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Paz y Ciencia

viernes, 4 de septiembre de 2009

El Dia que Nietzsche Lloró IV



Doctor Breuer: Quisiera verlo por un asunto muy urgente. El futuro de la filosofía alemana está en juego. Lo espero mañana a las nueve de la mañana en el café Sorrento. Lou Salomé.



Nietzsche por la mediación de Lou Salomé. Nietzsche no sabe de que ella ha hablado con el Dr. Breuer. Se muestra en consulta con un saber enciclopédico y obsesivo de sus pruebas, que las pone enseguida encima de la mesa y sus dolores, su relación con el tiempo y la presión atmosférica, como un "termómetro", como un "barómetro".

Pág. 77 -Tal situación (la mayor parte de los días un tormento, una vida consumida por el dolor) parece un campo de cultivo propicio para la desesperación, para el pesimismo vital.
Nietzsche permaneció en silencio. Por una vez no tenía la respuesta preparada. Movía la cabeza de un lado a otro, como si meditara sobre la posibilidad de recibir consuelo. Sin embargo, sus palabras expresaron algo más.
- Sin duda eso es cierto, doctor Breuer, para algunas personas, quizá la mayoría (debo aquí apelar a su experiencia), pero no para mí. ¿Desesperación? No, tal vez alguna vez la haya sentido, pero no ahora. Mi enfermedad pertenece al dominio del cuerpo, pero no soy yo. Yo soy mi enfermedad y mi cuerpo, pero ellos no son yo. Ambos deben ser dominados, si no de forma física, sí de forma metafísica, En cuanto a su otro comentario, mi "sentido de la vida" es algo que nada tiene que ver con este -se golpeó el abdomen con el puño-lamentable protoplasma. Tengo por qué vivir y puedo soportar cualquier cómo. (cita de Spinoza)
Tengo una misión que durante diez años constuirá el sentido de mi vida, libros formados ya en su totalidad, libros que sólo yo puedo dar a luz. A veces creo que mis jaquecas son dolores de parto cerebral.


Breuer piensa sobre una posible enfermedad hipocondríaca obsesiva. Este tipo de pacientes padece una "estenosis de la Weltanschauung", un estrechamiento de la visión del mundo, un estrechamiento de la conciencia. Sólo atienden a sus dolores y todo lo demás queda más allá de un segundo plano, descuidado, desatendido, desprendido del propio self.
Breuer obtuvo otra respuesta: Nietzsche tenía tan poco contacto con otras personas que pasaba muchísimo tiempo hablando con su propio sistema nervioso.

Arriba F. Nietzsche, abajo J. Breuer.

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