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Paz y Ciencia

domingo, 2 de marzo de 2014

Detectar el discurso materno



Cuando intentamos acompañar un proceso personal en cuestiones de psicología infanto-juvenil tenemos que centrarnos en el proceso de maternaje que ha recibido la persona. Este discurso materno está en dos planos: el inconsciente, que será proyectado y lo consciente con el amparo o desamparo recibido. Hay que entender que es difícil que no haya problemas en esa cuestión. Toda madre, por muy "suficientemente buena" que sea, al decir de Winnicott recibirá cierto desamparo que se trasladará a la realidad infantil y a su propio maternaje. Por lo tanto, los recuerdos estarán teñidos de aquello de aquello que haya sido nombrado durante la infancia. Y casi siempre, va a aparecer el discurso de la madre.

Llega el momento de abordar la adolescencia, cuando se termina de conformar el "personaje". Es decir, las personas "salimos al mundo" con nuestro traje, y cumplimos con nuestro rol de la mejor manera posible. Las preguntas tienen que ver con qué de la madre ha investido al niño. Por ejemplo, mamá le habrá dicho que es muy inteligente y que será médico, es posible que no haya elegido Medicina.

Es muy frecuente que la mamá se vea en el niño, colocando en él aspectos personales y deseando que corresponda a lo que ella cree que es mejor para él. Esto, que parece una tautología, es sumamente desastroso porque se crea un guion de vida nada espontáneo sino que resulta un corsé que constriñe la libertad del niño.

El varón con una mamá dominante hará un marido sumiso, entregado y pasivo, acostumbrado en su biografía a entregarse al deseo de otro. Esto no solo pasará en las relaciones de pareja sino también en el trabajo, con los amigos. Ha aprendido que es amado en la medida en que escuche y esté al servicio de las dificultades de la mujer en cuestión. ¿A quién nos hace recordar? A su mamá, por supuesto, que también lo ama, pero que lo tiene sometido a sus deseos.

Lo que hemos hecho fue comparar el discurso materno, que lo tenía totalmente encerrado en el deseo de esa madre, versus la vivencia de su ser esencial, de su ser interior, de su persona.

Rodrigo Córdoba Sanz, sobre el texto: "El Poder del Discurso Materno", de Laura Gutman

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