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Paz y Ciencia

lunes, 31 de marzo de 2014

La Anorexia Nerviosa en clave de Psicoanálisis

Escrito por: Alejandra Menassa de Lucía el 17 Dic 2008 - URL Permanente
La anorexia nerviosa no es en sí misma una enfermedad, podríamos decir que es un síntoma, es decir, un indicador, una señal de la existencia de una enfermedad. La anorexia no se puede reducir a una única entidad clínica.
Se presenta ante nosotros, psicoanalistas, un paciente que ha disminuido considerablemente su ingesta de alimentos, que come poca comida, y que está perdiendo por tanto peso de manera considerable. Pero como siempre en psicoanálisis, el síntoma nunca coincide con lo que le pasa al paciente. El síntoma en sí no es lo que debemos observar, sino que a lo que habrá que prestar la escucha, es a la relación del paciente con el síntoma, es decir, a lo que el paciente dice del síntoma. El problema de la anorexia no es la comida, como parece decírsenos al encuadrarla dentro de los trastornos alimentarios. En todo caso, la posición de la anoréxica, la lleva a tener una particular relación con el acto de la ingesta.
De esta manera, bajo la escucha analítica, se pueden distinguir tres tipos de anorexia: una anorexia histérica, una anorexia paranoica y una anorexia depresiva.
- En la anorexia histérica, las frases que pronunciará la paciente serán similares a estas: “No como porque me da asco”, o: “pensar en comida, me da ganas de vomitar” (los vómitos son en el alfabeto histérico una manera de expresar la repugnancia moral).
- En la anorexia paranoica, lo que subyace es un temor paranoico al envenenamiento, que se puede expresar en la frase: “No como porque estos me quieren envenenar”, o más sutilmente: “la comida me sabe mal, creo que está en malas condiciones, pienso que me va a hacer daño, que me va a sentar mal…” Añadir que al paranoico, nunca le son indiferentes las personas que arguye, quieren causarle un daño. Por el contrario, son personas amadas.
- En la anorexia depresiva, aparece un desinterés por toda la realidad exterior, que también se extiende a la comida. La frase sería en este caso: “No como porque no tengo ganas” “No me apetece comer” “Le he perdido el gusto a esto de la comida”. Pero si uno escucha un poco más, advertirá que el paciente en cuestión, no tiene ganas de nada, no solamente le sucede con la comida, le sucede con cada una de las acciones que debe emprender en la vida.
También señalar, que en general, en la anorexia hay una regresión a la fase oral de la libido. Las relaciones con los demás, serán en términos oral-sádicos. En esta fase, el niño se come lo que ama, pero al hacerlo así, lo destruye. Los pacientes anoréxicos aman así apasionadamente, hasta la más extrema identificación con el objeto amado (se lo comen), para luego vomitarlo, cuando el otro muestra la más mínima diferencia con ellos.
Otro factor en juego en la anorexia, y que tiene que ver con este goce de la boca, (puesto que cuando comemos, no gozamos de la comida, sino del goce de la boca), es la primera relación con la comida: con el pecho materno, primera fuente de comida para el bebé, o con el biberón, para el caso es lo mismo. En el relato de las anoréxicas, se observa muy frecuentemente que para ellas, sus madres eran madres rechazantes, que no mostraban ningún deseo por alimentar a sus hijas. No estamos afirmando que todas las madres rechazantes generen hijas anoréxicas, puesto que el tiempo en psicoanálisis no se lee desde el pasado, sino desde el hoy, pero si es cierto que partiendo de la anorexia ya producida, aparece este antecedente en muchas de las pacientes.
Si se trata de rectificar la manera de gozar, que no es exactamente que se rectifique, o que su rectificación consiste en sumarle a esa manera de gozar, al menos otra, y otra y otra más, entonces, sabemos que sólo el psicoanálisis puede.
Dra. Alejandra Menassa de Lucia.
Comunidad EL PAIS

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