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Paz y Ciencia

jueves, 3 de septiembre de 2009

El Dia que Nietzsche Lloró III

Breuer pensó que Nietzxche podía estar perfectamente en un púlpito, exhortando a una congregación. Su padre había sido clérigo.
-Se accede a la verdad-prosiguió Nietzsche- a través de la incredulidad y el escepticismo, no a través del deseo infantil de que algo se produzca. El deseo de ponerse en manos de Dios no es la verdad. No es más que un deseo infantil. Es el deseo de no morir, el deseo de aferrarse al pezón, eternamente hinchado, al que hemos puesto la etiqueta de "Dios". La teoría de la evolución demuestra de manera científica que Dios es superficial, aunque Darwin no tuviera el coraje de llevar las pruebas a su conclusión verdadera. Usted debe de darse cuenta de que hemos creado a Dios y de que entre todos lo hemos matado.
Breuer apartó esta línea argumental, como si fuera un lingote al rojo vivo. No podía defender el teísmo. Librepensador desde la adolescencia, en discusiones con su padre y con religiosos había adoptado a menudo una posición idéntica a la de Nietzsche. Se sentó y habló en un tono de voz más suave y conciliador. Nietzsche también volvió a su asiento.
página 90.
El día que Nietzsche lloró. Irvin D. Yalom. DESTINO.

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