalar una psicoterapia de una frecuencia quincenal (insuficiente a todas luces), me comenta que si hace eso pierde lo que más quiere: su marido.
En ese momento digo algo incorrecto pero lógico, humanamente poco cálido, fuera de la atmósfera que habíamos desarrollado a lo largo del proceso, lugar donde pudo dejar de beber antes de una "fuga". Le comento que le ampara la Constitución, solemne estupidez y evidencia, que ella es libre y autónoma para hacer lo que quiera. Sin embargo esto no es del todo cierto, ella debe respeto a su marido, está enferma y no puede sostener el tratamiento sino con los requisitos que ella escribe. Todo fuera de un encuadre riguroso sensu estricto, así que finalmente, muy enojada y triste se marcha, un mensaje de acercamiento en el móvil me señala que tal vez hice una interpretación "inteligente", una intervención a destiempo. Y es que a pesar de la literatura científica sobre el perfil del alcohólico, sus manejos y problemas en la transferencia lábil siempre hay que proveer de una atmósfera cálida para sostener una persona que se intentó suicidar en el período en el que no tuvo tratamiento. La experiencia indica que estas personas sufren mucho y ella desarrolla relaciones escindidas con los médicos y psicólogos. Ahora está medicada, sin tratamiento psicoterápico y con revisiones muy esporádicas, insuficiente para reconstruir una biografía que se tambalea, también sin los efectos del alcohol.

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